sábado, 31 de enero de 2015

Ven, chiquito

Miguel Ángel Romero Méndez*

El abuelo miró a su nieto y le preguntó: ¿quieres que te cuente una fábula?, ¿por lo de la moraleja? Pues ya te quedé mal, fábulas no me sé. Pero te puedo contar una historia donde también salen animales. Y comenzó: “en algún momento de mi vida fui jardinero. Un día, mientras barría las hojas, encontré un pájaro recién nacido bajo un árbol. Ya lo iba a meter a la bolsa cuando vi que se movió; entonces lo puse en su nido. Como los padres nunca regresaron (algún mocoso lo habrá matado con su resortera) y a la dueña de la casa le dio pena el pajarito, se encargó de cuidarlo. Gracias a sus cuidados, el pájaro no murió y a las pocas semanas lo dejó en libertad. Lejos de alejarse, se quedó a vivir en el árbol dónde lo habían encontrado. Con el paso del tiempo, aprendió a responder al llamado de la señora. Esta se paraba en la puerta y decía: “ven, chiquito” y el pájaro iba y se posaba en su hombro. Yo estaba muy sorprendido, porque siempre había creído que los pájaros son estúpidos y no me cansaba de ver como lo hacía. Llegó el momento en el que el pájaro tuvo tanta confianza con las personas que ya no respondía sólo al llamado de la señora, sino que, si yo lo llamaba, también iba y se paraba en mi hombro. Entonces Barbablanca, Barbanegra y Barbacoa no eran nada junto a mí. Todos se sorprendían cuando lo veían, todos comentaban cosas. Un día la visitaron sus familiares. Entre ellos había un niño; el clásico niño repelente: llorón, berrichudo, consentido. El niño repelente casi se muere cuando vio que el pájaro respondía al llamado de las personas. Lloró y pataleó hasta que consiguió que se lo pusieran en sus manos. Jugó con él dos minutos y después lo aplastó mientras sonreía con cara de idiota. Los padres sólo le dijeron: “no, ya lo lastimaste”. Pero no lo lastimó, lo mató.  Ese día lo enterré pero a los dos días ya no estaba; creo se lo comieron unos gatos. ¿La moraleja de esta historia? La verdad es que no sé, nunca había pensado en eso. La interpretación de cualquier cosa es siempre múltiple, casi infinita, así que la moraleja depende de aquel que lea. Podría decirte que la moraleja es que las mejores cosas del mundo son gratis o que hay que disfrutar de los buenos momentos porque se van y no vuelven, pero prefiero que la moraleja de esta historia sea que no importa lo que la vida nos regale, siempre habrá alguien dispuesto a joderlo todo sin recibir su merecido. Pensándolo bien, mejor pon la primera, no te vayan a regañar como cuando te dije que los Santos Reyes eran ladrones.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

sábado, 24 de enero de 2015

¿Qué sigue para Ayotzinapa y para México?

Angélica Ayala Galván*

En el «Festival de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo» se reunieron en Oventik, Chiapas, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y 31 espejos en resistencia contra diversos megaproyectos: minas, carreteras, gasoductos, presas. Los invitados de honor fueron los familiares y compañeros de los 43 desaparecidos en Iguala, quienes están conscientes que no son los únicos buscando justicia.
En esta reunión se hizo evidente que el país está en crisis, pero lo preocupante es la omisión del Estado mexicano. A cuatro meses de la desaparición de los estudiantes, las investigaciones realizadas resultan insuficientes y exponen la ineficiencia de las autoridades, la pregunta es ¿qué sigue para Ayotzinapa y para México? Por una parte, el gobierno busca dar «carpetazo» a este tipo de hechos, denigrar a los movimientos sociales diciendo que son violentos, posiblemente lo hacen para reiniciar una segunda guerra sucia como sucedió en la década de 1960 y 1970 en el estado de Guerrero.
Es innegable que las elecciones del 2015 serán un distractor, la clase política buscará dividir a la población, los candidatos llegarán a pedir el voto hasta los lugares más recónditos del país. Como señaló el papá de uno de los desaparecidos, don Mario César González «cuando nos van a pedir el voto nos dan la mano aunque la tengamos sucia».
Es en este contexto que los familiares de los desaparecidos claman verdad y justicia, hay desesperación, impotencia, pero ha sido el mismo dolor el motor para organizarse, exigir respuestas y caminar a lado de los pueblos que buscan detener a las transnacionales para que no invadan ni saqueen sus territorios.
La propuesta del Festival de las Resistencias es pasar de la indignación a la acción, crear la justicia desde abajo, regresar al trabajo comunitario, impulsando los ayuntamientos autónomos por medio de los usos y costumbres. La normal de Ayotzinapa seguirá con la búsqueda de los estudiantes y a la par buscará ser autónoma. Es un momento clave para México, construir y regresar a las formas de organización autónomas o quedarse en el país donde nunca pasa nada.

