sábado, 27 de diciembre de 2014

Ni una bala más

Mauricio Morales*

Una bala está adentro del revólver. Las balas perdidas nunca llegan a su destino, ¿o sí? Por eso, desde ahora me convierto en un abstemio del armamento y de la violencia. No fui hecho para ese trabajo ni para generarlo, o tal vez esté a punto de cambiar de parecer.  
Son las cuatro y media. Me encuentro pensando la situación. Dos balas perdidas han causado problemas antes en mí. El primero fue el remordimiento; el segundo fue presenciar una pérdida involuntaria. No sé qué hacer. Me atrae mucho Karina, como para dejarme seducir y cumplir su voluntad, pero eso también significa guiarme por el deseo, el deseo de estar con ella. Quizá su padre es un obstáculo. Puede ser que el destino haya puesto esta arma en mis manos. Ya no sería una bala perdida, sino una bala bien aprovechada, una bala justiciera. Es hora. Saco el portafolio gris con el arma y la única bala que le queda. Me dirijo a su casa.
Llego a su patio. Está afuera. Me estoy acercando a ella. Nos vemos con un gesto de alegría. Pero qué… ¡si es su padre golpeador que está tras su espalda! Pretende golpearla, pero esta vez no pienso permitirlo. Abro el portafolio y tomo el arma sin importarme dónde estoy. Disparo contra él. Ella grita. ¡¿Qué hice?! El padre la había puesto enfrente de él para evitar ser herido. No puede ser. Otra bala perdida. Esa bala no era para ella, sino para él. Corro hacia ella y pido auxilio sin recibir eco, mientras el maldito me muestra una sonrisa burlona. Patrullas se escuchan desde lejos. Vienen por mí, lo sé. Afrontaré mi verdadero destino ahora. Un destino producido por las balas.
Toda bala es perdida. Toda bala ha sido perdida. Todas las balas que accioné son perdidas. Algunas para bien, otras para mal. Unas salvan, otras destruyen; destruyen la vida de otros, la vida de uno mismo. Unas son justicieras, otras transgreden la justicia. Desde ahora ni una bala más, ni una munición que represente dolor o destrucción, destrucción de individuos, de sociedades, de seres humanos. Sé que no por tomar esta decisión pararán los actos de violencia armados, pero sé que habrá un asesino menos en este mundo, un asesino involuntario si me puedo nombrar a mí mismo así. Las balas no terminarán de lastimar, la diferencia está en el uso efectivo que puede hacer un individuo de ellas. Las balas perdidas no valen menos que las balas “bien intencionadas”, ambas matan, únicamente el blanco cambia. Por eso, toda bala no debe ser perdida, ni siquiera debe de existir en el espacio, ni una, ni una bala más.


* Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 29 de noviembre de 2014

A cinco horas y el mundo de cuatro dimensiones se descubrió

Carla Martínez*

Faltaban cinco horas para que Santiago obtuviera el grado de doctor en Filosofía de la Ciencia. Abrió lentamente los ojos, colocó las manos debajo de la cabeza, flexionó la pierna izquierda mientras la otra quedaba paralela a la cama y miró fijamente el techo blanco de su habitación. Tomó su celular y le dio un vistazo a las noticias en su portal preferido. En primera plana aparecía: “Curiosity transmite imágenes de un universo de cuatro dimensiones”.
De inmediato salió de la cama y fue directo al ordenador, quería saber más detalles acerca de la noticia; entonces se enteró de que este universo tenía habitantes, quienes también eran de cuatro dimensiones. La NASA y los principales institutos de los países del G20 ofrecían trabajo a filósofos, antropólogos, sociólogos, politólogos, escritores, astrónomos, traductores, arquitectos, artistas y cualquiera que pudiera colaborar en responder la pregunta: ¿cómo explicarle a los humanos la posibilidad de un universo de cuatro dimensiones? esto con el objetivo de que se pudiera establecer contacto entre ambos mundos.
Santiago no lo dudó y empacó para ir a Chile, al Centro astronómico ALMA, el más grande y potente (al menos desde las definiciones de este mundo de tres dimensiones). Al llegar al sitio, la pregunta estaba respondida. No fueron los grandes especialistas los que dieron solución, sino que mujeres, homosexuales, bisexuales, transgéneros y otros representantes de grupos que han estado en lucha por reconocerse como habitantes con derechos igualitarios. La respuesta la dieron todos  apuntando a una idea común: “Llevamos mucho tiempo tratando de que comprendan que hay otras formas de vivir alternas a las que se define como las «normales», es por esto que tenemos un ejercicio de antaño de hacer explicitas las diferencias para explicar lo común entre nosotros”.
Los periodistas estaban subiéndose a sus respectivos carros, la rueda de prensa había terminado cuando Santiago bajaba del taxi; aún estaba a tiempo para ir a su examen, no obstante, decidió no ir porque su tesis sería destruida con la noticia de un mundo de cuatro dimensiones. Actualmente, él es editor en una revista literaria llamada Dimensiones des-conocidas, que se encarga de des-escribir, es decir, escribir los textos más conocidos de este mundo (planeta Tierra) en textos que describen todo en cuatro.

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades, UAEM.

Carlamartigon@gmail.com

sábado, 22 de noviembre de 2014

Repensar la Revolución Mexicana

Mauricio Morales*

Cada año los mexicanos conmemoramos la Revolución mexicana, un movimiento bélico de corte político-social que transformó la vida nacional. Celebramos a nuestros “héroes” revolucionarios que contribuyeron a despojar a Porfirio Díaz del poder, con el objetivo de crear un Estado más democrático. Me atrevo a entrecomillar el calificativo de héroes, precisamente porque personajes como Zapata, Villa, Carranza o Huerta fueron considerados unos bandoleros, impostores o saqueadores en su tiempo. Por ello, vale  la pena preguntar: ¿qué celebramos entonces?
La invitación es la siguiente: repensar la Revolución mexicana. Si escudriñamos un poco este acontecimiento histórico, nos daremos cuenta que quienes “ganaron”, por decirlo de alguna forma, no fueron los pobres, sino los dirigentes de masas, los que tuvieron los medios para conducir la Revolución a un fin particular. La Revolución mexicana, de acuerdo con la definición de Arnaldo Córdoba, ha sido conceptualizada como “democático-liberal, agraria, popular y antimperialista.”
La Revolución mexicana tenía como objeto mejorar las condiciones de vida de los sectores sociales más desprotegidos: los obreros y los campesinos. No obstante, quienes más se beneficiaron de la lucha armada fue la clase media emergente, así como miembros de la clase alta proveniente del porfirismo. No resulta sorpresivo dicho resultado. Si Porfirio Díaz había justificado su estancia en el poder porque el pueblo mexicano no estaba preparado para la democracia, cabe preguntarse lo siguiente: ¿y después del porfiriato sí? No lo creo.
El balance crítico de la Revolución se traduce en una sociedad desfragmentada, donde los pobres o las clases más marginadas sufrieron los estragos causados por los políticos que se encontraban en el poder; las clases medias, por su parte, buscaron ascender social y políticamente; y por último, la clase alta se supo manejar en el contexto bélico con tal de no perder sus privilegios.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante recordar la Revolución mexicana año con año? Precisamente porque fue una guerra civil que nos invita a pensar, o a repensar que los mexicanos si no nos ponemos en un proyecto mexicano común y justo para todos, tal y como sucedió con los constantes desacuerdos entre los bandos revolucionarios, seguiremos repitiendo la misma historia. Hoy por hoy, seguimos arrastrando esa pesadilla de la Revolución, anhelando lo que todavía no tenemos: consolidarnos como un país fuerte, con justicia social y democrática.


*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 15 de noviembre de 2014

De Diógenes a Descartes.

*Miguel Ángel Romero Méndez      

El día de hoy, durante mi recorrido, fui testigo de un incidente digno de contarse: recorría el parque de los tlacuaches, aproximadamente a las 20:00 hrs, cuando me percaté de que dos personas discutían. Me acerqué y pregunté qué pasaba. El primero en responder fue el que se identificó como Diógenes Uribe, que dijo ser “filósofo, consejero aúlico de la verdad, maestro de los misterios pitagóricos y guardián de la casa del Ser”. Dijo que “repasaba el antiquísimo problema de la posibilidad de existencia del vacío” cuando percibió “clara y distintamente” que se acercaba a él “una jauría de perros ferales que parecían descender del mismísimo Cerbero”, frente a los cuales “Escila y Caribdis daban risa” y de la cual sólo pudo escapar gracias a que en su mochila llevaba varios voluminosos volúmenes de Hegel, con los cuales se defendió como la Providencia le dio a entender y gracias a los cuales pudo “salir airoso de tan difícil trance”. Afirmó que no era la primera vez que resultaba atacado por esas “bestias del infierno” y que la propietaria de tales fieras estuvo presente durante el ataque “sin inmutarse ni parpadear pese que a que estaba en riesgo una mente brillante”. La dueña de los canes, de nombre Irene Menchaca, rechazó la versión del filósofo. Dijo que no existía tal jauría de perros, que uno de los perros apenas medía veinte centímetros de alzada y que en ningún momento lo atacaron; que varias veces lo había sorprendido jugando; que esta ocasión no fue diferente y que vio  los perros jugaban con él antes de que estos le arrebataran la bolsa que traía en la mano y “el maniaco” empezara a perseguirlos mientras gritaba que no dejaría “que unos cuadrúpedos se burlaran de la especie de los bípedos implumes”. El filósofo Diógenes negó rotundamente que fuera cierto, pero posteriormente señaló que probablemente las personas tenían razón puesto que “no sería la primera vez que los sentidos engañaran a una persona”, incluso si la persona “es un filósofo de futuro prometedor”. Que sí, que recordaba “no en un sentido platónico sino en un sentido pedestre”, que había jugado con los perros, puesto que era más schopenhaueriano que spinoziano; que los perros le habían arrebatado la bolsa que contenía “una exquisita pata de vaca”; que los persiguió durante un rato antes de que su carrera fuera frenada por una bolsa de mano que se estrelló en su cara; que se levantó  y que por eso discutían.  Les dije dejaran de discutir y en su lugar  expresaran que necesitaban para zanjar el problema. Ella dijo que una disculpa por tratar mal a sus mascotas. Él dijo que  no tenía problema en disculparse siempre y cuando le repusieran su pata de vaca. Ella dijo que no tenía pata de vaca pero sí unas albóndigas. Él dijo que la res; pensante, extensa, en forma de pata o de albóndigas no deja de ser res y aceptó de buen modo.


*Estudiante de filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

sábado, 8 de noviembre de 2014

Hoy el dolor recorre Iguala

Carla Natalia Martínez González*

El olor a incertidumbre invade la plaza, el dolor se siente en cada paso que doy. “La muerte está aquí”, dijo mi abuela, “nos vino a rasgar el alma”. Esta frase se quedó en mi cabeza el día de ayer. Desde el 27 de septiembre hay un silencio solemne en México, aunque la vida parece igual de rutinaria, todos y todas sabemos que ya nada es igual, ni lo será. Los seis asesinatos y la desaparición de cuarenta y tres estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa son actos reprobables y de los cuáles alguien tiene que ser responsable.
Han pasado más de cuarenta años desde la matanza de 1968 y parecieraque el Estado  padece de ceguera y sordera para juzgar a las autoridades responsables de estos actos contra la humanidad. No podemos callar ni dejar de denunciar estos crímenes. La consigna: “Ayotzinapa somos todos (as)” es un grito desesperado por externar que los asesinos y las desapariciones no pueden continuar como si nada hubiera ocurrido. ¿Acaso la vida de estos cuarenta y tres desaparecidos y seis asesinatos no es igual a la de los hijos e hijas de los responsables?
Hoy las aulas están vacías, cientos de estudiantes de varias instituciones educativas se han sumado a dejarlas para decir basta. Esto no tendría que estar sucediendo, sin embargo, hemos sido testigos desde hace cuarenta y seis años de estos crímenes generados por la corrupción de las autoridades. Menciono a la corrupción porque, para el caso de Iguala, era un hecho que el presidente municipal tenía vínculos con el narcotráfico a través de los familiares de su esposa, lo peor es que las autoridades locales y estatales y federales estaban al tanto. Incluso,  el presidente de Igualafue demandado hacía unos meses por desaparición y asesinato de un grupo de personas de Iguala, ¿y qué hicieron las autoridades? Nada. Ahora vivimos las consecuencias de esta ineficacia.
Apoco más de un mes de la muerte de los seis muchachos de la normal de Atyozinapa, un aire frio recorre Méxicoy se ha hecho más perceptibleahora; desde hace varias décadas ha ido creciendo: muertos (as) y desaparecidos (as) en la guerra sucia, las muertas de Ciudad Juárez, los desaparecidos (as) y muertos (as) por la “guerra” del narcotráfico, los (as) niños (as) calcinados (as) en la guardería ABC… la lista es larga y están impunes. Este aire frío de dolor no puede seguir creciendo en México.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades, UAEM.


carlamartigon@gmail.com 

sábado, 1 de noviembre de 2014

Diablo cotidiano

José Alejandro Ramos Soriano*

En el libro Historia del diablo, siglos XII-XX, el historiador Robert Muchembled plantea que en el siglo XX la figura del diablo ha pasado a ser un elemento cotidiano dentro de la vida occidental, y que ha perdido su capacidad de causar terror a las almas mortales. ¿Acaso la sociedad actual ha convertido a la figura diabólica en un bien de consumo más? Desde hace mucho el señor de las tinieblas ha pasado a ser una figura recurrente que adorna portadas de discos compactos, logos de equipos deportivos, o personaje de series infantiles. Asimismo, se ha convertido en parte de la tradición del día de muertos, la cual es ahora un hibrido cultural entre la cultura mexicana y la estadounidense. También encontramos a este personaje entre las bellas artes. En la obra El diablo me obligo, del escritor mexicano F.H Hagenbeck, se hace una burda alusión al personaje, donde seres celestiales e infernales luchan entre ellos para diversión de los humanos, y las apuestas y el tráfico de influencias no faltan.
Durante el siglo XX la representación de la maldad ha sido trasladada del panteón cristiano a una maldad más real, encarnada en los conflictos bélicos y el crimen; es decir, la maldad  se comenzó a representar como un elemento más humano y no de influencias divinas. De esta manera el antiguo símbolo de la maldad parece ser manejada a la voluntad del ser humano, lo que resulta aún más demoniaco. Esto ha permitido que la visión de la población se mueva del nivel mítico hacia una manera más humana de pensar, lo que nos ha llevado a confrontarnos con la imagen de maldad más real y original: la propia.
Sería interesante reflexionar de manera histórica la relación que actualmente tenemos con la figura del diablo, además de contextualizar “la maldad” es nuestra vida cotidiana sin un enfoque religioso. La obra de Muchembled actualmente goza de una vasta popular, y nos permite dar una mirada retrospectiva a uno de los aspectos más antiguos e importantes de la cultura occidental, el cual sin duda sigue siendo parte de la mentalidad común, aunque ahora se manifieste o represente con otros símbolos.


*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.  

sábado, 25 de octubre de 2014

Respuesta al distinguido y erudito Dr. Schlome Brennersohn

Rodrigo Alexander Uribe Cevallos*

Aprecio sus comentarios hacia mi obra “Para fabricar auroras”. No esperaba que alguien con sus conocimientos, y consagrado al estudio con tanta devoción, tomara unos minutos para leer mi pequeño panfleto. He de advertirle que no es mi intención elaborar un sistema filosófico, mucho menos pretendo adornar esta mísera existencia con títulos tan excelentísimos, pues “pienso que lo que me obliga a escribir es el miedo a volverme loco” (Bataille, “Prefacio”, Sobre Nietzsche). Miedo a volverme loco, pero no miedo a la locura. Pues en el delirio (del latín delirāre: de [prefijo de alejamiento], lira [surco]; es decir, alejamiento del surco. Expresión que surgió en la agricultura y se utilizó para denominar una afección del alma que se interpretaba como un “alejamiento de la norma”) podemos obtener manifestaciones fenoménicas que de otro modo no son posibles, y por ende principios y categorías que nuestra experiencia, a la cual denominamos “normal”, no puede transmitirnos. La Norma, en nuestros días, se encuentra viciada por intereses ajenos al próspero porvenir de los pueblos, y como dicen los antiguos a cane muto et aqua silente cave tibi, pues de quien maquina sus propósitos en la sombra siempre hay que tener desconfianza, y a fructibus cognoscitur arbor, pues las consecuencias de este sistema económico-político son más que catastróficas. La discusión entre la Libertad y la Necesidad, tan comentada por las luminarias de nuestro siglo, hoy más que nunca es fundamental en nuestras sociedades. Es por ello que la noción, no me atrevería a llamarlo concepto, de la “causalidad contingente”, intenta salir del atolladero ontológico en que ha concluido el pensamiento de nuestra época. Y es que, “si el ser es en la raíz acto, es decir, interior a sí; si es un en sí que es también un por sí, es evidente que hay identidad entre el ser y su propia justificación. De donde la imposibilidad de separar la ontología de la axiología. […] es imposible al intelecto sentar afirmación alguna sobre uno de los modos del ser sin asignar a éste un carácter que hace de él al mismo tiempo un objeto del querer. ” (Louis Lavelle, “Ser”, Introducción a la ontología). Por ello, no sólo debemos hablar de la “determinación necesaria” de los objetos de nuestra experiencia, sino también de la “determinación contingente” de nuestros deseos por dichos objetos, ya que si nuestros principios ontológicos moldean nuestros principios volitivos a través de nuestros deseos, es muy posible que el proceso pueda invertirse. Pero aquí he de emular la humildad de Spinoza, que usted había recuperado en su epístola, al decir que “por el momento no puedo explicar esto más claramente” (Ética, II, 7, Escolio).

