viernes, 28 de marzo de 2014

Apocalypsi Humanum

Rodrigo Alexander Uribe Cevallos*
Sábado, 22 de febrero de 2014

Me transformé el 30/03/2069-4:27 a.m. Todos llevamos una fecha y una hora exacta en la frente, y sospecho lo que eso significa. Dado el estado de nuestra piel, utilizan placas de metal que fijan con tornillos a nuestros cráneos; la mayoría de las veces se quiebran como cascaron y taladran repetidas veces hasta que se sostiene o no hay más cráneo que taladrar, en cuyo caso, nos rocían con gasolina y prenden fuego para impedir que las arañas se propaguen. Conforme trascurren los días nuestros cuerpos se pudren más y vamos olvidando cosas, a veces hasta se nos olvida olvidarnos de algo. Los Defecadores comen y cagan, nosotros comemos y comemos. Nos juzgan por eso; somos culpables por eso. Nos miran como monstruos porque los comemos, entre nosotros nos comemos, o nos comemos a nosotros mismos. ¿Pero qué hacemos si nos encierran? ¿Qué si nos aíslan? Necesitamos comer, y da lo mismo la propia carne negra o la rosa, no sabe a nada, no es placentero ni desagradable, sólo es comer. Pero los Defecadores nos cortan en pedazos, nos sacan los ojos y juegan golf con ellos para comprobar la dinámica de un cuerpo putrefacto. Nos inmovilizan con correas y abren nuestros cráneos para ver si aún hay actividad del sistema nervioso, nos cortan las venas de 26.5 cm en 26.5 cm para drenar la sangre coagulada, nos amputan miembro por miembro y luego cosen una y otra vez para determinar la composición de la pus de las cicatrices, nos arrancan las mandíbulas para volvernos indefensos y nos encadenan en espacios públicos para volver a socializarnos, y no obtienen nada; nosotros comemos los cerebros y por un instante tenemos recuerdos que nunca olvidamos ni tuvimos, los cuales inmediatamente desaparecen. Ya olvidé como supe esto. Nosotros no nos comunicamos, olvidamos cómo hacerlo. Sólo hacemos ruidos con los restos de nuestras gargantas cuando una reacción involuntaria nos provoca. Nos desplazamos en las antiguas plantas de energía nuclear, nuevas heterotopías que aumentan de forma desmedida. No puedo decir qué somos, mucho menos me interesa entenderlo, pero no pertenecemos a la Historia. Aunque hay un recuerdo que no desaparece y brota en cada masa encefálica que se puede deglutir: “…a Hegel le dan miedo las arañas y le aterran los zombis; por su parte, las arañas tejen formas irregulares y los zombis sólo comen sin comunicarse”.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.
rauc1989@gmail.com

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