* Estudiante de Antropóloga Social de la Facultad de Humanidades, UAEM.

sábado, 17 de enero de 2015

Todos somos… ¿quién?

Patricia Romero Ramírez*

En los últimos tiempos, han surgido movimientos sociales a lo largo de todo el mundo, pues el descontento general es cada día más visible en la población. “Todos somos Ayotzinapa”, “Je Suis Charlie” y “Yo soy 132”, entre otros, han logrado, unificar de alguna manera a la gente, con la intención de hacer eco del descontento, de la rabia y la indignación por los muertos, el fraude, los atentados, la inseguridad y las injusticias mundiales en general.
Unirse a un movimiento y protestar contra los Estados fallidos es un punto de comienzo y una esperanza para que la situación en el mundo cambie; sin embargo, de pronto olvidamos que no solo es el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, sino de los miles de ciudadanos, no solo mexicanos sino también extranjeros, que han desaparecido en México, aquellas mujeres, víctimas de un sistema machista y patriarcal, que día tras día desaparecen para después ser encontradas –si es que son encontradas− murtas, violadas, mutiladas, tiempo después. Asimismo, olvidamos que no solo es un atentado en Francia contra el Charlie Hebdo, sino todos los ataques que la prensa sufre diariamente. La libertad de expresión ha sido siempre coartada, los medios son manipulados y la información llega siempre solo a unos cuantos. Las amenazas y los atentados no caen únicamente en las oficinas de los diarios, sino también en los reporteros, en los periodistas independientes, bloggeros, activistas sociales, entre otros.
Cada movimiento es un grano de arena y un detonante para que la bomba por fin estalle, para que se produzca un cambio radical a nivel mundial; sin embargo, es necesaria la solidaridad y la unión de cada uno de los movimientos, necesitamos una movilización global. Cada uno de nosotros es ese muerto inocente en la guerra, el periodista asesinado, la mujer violada o asesina, los niños de la guardería ABC. Los movimientos no deben ser excluyentes, hay una necesidad de ser inclusivos, de aprovechar todos los momentos para alzar la voz, para que cada caso anónimo se convierta en público. Como dice Ismael Serrano, “la tristeza, si es compartida, se vuelve rabia que cambia vidas”, y compartir esa tristeza debería ser la bandera y el bastón.

* Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades, UAEM.
andro0717@gmail.com

sábado, 3 de enero de 2015

Ayotzinapa

Claudia Cruz*

Si ponemos las palabras violence, corruption and Mexico en la sección de noticias de Internet, vamos a encontrar reportes de la prensa internacional sobre el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. La razón es claro, pues se trata de un caso  abierto en el que no ha llegado la justicia y  no se han solucionado los problemas de fondo, lo que hace probable que sigan habiendo desaparecidos  por parte del Estado. El problema no se puede superar hasta que haya justicia y se garantice la vida, mientras vamos a seguir encontrando corrupción, violencia y México relacionados con Ayotzinapa. 
En el ambiente se percibe la indignación y el enojo, y es que el suceso per se es inadmisible y el agregado por la manera en el que el Estado y las instituciones han respondido ha provocado movilizaciones masivas a nivel nacional. Hay un sentimiento generalizado en la sociedad mexicana, pues día a día nos encontramos con casos de corrupción, de muertes, de impunidad lo que hace que  esto no es un tema nuevo. Es por eso que el caso Ayotzinapa tiene tanta fuerza.
Este movimiento dentro del contexto nacional se ubica en una serie de sucesos donde la población ya se venía expresando por lo menos desde el 2011: El Movimiento de Justicia y Dignidad que encabezó Javier Sicilia por la dolorosa muerte de su hijo y el movimiento No Más Sangre en el 2011 que quería revertir la guerra contra las guerras; el movimiento estudiantil #YoSoy132 que rechazaba la manipulación mediática en el 2012 y las movilizaciones posterior a las elecciones que rechazaban a Enrique Peña Nieto como presidente; en el 2013 con las reformas energéticas y éste año el caso de Ayotzinapa. Los movimientos anteriores no han fracasado del todo, pues han ido más allá de su propuesta inicial, sobretodo han sembrando semillas de conciencia, lograron que la misma gente siga participando y que otros sectores de la población se una. Estos movimientos de los últimos años son coyunturales, son síntomas de una sociedad más organizada, más informada, más activa, es síntoma de una transición hacia algo, que espero, sea mejor. El caso Ayotzinapa ha logrado unir de nuevo a la sociedad, a sacarla del sofá para manifestarse, a luchar por un México mejor.  

* Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades, UAEM.
@HClaudiacruz