sábado, 27 de septiembre de 2014

¡Qué vivan los estudiantes que rugen como los vientos!

Patricia Romero Ramírez*

A unos días de cumplirse 46 años de la matanza estudiantil de 1968, los estudiantes han vuelto a levantar la voz. Las autoridades del Instituto Politécnico Nacional (IPN) han presentado la propuesta de reforma al Reglamento Interno, y los alumnos han manifestado su rechazo a dichos cambios, debido a que consideran que esto no solo significa la modificación de algunos artículos, sino que representa una política de reestructuración global de toda la institución que atenta contra sus principios fundamentales.
Entre las 79 observaciones que señalan, mencionan que “se omiten funciones sustantivas como la investigación científica, intercambio, extensión y divulgación del conocimiento”; “se incorpora la evaluación de la calidad educativa del docente. Sin embargo, se elimina la responsabilidad académica del Instituto por ofrecer e impulsar programas de formación de nuevos profesores e investigadores”. Asimismo, “la asignación de becas y estímulos para el personal académico ya no se realiza en función de reconocer la calidad del trabajo docente y de investigación, sino en función de los resultados de la evaluación del desempeño. No obstante, no queda claro quién evaluará, los criterios de evaluación y el uso claro de esos resultados en las condiciones laborales del docente”; “en el capítulo 42 se adiciona a la Secretaría de Educación Pública para realizar el reconocimiento oficial de estudios, de esta manera, ya no solo se 
contempla la normatividad del instituto. Esto le da una injerencia directa al gobierno federal en la vida académica del IPN.
Las estudiantes manifiestan que el rediseño del Reglamento Interno estimula la intervención de actores externos, sin vínculo con el proyecto histórico del IPN en la vida académica del Instituto. De igual forma, los derechos de participación estudiantil se ven gravemente afectados al limitarse su derecho a voto, eliminando su participación en los cuerpos de representación. Por otro lado, también se fomenta la vinculación abierta y directa con la iniciativa privada, sin especificar de qué manera esto beneficia o fortalece las actividades sustanciales del IPN. Denuncian que con la implementación del nuevo plan de estudios se les quitará el grado de ‘licenciado’ o ‘ingeniero’ y solo recibirán el título de ‘técnico superior’.
Por su parte, la directora de la institución señala que todos los cambios buscan “armonizar la normatividad interna con la federal, en lo que respecta al Plan Nacional de Desarrollo y a la reforma educativa”, aspecto que solo parece beneficiar al gobierno y la iniciativa privada, mismo que mantiene la consigna de que lo importante es el capital humano, la mano de obra barata. En palabras de un contacto de Facebook, parece que nuestras autoridades siguen en el empeño de “transformar los centro de educación superior en fábricas de técnicos según las necesidades de la industria y las empresas”.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 13 de septiembre de 2014

El árbol de María Luisa Bombal

Maricarmen Salazar*
La literatura hispanoamericana escrita por mujeres ha colaborado a enfrentar las paradojas y contradicciones de la historia que han mitificado la imagen de la mujer. Es decir, en el inconsciente colectivo se tiene la idea generalizada de que la mujer debe cumplir ciertos roles establecidos: hija obediente, esposa abnegada, madre sufrida, entre otros. Este rol pasivo, dócil e intuitivo es representado en el personaje de Brígida en el cuento El árbol de María Luisa Bombal. Sin embargo, la voz narrativa, al ser fragmentada, rompe con la narración cronológica y realista marcando con esta fragmentación, la división de géneros en la sociedad, siguiendo la dicotomía tradicional mujer/hombre como representación de la dualidad desorden/orden, materia/espíritu, o sinrazón/razón. 
En El árbol Brígida crece en una situación de marginalidad dentro del núcleo familiar, lo que la lleva a una vida alienada, de la cual se siente rescatada cuando el mejor amigo de su padre, el cual le dobla la edad, la pide en matrimonio. Sin embargo, esta unión solo la va a hundir en una profunda soledad. Su refugio será el cuarto de baño, mismo que es protegido de la luz solar por un árbol que está fuera de su casa. El mundo natural del árbol ofrece a Brígida la calma y la compañía que no le ofrece el marido, la protege del mundo exterior y del mundo “real”. Este encierro la llevará a un proceso de introspección del cuál será sacada una vez que se enfrente con la luz exterior porque el árbol que la protegía ha sido talado. Esta luz permite a Brígida llenarse de valor y quitarse la máscara que le había exigido llevar la sociedad patriarcal a la que pertenecía. 
La obra de Bombal, en general, cuestiona con ironía la sociedad y la clase en la que le tocó vivir. En este cuento, se muestra como el sistema patriarcal ignora la subjetividad femenina y solo permite su expresión por medio de la alienación. En El árbol, Brígida consigue liberarse del rol establecido sin caer en la locura; logra ver su realidad y transformarse de una mujer sumisa en una mujer consciente y autónoma.
*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.