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM. 

sábado, 18 de octubre de 2014

Al muy noble y docto señor Lazslo Szesz

*Miguel Ángel Romero Méndez

Nobilísimo señor:He leído  su libro “Para  fabricar  auroras”  y  apruebo de buen grado lo  que ahíexpone.  Si tuviera que definir su obra en pocas palabras, diría que es el acto dehumildad más grande que he visto  en  filosofía  desde aquella  declaración  queSpinoza hizo en el segundo libro de su “Ética”. Los filósofos hemos reflexionadodurante siglos acerca del el mejor modo de gobernar, el mejor modo de pensar, elmejor modo de vivir. Pero pese a que esto significa pensar la totalidad, lo hemoshecho tomando lo subjetivo como ser originario y el resultado ha sido que hemosterminado por negar al individuo. Bien cierto es que, a lo largo de la historia, los filósofos “dirigidos fatalmente por sus instintos han corrido hacia alguna cosa que para  ellos era  «verdad»,  para  ellos  y  sólo para  ellos”  (Nietzsche,  Fragmentos póstumos,  W II  5,  142).  Durante  siglos hemos  tratado  de  imponer  una  cierta racionalidad pero no por enseñar a pensar. Es por eso que todas las propuestaspara alcanzar un orden que termine con el caos, fracasan una y otra vez; y pese aello, nos empeñamos en repetir el mismo método. Erróneamente se cree que lasolución es responsabilidad de unos cuantos y arrogantemente creemos que esospocos predestinados somos los filósofos. ¿Cómo no habría de estar condenado al fracaso  todo  intento  por mejorar  el  mundo  si  quienes  se  dedican  a  encontrar soluciones  lo  hacen como  si  pudieran  ver  las  cosas  sub  specie  aeternitis,olvidando  que  hay una  multitud  de  detalles  y  situaciones  específicos  que determinan  la situación  (lo  que  escuchamos,  el  lugar  donde  nacemos,  las personas con las que nos relacionamos)? Dicho de otra manera, si se olvida que lo único necesario en este mundo es que el Azar determina lo que acontece. En este sentido coincido con usted cuando dice que intentar decir cómo solucionar los problemas  de  la  humanidad,  debemos  preguntarnos  si  es  posible hacerlo,considerando que “este mundo es una red tejida no por la causalidad ni por la casualidad, sino,  en todo caso, por una causalidad posible” (p.  158),   si estos problemas “no serán producto de una cierta forma de pensar” (p. 160) y en caso de ser así, si es posible pensar de otra manera. Por el momento me veo impedidoa comentar más a fondo lo que expone en su libro, pero espero que en el futuropueda hacerlo. 
*Estudiante de filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

sábado, 11 de octubre de 2014

Del espejismo

Patricia Romero Ramírez*

Día tras día nos paramos frente a la ventana a ver cómo el mundo se cae a pedazos. Antesquedaba  la  esperanza  de  que  en algún lugar  hubiera  un refugio,  algún lugar  al  que  sepudiera llegar a sobrevivir con tranquilidad. Hoy, en cambio, se puede voltear a cualquiersitio con la seguridad de que no hay esperanza. Aquí hay una guerra, allá el terrorismo haceestallar  un  sitio  en cualquier  momento,  acullá  se  matan  y  se  persiguen estudiantes,librepensadores. Lo mismo es Israel que España, Chile o México; la libertad condicionadade la que "gozamos" se amenaza al salir a la calle, al hablar, al pensar, al criticar o protestar.La gente lo sabe, se queja, pero no despierta y no piensa despertar, parece que vivimoscontentos  con el  miedo,  con las  deudas  y  con el  estrés  de  una  cotidianeidad  que  nosconsume. Vivimos en un espejismo, una ilusión de confort creada para nuestras necesidadesinventadas.  Buscamos crear ese algo  que nos repita que de algún modo todavía somosfelices.  Intentamos  no  escuchar  que  afuera  hay  un
disparo,  un  grito,  un  enfermo,  unmiserable o un desaparecido que pueda aparecer en cualquier sitio, sí, pero muerto. Y entretanta indiferencia, entre tantos disfraces, ¿cómo iremos vestidos cuando la realidad  nosllame a la puerta?, ¿qué haremos cuándo nos escupa a la cara ser tan irresponsables, tantorpes? Siempre nos compadécenos de ellos, de los otros, y es que a nosotros no nos pasa,nosotros tenemos la dicha y la  comodidad de solo ver desde la venta,  de solo tener lanecesidad de mandarles algunas palabras de aliento, una consigna. 
Un día la realidad será tangible, nos llegará la guerra y el hambre, y un millón de sueñosrotos y futuros que no llegan. Por lo pronto parece que esperamos, y querremos despertar eldía que pasemos de testigos a víctimas, el día que quizá sea tarde para un hermano, unprimo, un amigo, un padre o para uno mismo. Mientras seguiremos observando a aquellosque cargan con el peso en los hombros, que buscan la forma de romper este espejismo, detrazar otro futuro, algo nuevo y mejor para todos. Quizá con esto un día la fuerza nos lleguea los pies y nos den ganas de salir para hacer algo, para dejar de pagar la crisis y el fraude,para dejar de recoger migajas. Quizá un día por fin salgamos, hagamos algo, cambiemosnosotros para cambiar el  pequeño mundo en el  que nos sumergimos a diario,  quizá dealguna manera aún podamos lograr sentirnos más vivos.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 4 de octubre de 2014

El miedo, nuestro fiel compañero

Angélica Ayala Galván*

Tarde de mayo en el Ciruelo, el cielo está nublado y el espíritu de la lluvia amenaza con mandar una tormenta. Rafa está sentada en las bancas que rodean el zócalo del pueblo, como hace tiempo, se pregunta en qué momento podrá pasar los barrizales que hasta este instante le impiden expresar sus sentimientos. Tiene miedo, mira el cielo y cada gota que cae es como si le quemara el cuerpo, como si le dijeran que debe ir en busca de sus sentimientos. Hay gente, pero es como si no la vieran, no le importa, quiere estar sola, ya no pertenece a este mundo, quiere ir a donde tenga tranquilidad. Todos corren para cubrirse del agua, la miran como si fuera un fantasma. Todo le parece extraño, ya no quiere dar explicaciones, sólo quiere responder a las preguntas que le acechan en todo momento. 
Entre truenos y rayos sigue pensando, quiere gritar, quiere correr al lugar que le permita confesar su secreto, quiere borrar el dolor que le ha causado el fuego. A lo lejos ve una sombra, sabe que no debe seguirla, pero camina hasta perderse entre callejones, cruza el río, llega al pie de la montaña, sigue, con cada paso siente que todo lo malo queda atrás, corre, corre, como si quisiera ser parte del viento, como si quisiera volar. Ya es parte del horizonte, pero no lo sabe.
Otra vez la sombra, sigue hasta llegar a la cima, todo en silencio, mira el paisaje, quisiera que sus ojos fueran una máquina que absorbiera todo lo que está sintiendo. De entre los árboles sale una sombra, es Paz, no se ve su rostro. Están atrás de los árboles, no se saludan, no se ven, pero sonríen mientras se alejan, empieza a desaparecer todo lo que les rodea. La obscuridad acecha, tan cerca y tan distantes, se vuelven vigilantes, todos los miedos van desapareciendo, sin motivo empiezan a caminar con paso lento y en silencio, buscando coincidir en cada momento y en el lugar correcto.
Se pierden entra las grietas, sólo se escucha una voz que dice: el miedo fue nuestro fiel compañero, pero hoy la tranquilidad se ha quedado en los cerros, saben que serán dos sombras en vuelo.
angyayala@yahoo.com.mx
*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM 

sábado, 27 de septiembre de 2014

¡Qué vivan los estudiantes que rugen como los vientos!

