sábado, 30 de agosto de 2014

Árbol 226

Irais Leyra

Cuando abrí los ojos las escenas eran borrosas y cortadas, sentí dolor en un costado y tenía sabor a hierro puro en la saliva. Me encontraba inmovilizada y en una posición incómoda que adormecía mis piernas y brazos, no podía girar la cabeza. Perdí el conocimiento un par de veces. Las escenas corrían velozmente, desfilaba un árbol y otro, comencé a contarlos, doscientos veintiséis árboles habían pasado cuando la imagen se detuvo. El sol comenzaba a esconderse, o eso parecía, porque el cielo se teñía de gris. Comencé a sentir una desesperación asfixiante, escuché el azote de la puerta, dejé de respirar un momento para escuchar mejor lo que sucedía, mis párpados se abrían exaltadamente para que mis ojos alcanzaran a ver más allá de lo que era posible, pero fue inútil. Sólo podía observar lo que de frente tenía: varada ahí, frente al árbol doscientos veintiséis, era lo único certero. Me encontraba agotada, el dolor y el encierro estaban por vencerme cuando escuché un par de pasos acercarse, abrió una de las puertas y jaló mis pies. Me arrastró hasta tirarme al suelo, intenté gritar pero un escalofrío me recorrió cuando me percaté de la ausencia de mi lengua. El terror me aprehendió e instintivamente traté de defenderme. Atada sólo lograba retorcerme en mi lugar, lloré, lloré e intenté recordar cómo fue que paré en ese acto. Ni siquiera reconocía las palabras de aquellas voces desconocidas, me encontraba boca abajo y solo podía mirar al árbol. La lucidez se me escapó por el llanto, cerré los ojos y decidí que mi alma tenía que abandonarme, pero no me fue concedido, el dolor la abrazó y la obligó a permanecer. Me sacudieron, me golpearon, me cortaron hasta que separaron mi cuerpo que para entonces ya no era cuerpo, era basura que tenía que separarse para acomodarse en un agujero. Hasta entonces comprendí lo que ellos eran: catadores de personas, recolectores de cuerpos, mezcladores de carne y tierra. También comprendí el papel que yo ocupaba ahí: era parte del árbol doscientos veintiséis.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.
irasleyra@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario