sábado, 1 de noviembre de 2014

Diablo cotidiano

José Alejandro Ramos Soriano*

En el libro Historia del diablo, siglos XII-XX, el historiador Robert Muchembled plantea que en el siglo XX la figura del diablo ha pasado a ser un elemento cotidiano dentro de la vida occidental, y que ha perdido su capacidad de causar terror a las almas mortales. ¿Acaso la sociedad actual ha convertido a la figura diabólica en un bien de consumo más? Desde hace mucho el señor de las tinieblas ha pasado a ser una figura recurrente que adorna portadas de discos compactos, logos de equipos deportivos, o personaje de series infantiles. Asimismo, se ha convertido en parte de la tradición del día de muertos, la cual es ahora un hibrido cultural entre la cultura mexicana y la estadounidense. También encontramos a este personaje entre las bellas artes. En la obra El diablo me obligo, del escritor mexicano F.H Hagenbeck, se hace una burda alusión al personaje, donde seres celestiales e infernales luchan entre ellos para diversión de los humanos, y las apuestas y el tráfico de influencias no faltan.
Durante el siglo XX la representación de la maldad ha sido trasladada del panteón cristiano a una maldad más real, encarnada en los conflictos bélicos y el crimen; es decir, la maldad  se comenzó a representar como un elemento más humano y no de influencias divinas. De esta manera el antiguo símbolo de la maldad parece ser manejada a la voluntad del ser humano, lo que resulta aún más demoniaco. Esto ha permitido que la visión de la población se mueva del nivel mítico hacia una manera más humana de pensar, lo que nos ha llevado a confrontarnos con la imagen de maldad más real y original: la propia.
Sería interesante reflexionar de manera histórica la relación que actualmente tenemos con la figura del diablo, además de contextualizar “la maldad” es nuestra vida cotidiana sin un enfoque religioso. La obra de Muchembled actualmente goza de una vasta popular, y nos permite dar una mirada retrospectiva a uno de los aspectos más antiguos e importantes de la cultura occidental, el cual sin duda sigue siendo parte de la mentalidad común, aunque ahora se manifieste o represente con otros símbolos.


*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.  

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