Patricia Romero Ramírez*

A unos días de cumplirse 46 años de la matanza estudiantil de 1968, los estudiantes han vuelto a levantar la voz. Las autoridades del Instituto Politécnico Nacional (IPN) han presentado la propuesta de reforma al Reglamento Interno, y los alumnos han manifestado su rechazo a dichos cambios, debido a que consideran que esto no solo significa la modificación de algunos artículos, sino que representa una política de reestructuración global de toda la institución que atenta contra sus principios fundamentales.
Entre las 79 observaciones que señalan, mencionan que “se omiten funciones sustantivas como la investigación científica, intercambio, extensión y divulgación del conocimiento”; “se incorpora la evaluación de la calidad educativa del docente. Sin embargo, se elimina la responsabilidad académica del Instituto por ofrecer e impulsar programas de formación de nuevos profesores e investigadores”. Asimismo, “la asignación de becas y estímulos para el personal académico ya no se realiza en función de reconocer la calidad del trabajo docente y de investigación, sino en función de los resultados de la evaluación del desempeño. No obstante, no queda claro quién evaluará, los criterios de evaluación y el uso claro de esos resultados en las condiciones laborales del docente”; “en el capítulo 42 se adiciona a la Secretaría de Educación Pública para realizar el reconocimiento oficial de estudios, de esta manera, ya no solo se 
contempla la normatividad del instituto. Esto le da una injerencia directa al gobierno federal en la vida académica del IPN.
Las estudiantes manifiestan que el rediseño del Reglamento Interno estimula la intervención de actores externos, sin vínculo con el proyecto histórico del IPN en la vida académica del Instituto. De igual forma, los derechos de participación estudiantil se ven gravemente afectados al limitarse su derecho a voto, eliminando su participación en los cuerpos de representación. Por otro lado, también se fomenta la vinculación abierta y directa con la iniciativa privada, sin especificar de qué manera esto beneficia o fortalece las actividades sustanciales del IPN. Denuncian que con la implementación del nuevo plan de estudios se les quitará el grado de ‘licenciado’ o ‘ingeniero’ y solo recibirán el título de ‘técnico superior’.
Por su parte, la directora de la institución señala que todos los cambios buscan “armonizar la normatividad interna con la federal, en lo que respecta al Plan Nacional de Desarrollo y a la reforma educativa”, aspecto que solo parece beneficiar al gobierno y la iniciativa privada, mismo que mantiene la consigna de que lo importante es el capital humano, la mano de obra barata. En palabras de un contacto de Facebook, parece que nuestras autoridades siguen en el empeño de “transformar los centro de educación superior en fábricas de técnicos según las necesidades de la industria y las empresas”.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 13 de septiembre de 2014

El árbol de María Luisa Bombal

Maricarmen Salazar*
La literatura hispanoamericana escrita por mujeres ha colaborado a enfrentar las paradojas y contradicciones de la historia que han mitificado la imagen de la mujer. Es decir, en el inconsciente colectivo se tiene la idea generalizada de que la mujer debe cumplir ciertos roles establecidos: hija obediente, esposa abnegada, madre sufrida, entre otros. Este rol pasivo, dócil e intuitivo es representado en el personaje de Brígida en el cuento El árbol de María Luisa Bombal. Sin embargo, la voz narrativa, al ser fragmentada, rompe con la narración cronológica y realista marcando con esta fragmentación, la división de géneros en la sociedad, siguiendo la dicotomía tradicional mujer/hombre como representación de la dualidad desorden/orden, materia/espíritu, o sinrazón/razón. 
En El árbol Brígida crece en una situación de marginalidad dentro del núcleo familiar, lo que la lleva a una vida alienada, de la cual se siente rescatada cuando el mejor amigo de su padre, el cual le dobla la edad, la pide en matrimonio. Sin embargo, esta unión solo la va a hundir en una profunda soledad. Su refugio será el cuarto de baño, mismo que es protegido de la luz solar por un árbol que está fuera de su casa. El mundo natural del árbol ofrece a Brígida la calma y la compañía que no le ofrece el marido, la protege del mundo exterior y del mundo “real”. Este encierro la llevará a un proceso de introspección del cuál será sacada una vez que se enfrente con la luz exterior porque el árbol que la protegía ha sido talado. Esta luz permite a Brígida llenarse de valor y quitarse la máscara que le había exigido llevar la sociedad patriarcal a la que pertenecía. 
La obra de Bombal, en general, cuestiona con ironía la sociedad y la clase en la que le tocó vivir. En este cuento, se muestra como el sistema patriarcal ignora la subjetividad femenina y solo permite su expresión por medio de la alienación. En El árbol, Brígida consigue liberarse del rol establecido sin caer en la locura; logra ver su realidad y transformarse de una mujer sumisa en una mujer consciente y autónoma.
*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 30 de agosto de 2014

Árbol 226

Irais Leyra

Cuando abrí los ojos las escenas eran borrosas y cortadas, sentí dolor en un costado y tenía sabor a hierro puro en la saliva. Me encontraba inmovilizada y en una posición incómoda que adormecía mis piernas y brazos, no podía girar la cabeza. Perdí el conocimiento un par de veces. Las escenas corrían velozmente, desfilaba un árbol y otro, comencé a contarlos, doscientos veintiséis árboles habían pasado cuando la imagen se detuvo. El sol comenzaba a esconderse, o eso parecía, porque el cielo se teñía de gris. Comencé a sentir una desesperación asfixiante, escuché el azote de la puerta, dejé de respirar un momento para escuchar mejor lo que sucedía, mis párpados se abrían exaltadamente para que mis ojos alcanzaran a ver más allá de lo que era posible, pero fue inútil. Sólo podía observar lo que de frente tenía: varada ahí, frente al árbol doscientos veintiséis, era lo único certero. Me encontraba agotada, el dolor y el encierro estaban por vencerme cuando escuché un par de pasos acercarse, abrió una de las puertas y jaló mis pies. Me arrastró hasta tirarme al suelo, intenté gritar pero un escalofrío me recorrió cuando me percaté de la ausencia de mi lengua. El terror me aprehendió e instintivamente traté de defenderme. Atada sólo lograba retorcerme en mi lugar, lloré, lloré e intenté recordar cómo fue que paré en ese acto. Ni siquiera reconocía las palabras de aquellas voces desconocidas, me encontraba boca abajo y solo podía mirar al árbol. La lucidez se me escapó por el llanto, cerré los ojos y decidí que mi alma tenía que abandonarme, pero no me fue concedido, el dolor la abrazó y la obligó a permanecer. Me sacudieron, me golpearon, me cortaron hasta que separaron mi cuerpo que para entonces ya no era cuerpo, era basura que tenía que separarse para acomodarse en un agujero. Hasta entonces comprendí lo que ellos eran: catadores de personas, recolectores de cuerpos, mezcladores de carne y tierra. También comprendí el papel que yo ocupaba ahí: era parte del árbol doscientos veintiséis.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.
irasleyra@gmail.com

domingo, 24 de agosto de 2014

Vientre de Cabra Ya no será…

Xalbador García

Las imposibilidades de la vida, aquellas historias que no se tejen o no terminan por cuajar o apenas se vislumbran en el horizonte son las más en la nómina de los amores de cada uno. Labios que no hallaremos por las mañanas, cuerpos que nunca exploraremos o caricias que fueron tan sólo para extinguirse durante unas horas van poblando los rincones del recuerdo. Y eso duele porque el deseo frustrado está desnudo de misericordias. Los amores mal paridos se vuelven una costra en el tiempo y el tiempo es ya de por sí pudrición.
La incapacidad de experimentar algo que en verdad deseamos inquieta hasta lo más insondable de nosotros mismos. Quien haya padecido la pérdida de lo que apenas iba coloreando su cielo o aquellos que han amado sin la promesa del día siguiente saben de las heridas durante el naufragio. El futuro no existe, es cierto, pero imaginarlo nos da la tranquilidad necesaria para cerrar los ojos, sin miedo, antes de dormir.
Ciryll Connolly lo explicó de manera perfecta: “Nunca un burdel hizo a nadie desgraciado; no tiene por qué haber nada angustioso en el acto sexual. Sin embargo, un rostro visto en el metro puede destruir nuestra serenidad para el resto del día, y una vez que se genera una atracción mutua ya es demasiado tarde”. Si la angustia por el rompimiento de una relación que intentaba durar muchos años puede desfigurar vidas completas, la ansiedad por no disfrutar de lo que percibimos como bueno, bello y verdadero contamina enteramente nuestra correspondencia con el mundo. Ya nada será tan lindo como aquello que no se vivió, ya nada nos dará satisfacción tan exquisita como el amor que no tuvimos.
La poeta uruguaya Idea Vilariño amó a Juan Carlos Onetti a principios de los años cincuenta. Sin embargo, desde el principio comprendió que lo perdería. Como las pieles protagonistas de aquellas noches, su historia iba a marchitarse. Ante la debacle anunciada, ella le escribió un hermoso libro titulado “Poemas de amor”, algo que Onetti nunca comprendió o nunca quiso comprender. Casi al final de su vida, durante una entrevista, el escritor explicaba: “Yo nunca sentí que ella estuviera enamorada de mí”. “¿Y los poemas que te escribió?” “Yo no digo que no estuvo, sino que nunca sentí que estuvo”.
Pero los textos ahí están como huella de ese amor que duele porque se queda colgado de las horas más tristes de esos dos involucrados que podemos ser cualquiera. La historia que nunca maduró, la historia que “Ya no será”: “Ya no será/ ya no/ no viviré contigo/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui/ por qué me amaron otros./ No llegaré a saber por qué ni cómo nunca/ ni si era de verdad/ lo que dijiste que era/ ni quién fuiste/ ni qué fui para ti/ ni cómo hubiera sido/ vivir juntos/ querernos/ esperarnos/ estar.// Ya no soy más que yo/ para siempre y tú/ ya/ no serás para mí/ más que tú. Ya no estás/ en un día futuro/ no sabré dónde vives/ con quién/ ni si te acuerdas.// No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca.// No volveré a tocarte./ No te veré morir”.

