sábado, 18 de octubre de 2014

Al muy noble y docto señor Lazslo Szesz

*Miguel Ángel Romero Méndez

Nobilísimo señor:He leído  su libro “Para  fabricar  auroras”  y  apruebo de buen grado lo  que ahíexpone.  Si tuviera que definir su obra en pocas palabras, diría que es el acto dehumildad más grande que he visto  en  filosofía  desde aquella  declaración  queSpinoza hizo en el segundo libro de su “Ética”. Los filósofos hemos reflexionadodurante siglos acerca del el mejor modo de gobernar, el mejor modo de pensar, elmejor modo de vivir. Pero pese a que esto significa pensar la totalidad, lo hemoshecho tomando lo subjetivo como ser originario y el resultado ha sido que hemosterminado por negar al individuo. Bien cierto es que, a lo largo de la historia, los filósofos “dirigidos fatalmente por sus instintos han corrido hacia alguna cosa que para  ellos era  «verdad»,  para  ellos  y  sólo para  ellos”  (Nietzsche,  Fragmentos póstumos,  W II  5,  142).  Durante  siglos hemos  tratado  de  imponer  una  cierta racionalidad pero no por enseñar a pensar. Es por eso que todas las propuestaspara alcanzar un orden que termine con el caos, fracasan una y otra vez; y pese aello, nos empeñamos en repetir el mismo método. Erróneamente se cree que lasolución es responsabilidad de unos cuantos y arrogantemente creemos que esospocos predestinados somos los filósofos. ¿Cómo no habría de estar condenado al fracaso  todo  intento  por mejorar  el  mundo  si  quienes  se  dedican  a  encontrar soluciones  lo  hacen como  si  pudieran  ver  las  cosas  sub  specie  aeternitis,olvidando  que  hay una  multitud  de  detalles  y  situaciones  específicos  que determinan  la situación  (lo  que  escuchamos,  el  lugar  donde  nacemos,  las personas con las que nos relacionamos)? Dicho de otra manera, si se olvida que lo único necesario en este mundo es que el Azar determina lo que acontece. En este sentido coincido con usted cuando dice que intentar decir cómo solucionar los problemas  de  la  humanidad,  debemos  preguntarnos  si  es  posible hacerlo,considerando que “este mundo es una red tejida no por la causalidad ni por la casualidad, sino,  en todo caso, por una causalidad posible” (p.  158),   si estos problemas “no serán producto de una cierta forma de pensar” (p. 160) y en caso de ser así, si es posible pensar de otra manera. Por el momento me veo impedidoa comentar más a fondo lo que expone en su libro, pero espero que en el futuropueda hacerlo. 
*Estudiante de filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

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