En
el libro Historia del diablo, siglos
XII-XX, el historiador Robert Muchembled plantea que en el siglo XX la
figura del diablo ha pasado a ser un elemento cotidiano dentro de la vida
occidental, y que ha perdido su capacidad de causar terror a las almas
mortales. ¿Acaso la sociedad actual ha convertido a la figura diabólica en un
bien de consumo más? Desde hace mucho el señor de las tinieblas ha pasado a ser
una figura recurrente que adorna portadas de discos compactos, logos de equipos
deportivos, o personaje de series infantiles. Asimismo, se ha convertido en
parte de la tradición del día de muertos, la cual es ahora un hibrido cultural
entre la cultura mexicana y la estadounidense. También encontramos a este
personaje entre las bellas artes. En la obra El diablo me obligo, del escritor mexicano F.H Hagenbeck, se hace
una burda alusión al personaje, donde seres celestiales e infernales luchan
entre ellos para diversión de los humanos, y las apuestas y el tráfico de
influencias no faltan.
Durante
el siglo XX la representación de la maldad ha sido trasladada del panteón
cristiano a una maldad más real, encarnada en los conflictos bélicos y el
crimen; es decir, la maldad se comenzó a
representar como un elemento más humano y no de influencias divinas. De esta
manera el antiguo símbolo de la maldad parece ser manejada a la voluntad del
ser humano, lo que resulta aún más demoniaco. Esto ha permitido que la visión
de la población se mueva del nivel mítico hacia una manera más humana de
pensar, lo que nos ha llevado a confrontarnos con la imagen de maldad más real
y original: la propia.
Sería
interesante reflexionar de manera histórica la relación que actualmente tenemos
con la figura del diablo, además de contextualizar “la maldad” es nuestra vida
cotidiana sin un enfoque religioso. La obra de Muchembled actualmente goza de
una vasta popular, y nos permite dar una mirada retrospectiva a uno de los
aspectos más antiguos e importantes de la cultura occidental, el cual sin duda
sigue siendo parte de la mentalidad común, aunque ahora se manifieste o
represente con otros símbolos.
*Estudiante
de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.
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