sábado, 19 de julio de 2014

Elementos para el estudio de “las masculinidades” y el ser hombre

Carla N. Martínez González*

La presente columna es una reseña de un artículo que se titula “Connell’s concept of hegemonic masculinity: A critique” (2001) de Demetrakis Z. Demetriou. El autor cuestiona un concepto de Connell e inicia con la pregunta: ¿concebir la «masculinidad hegemónica» como blanca, heterosexual y homogénea, no desdibuja la reproducción del patriarcado?  Para cavilar en esta pregunta, el artículo se compone de tres partes: 
1.- En esta parte se comentan algunos aportes de Connell. Este último autor propuso el concepto de «masculinidad hegemónica» por lo que puso en tela de juicio a la teoría del rol sexual. Además su definición sobre el género permite situar al género en distintos contextos sociohistóricos y pensarlo desde la raza, la clase o la generación. Habla que la hegemonía masculina contiene tanto una  masculinidad hegemónica externa (sobre las mujeres) y otra interna (sobre los gay, clase trabajadora y masculinidades negras). Señala que la «masculinidad cómplice» es aquella donde los hombres tienen dividendos del patriarcado aun cuando no participen del modelo hegemónico. 
2.- Demetrakis se distancia de Connell, porque aunque este último distingue la hegemonía interna, no considera que las masculinidades subordinadas y marginadas tengan efectos en la construcción del modelo hegemónico. El autor intenta deconstruir el binarismo de masculinidades hegemónicas y no hegemónica retomado el concepto gramsciano de  «historic bloc» y «hybridity» de Bhabh, a partir de estos propone «masculinity hegemonic bloc» a la reconfiguración de prácticas de diversas masculinidades con el fin de asegurar la reproducción del patriarcado. 
3.- Se pone como ejemplo el estudio de caso de las masculinidades gay, las cuales señala como parte de la construcción del «hegemonic bloc» contemporáneo. Hace un recuento de la imagen de la cultura gay, desde las holly houses hasta las estrategias de marketing, cine y la moda de las últimas tres décadas. Demetrakis señala que  la visibilización de esta cultura  ha reconstruido el modelo hegemónico de masculinidades y muchos elementos de ésta constituyen el «masculinity hegemonic bloc» invisibilizando el dividendo patriarcal, por lo que vuelve más compleja la transformación, porque hay discursos y prácticas que parecerían contrahegemonicas y progresivas, pero pudieran ser engañosas.
carlamartigon@gmail.com
*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.


sábado, 12 de julio de 2014

El mito: conceptos, propósito y explicación

Mauricio Morales*

El mito es tan antiguo como la aparición misma del hombre. De acuerdo con el Diccionario de uso del español (1907), el concepto de mito tiene tres acepciones: a) Fábula o relato, especialmente en que se refiere a acciones de dioses y héroes; b) Lo que por su trascendencia o por sus cualidades se convierte en un modelo o en un prototipo entra a formar parte de la historia; c) Relato o historia que quiere pasar como verdadero/a o que sólo existe en la imaginación. 
Nos enmarcamos bajo las anteriores definiciones para situar al mito en una composición narrativa de doble filo: histórica y literaria. El filósofo Ernst Cassirer ilustra su definición de mito con la siguiente afirmación: “Aunque los mitos son la expresión de un pasado que nunca tuvo presente que son confusiones del lenguaje, es fácil conseguir en ellos rastros de la psicología y del pueblo creador”. Por ello, los mitos constituyen una parte crucial del hombre, puesto que están íntimamente ligados al lenguaje (a pesar de que el filósofo no lo considere así), al igual que con el arte, la poesía y el pensamiento histórico más remoto. El mito podría señalarse como el preludio de las formas discursivas racionalizadas. 
Asimismo, el relato mítico es creado para con el objetivo de enseñar algo con un sesgo religioso (en el caso de los mitos arcaicos) o político (con conceptos como democracia), por mencionar unos ejemplos. Su función es intentar de responder las cosas que nos rodean, así como la naturaleza del hombre. También en la multiplicación de los mitos a lo largo de la historia en sus distintas variantes, se han personificado a los fenómenos naturales como en el caso de los mitos griegos que transfiguraron el carácter peligroso del rayo y del trueno con la creación del temible dios Zeus, la agresividad de los mares con Poseidón o el salvajismo de la guerra con Ares.
La explicación del relato mítico está estrechamente ligada con un dominio del lenguaje, además de figuras retóricas que hacen posible la fácil comprensión y credibilidad del mismo. Quizá valdría la pena preguntar: ¿Es posible vivir sin mitos? Seguramente no, ya que el hombre los necesita para legitimar sus hazañas históricas, para tener un antecedente de lo que por ciertas circunstancias o hechos llegamos a ser lo que somos en la actualidad. El mito es una frontera entre la realidad y la ficción, por lo que será creíble para quien así lo quiera tomar.
*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades UAEM.

sábado, 5 de julio de 2014

El nombre de las cosas

Miguel Ángel Romero Méndez*

Milos era un escritor perdido en el mar de los escritores. No podría decirse que fuera mediocre, aunque tampoco destacaba por algo. Ese era su pecado. Decidido a cambiar su situación, ideó un proyecto que le permitiera salir de la medianía. La idea le surgió cuando el azar o la Fortuna pusieron en su camino un libro que contenía un breve tratado sobre la cábala judía. Allí leyó que todo lo creado y todo lo hablado procede de un nombre, que las letras del alfabeto poseen un orden secreto, mágico; que el orden de una secuencia de palabras es capaz de determinar el ser de las cosas y que todos poseemos un nombre secreto. Si una vez un hombre intentó reescribir el Quijote, el fue más ambicioso: intentaría escribir a alguien. No escribirle a alguien. No escribir algo para que alguien lo leyera. No, el pretendía escribir a alguien. Del mismo modo que se le retrata o se le pinta. Pretendía dejar cada rasgo de esa persona a la que escribiera estuviera presente en cada letra y en cada signo. Una palabra representaría el gesto que hace cuando no le gusta algo; una coma, el tono de su voz cuando tiene miedo. Y lo mismo con cada característica de la persona. Pasaron los años y las cosas no avanzaban. La escritura siempre le parecía demasiado superficial, demasiado rebuscada, poco afín a la verdadera naturaleza de quien pretendía escribir. Cada día que pasaba, detestaba más esa idea pero al mismo tiempo se obsesionaba más con ella. Todos coinciden en que el proyecto no fue sino una cadena de errores. Erró al plantear algo de esas dimensiones. Erró al medir sus facultades. Pero sobre todo, erró al elegir como modelo a esa mujer que lo había cautivado. Desesperado, se alejó del mundo y pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su casa, repitiendo letanías, con la esperanza de poder cambiar algo dentro de sí (también lo había leído en el tratado sobre la cábala), para poder terminar lo que había empezado. Nadie sabrá jamás si esas letanías lo afectaron; lo cierto es que nunca volvió a ser el mismo. Ya casi no se reía, ni comía, ni hablaba con las personas y cuando lo hacía, hablaba de sí mismo en tercera persona, convencido de que él era otra cosa. Una noche despertó gritando: ¡Oh, tú, ataviada con suave terciopelo! ¿Estás aquí? Milos nunca volvió de aquella noche.
*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

sábado, 21 de junio de 2014

“La actualidad de las artes y deportes marciales”

José Alejandro Ramos Soriano*

Actualmente existe una confusión al hablar de artes marciales en el contexto nacional. Es común englobar artes tan distintas como el uso del cuchillo, el taekwondo, el karate o el kun fu dentro del término artista marcial, sin embargo me parece que es necesaria una distinción entre estas prácticas para evitar confusiones. 
En la historia de la humanidad y de distintas maneras se ha practicado la guerra y esta ha sido llevada a cabo por guerreros, personas preparadas para el correcto desempeño de la misma, dentro de esta preparación todas los Estados han desarrollado un sistema de combate cuerpo a cuerpo con o sin armas, estos sistemas se encuentran en todas las culturas históricas aunque las más populares son las que proceden del sudeste asiático, china, India y Japón que comparten lazo con religiones orientales. A lo largo de la historia de la humanidad se ha practicado la guerra de distintas maneras. Para ello están los guerreros, quienes son preparados para el correcto desempeño. Todos los Estados y culturas han desarrollado un sistema de combate cuerpo a cuerpo con o sin armas, sin embargo, las más populares son las que proceden del sudeste asiático como China, India y Japón, los cuales comparten lazos con religiones orientales.Lo que actualmente conocemos como artes marciales son en su mayoría versiones deportividades de estas antiguas prácticas, aunque siguen conservando dentro de su currículo, la esencia marcial que les dio origen. Esta transformación hacia el aspecto del deporte, ocurrió a partir de mediados del siglo XX de manera discontinua como una consecuencia al avance de las sociedades industriales y las transformaciones de la vida urbana, sobre todo después de la segunda guerra mundial, estas artes comenzaron a expandirse en Europa y América, a partir de los 80 y gracias a la industria fílmica en ascenso algunos practicantes se convirtieron en actores y catapultaron la fama del cine de artes marciales a niveles globales.

Hoy en día muchas artes marciales han limitado su arsenal y su práctica ajotándola cada vez más hacia el espectáculo y la competencia deportiva, estos son los llamados deportes marciales como el kick boxing, mientras otros siguen manteniendo su valor como una preparación para el combate real como el entrenamiento con cuchillo del Kali Filipino. Es necesaria una distinción entre los objetivos de la práctica de un arte marcial y los beneficios que se busca de la misma, invito a quien lea esta breve nota sumarse al diálogo y el estudio de una de las formas más hermosas de expresión humana: las artes marciales.

*Estudiante de Historia de la Facultadde Humanidades UAEM.

sábado, 7 de junio de 2014

Panteón Rococó y la vigencia de la discriminación

Patricia Romero Ramírez*

El pasado 27 de mayo, la banda mexicana Panteón Rococó publicó una carta dirigida a la línea aérea Interjet, debido a que ese día, al intentar abordar su vuelo en Cd. Juárez, el personal de seguridad de la empresa le indicó a dos de sus integrantes que para poder abordar el avión debía cubrirse los brazos, aspecto que está indicado, según ellos, en una cláusula de las políticas de la empresa, o de lo contrario no se le permitiría viajar. La indicación tenía que ver con que ambas personas llevaban los brazos tatuados. Luego de un rato de discutir con el personal de la empresa, y apoyados por el personal de la Policía Federal, los dos hombres pudieron subir al avión y, finalmente, viajar.
La cuestión es si este caso debería extrañarnos o no. Muchos dirán que es increíble que en pleno siglo XXI estos casos de discriminación sigan ocurriendo, pero la verdad es que, dicho coloquialmente, estos acontecimientos siguen siendo el “pan de cada día”. La sociedad sigue discriminando y estigmatizando por la forma de pensar, la preferencia sexual, los tatuajes, el color de piel, la forma de hablar, la religión, entre otras.
Hace algunos meses circulaba por las redes sociales una propaganda de una mujer que ofrecía terapia psicológica con especialidad en tratamientos para la corrección de la homosexualidad. Se anunciaba: “Sospechas que tu hija, hermana o tía es lesbiana ¿Suele vestirse como hombre?, ¿sale con muchas mujeres?, ¿utiliza cabello corto?” Lejos de la estupidez de que la homosexualidad sigue siendo considerada por algunos una enfermedad, lo que verdaderamente llamó mi atención es que la supuesta “doctora” considere el cabello corto o salir con muchas mujeres como una característica definitiva para ser lesbiana. En el anuncio, por cierto, se utilizaba la cara de Carmen Aristegui como un claro ejemplo de mujer lesbiana, y es que, ¡claro!, tiene el cabello corto, la pobre se condenó y quedó definida.
Desafortunadamente, la sociedad no ha comprendido que la apariencia no dice todo de un ser humano. Una persona con tatuajes no es un delincuente, un hombre con cabello largo no es homosexual, una mujer con el cabello corto no es lesbiana. La discriminación sigue siendo un martillo que golpea fuertemente a la sociedad, y es casi impensable que en esta época en la que tanto se ha procurado la dignificación de las personas, se sigan permitiendo este tipo de actos violentos que dañan a los individuos y a la sociedad.
En este tiempo, las sociedad debería criticar y sentirse avergonzada por la discriminación, la violencia, la inseguridad, la guerra, el hambre, los niños de la calle, el machismo y otras cuantas situaciones más, no por las decisiones que cada quién toma sobre su vida.
* Estudiante de Letras Hispánicas
de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 17 de mayo de 2014

Colectividad para lograr seguridad

Angélica Ayala Galván
Sábado 17 de mayo, 2014

Ultimamente la violencia se ha convertido en el tema por excelencia en los medios de comunicación, donde se reportan secuestros, homicidios, asaltos que han pasado a ser parte del paisaje.
Las autoridades señalan que para combatir estos hechos han recurrido al mando único, instancia que se rige de manera jerárquica por lo que cada elemento se encuentra a disposición de sus superiores. La palabra mando evoca otros términos como autoridad o poder, lo que permite pensar que el control es su prioridad y para lograrlo preparan a cada elemento bajo un sistema autoritario.
Es evidente que aumentar la fuerza pública no es la solución, porque el problema está asociado a otros fenómenos como el narcotráfico, el desempleo, la corrupción, por sólo mencionar algunos. Las personas han empezado a reclamar, denunciar y exigir que se les garantice al menos dos derechos básicos de los seres humanos, la vida y la libertad de poder realizar sus actividades cotidianas en un ambiente seguro.
Mientras las responsabilidades que le corresponden al Estado no estén cubiertas, la gente estará en su derecho de seguir organizando protestas y marchas para reclamar que las autoridades velen por el bienestar social. Ya lo dice el lema de las policías comunitarias “El respeto a nuestros derechos será justicia”. Las personas no están dispuestas a esperar quién será la siguiente víctima, quizá sea momento de tomar en cuenta la propuesta de “el pueblo cuidando al pueblo”. Como en el estado de Guerrero, donde brindar seguridad fue una de las causas por las que se formó la policía comunitaria, pero actualmente no es su única preocupación, también velan para que sus usos y costumbres se respeten, ahí, lo colectivo es lo primordial y las asambleas son el lugar para rendir cuentas y tomar decisiones. 
Vigilar a los servidores públicos es sólo un primer paso para lograr un sistema más justo, como dijo Simón Bolívar “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Mientras tanto habrá que seguir participando y hacer que la colectividad se convierta en una herramienta para combatir la inseguridad y los abusos por parte de la autoridad. 

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades de la UAEM
angyayala@yahoo.com.mx

sábado, 10 de mayo de 2014

De la muerte y otras argucias

Maricarmen Salazar
Sábado 10 de mayo del 2014

La muerte es unos de los hechos que más angustia al ser humano. Puede presentarse por una enfermedad, un accidente, una epidemia, una guerra o una catástrofe natural, pero lo que impacta no es la forma sino el hecho, no es la muerte en sí, sino nuestro estado de indefensión ante ella. Existen muchos placebos para tranquilizarnos, para justificarnos o para conformarnos: vida después de la muerte, reencarnación, transformación, trascendencia… 
Sin embargo, el temor a la muerte no ha sido suficiente para que el ser humano haya logrado elevar su capacidad humanitaria. La solidaridad suele estar determinada por intereses y conveniencias. Cada vez que hay una intervención por parte de los gobiernos para la resolución de un conflicto no es por la pena de tantas muertes, es por las pérdidas económicas y de poder que estos conflictos implican. Tampoco la intervención de empresas privadas es desinteresada, pues éstas solo buscan beneficiarse es aspectos de imagen, publicidad, reconocimiento y, sobre todo, de varo. Las instituciones que han surgido para mediar conflictos y evitar genocidios, hambrunas y destrucción tienen como dirigentes a diplomáticos que ganan miles de dólares, reciben recursos de los gobiernos, no se hacen cargo de sus gastos médicos, ni vacacionales, ni escolares y, por supuesto, tampoco resuelven los conflictos. Con respecto a las organizaciones de la sociedad civil, las tenemos de todo tipo: de derechos humanos y animales, de derechos laborales, en contra de la discriminación, a favor de la mujer, de la comunidad LGBT, entre otras, que reciben recursos y donaciones. Muchas hacen un arduo trabajo casi gratuito, a veces aportando del dinero propio y arriesgando su integridad física y moral. Otras, solo buscan lucrar.
Pareciera absurdo que necesitemos que la sensibilidad y la ética humana sean reguladas por instituciones, organizaciones de la sociedad civil o asociaciones de cualquier tipo. Sin embargo no lo es, porque por encima del temor a la muerte y la solidaridad, está el deseo de poder y no sólo por parte de quienes ya están en él, sino de una gran parte del mundo que considera necesaria una sociedad jerarquizada porque resulta un consuelo que haya alguien en una situación peor. Esa es una condición humana nefasta, pero común.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades UAEM.



sábado, 3 de mayo de 2014

#Fuera Graco

Claudia Cruz
Sábado 3 de mayo del 2014


Destituir o no destituir al gobernador es la discusión en Morelos. Sacar o no sacar a Graco es la antesala a lo que se aproxima, pues dentro de poco tiempo Javier Bolaños, Matías Nazario, Francisco Coronato, Jorge Messeguer nos pedirán nuestros votos para el relevo del políticamente tímido Jorge Morales Barud. ¿Estamos preparados?
Si bien la democracia no es un campo de flores, sino un campo de diálogo y debates entre ciudadanos y políticos, lamentablemente en Morelos no es así. Por un lado hay una lucha por el poder que se caracterizan por el oportunismo político. Y por otro lado hay una ciudadanía que se caracteriza por su manía al fracaso y ve a todo político como inepto. 
Lo que impera en el ambiente es el #FueraGraco. Esta petición no presume tener una gran propuesta con  estrategia global que integra posturas, sino lo contrario, parece ser una petición que emerge del enojo, la frustración y del oportunismo y se reduce en cambiar a un hombre como si se tratara de un partido de futbol,  sin medir consecuencias, e incluso  posibilitando un vacío de poder y el caos. Esta propuesta no es más que una simulación de participación democrática sana.
Se acercan las elecciones del 2015 para elegir alcalde, no es cualquier cosa pues es en la capital donde se concentra la actividad económica y el mayor porcentaje de votantes potenciales,  ganarla posibilita la hegemonía política y la base para lanzar candidatos a la presidencia. Si los ciudadanos continuamos evadiendo responsabilidades de participación terminaremos construyendo un partido político autoritario que solo benefician a pocos. Sin ganas de caer en un discurso motivacional, creo que en Morelos hay condiciones para fortalecer la participación social e influir en las decisiones que beneficien a las mayorías, creo que podemos distinguirnos de la riña política y llevar el  discurso con análisis y sólidas propuestas.  Entre más próximos a las elecciones la efervescencia aumenta,  prepárense para ver en su timeline  el Street fighterde los políticos y patrocinadores, ojalá la ciudadanía se pueda diferenciar de esta dinámica. 
Posdata: Decían que los mexicanos sólo se expresaban en las redes sociales, que eso es inofensivo, incluso para algunos, estas personas son simples “analistas de sofá”. La reforma Telecom evidencia lo contrario. No debemos desestimar la fuerza y el poder de las redes sociales. 
*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.

@HClaudiacruz

sábado, 26 de abril de 2014

Juárez y el Estado de Derecho

Mauricio Morales
Sábado 26 de abril del 2014


El 21 de marzo de 1806 en San Pablo Guelatao, Oaxaca, nacía uno de los hombres que marcarían la historia de nuestro país: Benito Juárez. Año con año se conmemora su natalicio. No obstante, habría que preguntarnos las razones por las cuales se hace. Una de éstas, sin lugar a dudas, es por ser caracterizado como un hombre entregado a su patria, por ser un republicano y liberal de “hueso colorado”, el primero entre todos, y sobre todo, por ondear una bandera jurídica que hasta nuestros días prevalece: El Estado de Derecho.
Juárez fue el hombre de hierro que se basó en la Ley para controlar al país en tiempos de crisis política y económica. Cobijó a la nación mexicana de su tiempo con un ropaje llamado “Estado de Derecho”, es decir: el imperio de la Ley por sobre todas las cosas. Y es que no era para menos, Juárez era un abogado liberal, pensaba en el laicismo como la única medio que liberaría al mexicano de la opresión ideológica eclesiástica, la cual había prevalecido poco más de tres siglos.
El Estado de Derecho le sirvió a Juárez como escudo materializado en dos armas poderosísimas: La constitución de 1857 y las Leyes de Reforma. Éstas fueron útiles para deshacerse de neutralizar y/o deshacerse de enemigos que “habitaban la misma casa” y otros que querían invadirla: Maximiliano de Habsburgo,los conservadores mexicanos y la estorbosa Iglesia Católica. Su estrategia fue clara y efectiva: Mandar con el peso de la Ley. Juárez triunfó con ello y nos dejó como legado y herencia el obedecer a la Constitución antes que otra autoridad o gobierno extranjero. 

Desafortunadamente, hoy, en pleno siglo XXI hemos visto que el Estado de Derecho juarista es un fracaso, ya que ha sido más violado de que lo que se pueda imaginar, y de quien menos se podría esperar, de los guardianes de la Ley, es decir, de los jueces. Tal parece que el imperio del dinero, ha sobrepasado al imperio de la Ley. Las leyes se compran al antojo de quien tiene el poder para hacerlo. Ante esto, el fracaso del ideal de Juárez nos pone a reflexionar y a pensar en otra manera para gobernarnos. La pregunta se vuelve retórica: ¿Conmemorar a Juárez y su Estado de Derecho es una manera de vivir la ilusión, año con año, de llegar a un Estado perfecto, o acaso, es recordar que cada vez ideal juarista está cada vez más en desuso, lo que implicaría pensar en nuevas formas ideológicas que aseguren el Buen Gobierno, a la manera platónica? Dejo abierto el debate.


*Estudiante de Historia de la

Facultad de Humanidades UAEM.

sábado, 29 de marzo de 2014

Vagón

Irais Leyra
Sábado, 29 de marzo de 2014

Jugábamos a que éramos pasajeros de un tren elegante y que viajábamos por todo el mundo, la cabina era un viejo ropero que alguien abandonó en el patio. La hermana mayor de una de nosotras nos cuidaba ocasionalmente. Era taciturna, yo le tenía una especial devoción. Ella siempre jugaba a ser pasajera con las otras niñas, pero no les agradaba estar a solas con ella. Yo tenía curiosidad. Una tarde me eligió a mí, me sentó frente a ella y acarició mi rostro, sonreí y luego pasó sus dedos sobre mis labios. De pronto se desabotonó la blusa, no tenía sostén y sus senos se asomaban, sentí que me ruboricé y dejé de sonreír. Tomó mi mano y la posó sobre uno de ellos, luego llevó sus dedos a mi entrepierna y presionó, fue doloroso. Comenzó a llorar y mientras seguía presionándome decía entre sollozos que Dios nos odiaba y nos había confinado con ese abismo que da hacia el infierno donde se anidaba el diablo. Nunca olvidaré sus palabras “El Creador le dio a los hombres la forma de entrar a ese abismo para atestar de inmundicia y para llenarnos de vergüenza y suciedad. Somos la tentación del diablo, el castigo de Dios, y todo está aquí, aquí.” Yo estaba aterrada, jamás me había percatado de esa escisión en mi entrepierna, ahora entiendo las palabras de mi madre “No te toques ahí que es cosa del diablo”. Salí del ropero y corrí hacia mi casa, lloré de rabia y odié a Dios, lo primero que vi al entrar fue el cesto de costura de mi madre. Mordí mi labio y me sentí decidida, tenía que poner fin a ese peligro, no podía permitir que algún hombre averiguara lo que tenía ahí. Tomé una aguja y la miré, eso no podía ser suficiente, veía la facilidad con que mi madre deshacía una costura. Había una veladora en la mesilla y concluí que esa sería la mejor solución. La encendí, me senté con las piernas abiertas frente a un espejo y por primera vez conocí ese lugar que siempre me habían prohibido observar. Miré durante un rato. Cerré los ojos y acerqué la llama, el ardor era infinito, pero debía soportarlo, comenzó a brotar un olor desagradable. El dolor crecía igual que mi desprecio por Dios y los hombres. Los gritos se escaparon y mi madre llegó. Aterrada por lo que veía se apresuró a quitarme la vela, me cargó y de inmediato me llevó a un hospital. No había nada que hacer más que esperar a que sanara, eso le dijeron a mi madre. Yo sonreí a pesar del dolor, había logrado desafiar a Dios y le había ganado.

Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.
irasleyra@gmail.com

viernes, 28 de marzo de 2014

Revoluciones

Jorge Salmerón*
Sábado, 8 de marzo de 2014

El General caminaba con desespero por el lugar. Con una mano en la barbilla y la otra en la cadera, le daba fuerte al análisis y a la reflexión. En algunos momentos, se detenía para mirar a su maltratado escuadrón, bajaba la mirada y volvía a encerrarse en sus pensamientos; proseguía nuevamente, caminando de un lado para otro: pensando, reflexionando, planificando, en círculos.
Sus inquietas y fuertes pisadas habían alborotado el polvo, una tos se escuchó en el fondo. Finalmente se detuvo, y con carácter y decisión a su tropa, profirió: “Tenemos que cambiar de estrategia, si queremos lograr algo serio”.
La tropa escuchaba atenta o por lo menos, eso aparentaba. La voz del General, cada vez más ronca, aumentaba y se incendiaba: ¡Algo que impacte, que despostille, si acaso, una pequeña parte de esta inmensa y putrefacta estructura! El ambiente comenzaba a agitarse y a tensionarse. ¡Tenemos que transformarnos radicalmente –rugía el General – nuestra revolución personal, nuestra propia revolución molecular! La lógica del discurso se perdía en momentos -¡Revolución! Individual primero, colectiva después. -¡Ser agentes de contagio!- clamaba desesperado.
-¡Santo cielo, el General ha enloquecido!- se escuchó una voz decir. Yo creo que sólo necesita descansar. En el fondo seguía resonando el discurso del General: “¡Tenemos que sitiar a la realidad para apoderarnos de ella!” Gritaba despavorido. En eso, me percaté que una niña de unos cinco años jugaba en un rincón sin ser vista o siendo ignorada. La escena se volvió irreal. Me sentí con ansiedad, desesperado, inquieto, impaciente y avergonzado. Me levanté, tomé mi rifle y me fui a otro lado del lugar. Trataba de calmar el torbellino que se formaba en mi cabeza. De pronto, una pelota púrpura rodó hacia donde me encontraba; la niña, que también yo había ignorado, fue por ella y la tomó con sus pequeñas manos, me miró con curiosidad, le sonreí y a su vez, ella me sonrió. Se dio la media vuelta y regresó a su espacio, sus sueños, sus juegos y a sus fantasías. Mientras se alejaba, miré el lugar, a la tropa, al General, y volví a mirar a la niña... Mientras se alejaba, sentí el coraje y la frustración más grandes de mi vida: -“No puede ser”- sollozó mi frustración; mi alma comenzó a retorcerse y mi corazón, en mil pedazos; volvió a estallar.

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades, UAEM.

Aquí sentado

Carla Martínez Glz*.
Sábado, 1 de marzo de 2014

Aquí sentado, leyendo noticias, escuchando música, en mi rincón. Listo para comenzar un sábado. ¿Qué hago aquí?... leyendo una vez más. La revista Proceso número 1945 tiene una nota sobre la muerte del actor Philip Seymour Hoffman, cuya muerte fue ocasionada por una aparente sobredosis de heroína, la cual procedía de México. La nota dice que este opiáceo procedía del Cartel de Sinaloa encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán. Continua con mencionar cuántas hectáreas de amapola fueron destruidas durante el sexenio de Zedillo, Fox y Calderón.
Lo siguiente en lo que se enfoca la nota es en subrayar cómo México se ha posicionado en uno de los principales proveedores de este opiáceo para Estados Unidos; incluso estimaciones matemáticas de la Rand Corporation afirma que el 30% de la heroína en Estados Unidos es proveniente de México. Por otra parte la firma privada de Stratfor señala que México se está convirtiendo en el segundo proveedor mundial de heroína. Finaliza explicando cómo la heroína es más barata y fuerte al utilizar el ácido acético y menciona los estados de Estados Unidos en los que está principalmente la heroína mexicana.
Después de leer esto me preparo para ir con mis amigos a ver una película. En las charlas comentamos la noticia de la heroína mexicana, de manera sinfónica caemos en las conclusiones que obviamente ambos países podrían detener este mercado si lo quisieran. Algunos otros temas que conversamos son acerca del cerco del Frente en Defensa de Tepoztlán que se ha formado en la zona arqueológica de Yohualichan y cómo el INAH no ha hecho nada para que la autopista no se realice.
La película que vimos se llama Mi Rebanada de Pastel (Ma part du gâteau). El argumento gira en dos personajes principales, un hombre y una mujer; revela puntos catárticos acerca de las empresas y su participación en la crisis mundial del 2008. El titulo evoca a que paradójicamente en este mundo hay cada vez más beneficios pero pocos son los que pueden acceder a ellos. Discutimos calentándonos la sangre en múltiples puntos y ejemplos de cómo la empresa personifica a miles de empresas en el mundo. Terminamos la charla con un tarro de cerveza en nuestro bar preferido de boulevard Juárez.
Llego a casa, exhausto. Me cepillo los dientes y voy a la cama. Día domingo, aquí sentado, leyendo noticias, escuchando música, en mi rincón. Listo para comenzar. ¿Qué hago aquí?, leyendo una vez más...

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades UAEM.
carlamartigon@gmail.com

Apocalypsi Humanum

Rodrigo Alexander Uribe Cevallos*
Sábado, 22 de febrero de 2014

Me transformé el 30/03/2069-4:27 a.m. Todos llevamos una fecha y una hora exacta en la frente, y sospecho lo que eso significa. Dado el estado de nuestra piel, utilizan placas de metal que fijan con tornillos a nuestros cráneos; la mayoría de las veces se quiebran como cascaron y taladran repetidas veces hasta que se sostiene o no hay más cráneo que taladrar, en cuyo caso, nos rocían con gasolina y prenden fuego para impedir que las arañas se propaguen. Conforme trascurren los días nuestros cuerpos se pudren más y vamos olvidando cosas, a veces hasta se nos olvida olvidarnos de algo. Los Defecadores comen y cagan, nosotros comemos y comemos. Nos juzgan por eso; somos culpables por eso. Nos miran como monstruos porque los comemos, entre nosotros nos comemos, o nos comemos a nosotros mismos. ¿Pero qué hacemos si nos encierran? ¿Qué si nos aíslan? Necesitamos comer, y da lo mismo la propia carne negra o la rosa, no sabe a nada, no es placentero ni desagradable, sólo es comer. Pero los Defecadores nos cortan en pedazos, nos sacan los ojos y juegan golf con ellos para comprobar la dinámica de un cuerpo putrefacto. Nos inmovilizan con correas y abren nuestros cráneos para ver si aún hay actividad del sistema nervioso, nos cortan las venas de 26.5 cm en 26.5 cm para drenar la sangre coagulada, nos amputan miembro por miembro y luego cosen una y otra vez para determinar la composición de la pus de las cicatrices, nos arrancan las mandíbulas para volvernos indefensos y nos encadenan en espacios públicos para volver a socializarnos, y no obtienen nada; nosotros comemos los cerebros y por un instante tenemos recuerdos que nunca olvidamos ni tuvimos, los cuales inmediatamente desaparecen. Ya olvidé como supe esto. Nosotros no nos comunicamos, olvidamos cómo hacerlo. Sólo hacemos ruidos con los restos de nuestras gargantas cuando una reacción involuntaria nos provoca. Nos desplazamos en las antiguas plantas de energía nuclear, nuevas heterotopías que aumentan de forma desmedida. No puedo decir qué somos, mucho menos me interesa entenderlo, pero no pertenecemos a la Historia. Aunque hay un recuerdo que no desaparece y brota en cada masa encefálica que se puede deglutir: “…a Hegel le dan miedo las arañas y le aterran los zombis; por su parte, las arañas tejen formas irregulares y los zombis sólo comen sin comunicarse”.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.
rauc1989@gmail.com

El cuento de horror en el siglo XXI mexicano

Alejandro Ramos*
Sábado, 15 de febrero de 2014

Los hombres elaboramos una caterva infinita de monstruos, algunos reales pero en su mayoría ficticios y sin duda más controlables que los reales.
Ignacio Padilla

El horror como género literario se enfoca en el miedo provocado por criaturas o seres físicos. Hermano del terror y primo del thriller psicológico, el horror es un género que en nuestro país ha gozado de obras de escritores contemporáneos que, aunque breves, resultan sumamente interesantes, como es el caso de El diablo me obligó, de F.G Haghenbeck, cuentos como Perras, de Eve Gil , Gourmets, de Cecilia Eudare, Cicatriz de Andrés Acosta y el gran clásico de fantasmas, Aura de, Carlos Fuentes, quienes han dado muestra de la asimilación e influencia de las obras de los maestros propios del género, como Poe, Lovecraft, Shelley y Stoker, solo por mencionar algunos clásicos, y de otros más actuales, como Barker, Gaiman, King, Rice o la larguísima serie de películas B de asesinos.
Sin embargo, las situaciones y las figuras que nos asustan cambian y se experimentan de manera distinta en cada época, de acuerdo con el contexto, la cultura y el espacio temporal propio de cada región, por lo que la gran cuestión con miras hacia el futuro sería: ¿Qué seres nos asustan a los mexicanos en pleno siglo XXI? De ninguna manera los clásicos monstruos, como son los vampiros, hombres lobo o zombis, los cuales han perdido su trono dentro de los sustos colectivos, pero incluso a pesar de su gran carga emotiva y tradición, son figuras de bronce que han perdido parte de su dulce poder de hacer saltar los corazones de los lectores.
Actualmente, la realidad cotidiana nos muestra imágenes tan crueles que bien podrían ser titulares en el Londres de 1888, rivalizando con los célebres crímenes de Jack el Destripador o donde no sólo lo monstruoso se ha escapado de la ficción, sino que ha sido poseída por seres de carne y hueso. Seres humanos que caminan, duermen, sienten (de alguna manera) y que van al supermercado como todos los demás, el terror se vuelve más presente y cotidiano. Un nuevo género de horror al que podríamos llamar “Narcoterror” se asoma por las esquinas de la narrativa nacional. Sin duda alguna, una consecuencia de la pesadilla real que enfrentan muchos nacionales son las bases de relatos como El penetrante Olor a carne descompuesta o 20 metros bajo suelo, de Hugo Salcedo, ambos abordan el miedo de resultar una víctima de criminales, me parece que esta nueva cara del monstruo, una manera de poder confrontar al miedo dándole un rostro, el cual, sin embargo, ya posee.

*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades UAEM.