domingo, 27 de septiembre de 2009

Inexplicable, complicada y grandiosa

Angélica Ayala Galván*

Sábado, 26 de Septiembre de 2009

A lo largo de la historia, los hombres han creado infinidad de inventos. Sin duda, uno de los más extraordinarios ha sido la música. Su grandiosidad es inexplicable, debido a la diversa gama de estilos y géneros que han surgido con el tiempo.

La música forma parte de un lenguaje mundialmente conocido, a través del cual, se ha logrado un punto de unión entre sociedades que tienen diferencias culturales, políticas o económicas.

La música es más que sólo palabras o notas, es la expresión de sentimientos y sensaciones que la mayoría de las veces los seres humanos no logran explicar de otra manera. Es el lenguaje de la metáfora, porque a través de ella, cada ser humano se ve identificado de acuerdo a sus diversas impresiones o emociones que este viviendo en el momento de escuchar una melodía.

Por medio de la música, podemos expresar nuestras alegrías, tristezas, amores, sueños, deseos o ideas. Debido a que son sentimientos comunes en los seres humanos permiten que el lenguaje musical se vuelva universal. La música no sólo es la expresión de sentimientos, también lo es de inconformidades sociales, como la discriminación, la pobreza o las guerras.

A su vez, la música ha conseguido marcar diversas épocas, como es el caso del rock en los ochentas; también ha logrado determinar una tendencia o moda en la manera de vestir y de hablar. La música es un proceso cultural que ejerce una influencia en la creación de subculturas que se ven identificadas con ciertos géneros musicales como ha sucedido con el movimiento gótico o dark.

También es el reflejo de la diversidad de pensamientos, ingenio y creatividad en los seres humanos, es la muestra de lo que podemos ser capaces de realizar. Del mismo modo, nos devela que a pesar de las diferencias ideológicas y gustos diversos, podemos aprender a convivir y conocer nuevos pensamientos.

Lo importante es entender que los seres humanos pertenecemos a un mismo mundo con diferentes gustos musicales, de los cuales podemos instruirnos cada día, teniendo en cuenta que cada estilo tiene la misma importancia. No debemos olvidar que, a pesar de ser diversos, al final pertenecemos a una misma cultura.

* Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM

sábado, 19 de septiembre de 2009

La gangrena de Morelos


Sábado, 19 de Septiembre de 2009

Si bien es cierto que la economía ha sufrido una debacle lamentable desde las altas esferas hasta tener un impacto trascendente en los sectores más vulnerables, también lo es que para rematar, padecemos un estado de putrefacción permanente en áreas sensibles como lo son la seguridad y la procuración de justicia, y esto precisamente se evidencia al momento de esperar (sentados) que las autoridades correspondientes nos garanticen nuestro derecho de ser y expresar, lo que nos conduce y sumerge cada vez más en miedos hasta llegar a la paranoia.

Y lo que es aún más paradójico, es que a quienes el Estado encomienda la protección de sus habitantes son quienes transgreden cotidianamente –hasta convertirse en algo más que normal– los derechos humanos, dejándonos en una total vulnerabilidad e incertidumbre, porque ahora no sé sabe de quién cuidarse, si de los que las autoridades quieren definir como delincuentes o de los supuestos guardianes del orden, que cada día se ven más involucrados en desapariciones, torturas, levantamientos y homicidios, que son listas interminables que quedan en sombras de impunidad y omisión.

Y no sólo es eso, sino que hay cada vez más tensión, parálisis y poco a poco la desaparición de una libertad, que desde siempre ha sido abstracta, pero con esto, se vuelve más utópica e inalcanzable. No se puede confiar en nadie. Sólo algunos cuantos nos atrevemos a caminar sin temor o mínimo no nos dejamos envolver de esa fobia social que se alimenta, crece y se reproduce hasta explotar.

Pareciera que son temas y opiniones trillados tanto en los discursos oficiales como de quienes nos inconformamos con la necrosis que vivimos día con día. La misma que orilla a Morelos a la amputación de la libertad de sus habitantes, de nuestros derechos humanos. Esa gangrena social que lo enferma y lo mutila cada vez más. ¿Qué quedará de Morelos? A esto, algunos cándidos cuestionarán de qué sirve insistir en opiniones redundantes que no llevan a nada, pero ¿de qué sirve también tanto silencio que cargamos históricamente? Es necesario ratificar nuestra denuncia, tal vez algún día se pueda escuchar a una sola voz, no se puede perder la fe, que ya bastante hemos perdido.

* Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Creo que Dios era machista

Patricia Romero Ramírez*
pwa1012@hotmail.com

Sábado, 12 de Septiembre de 2009

Hace unos días, la antropóloga Livia González me hizo el favor de prestarme un libro de Marcela Lagarde, titulado Los cautiverios de la mujer: madresposas, monjas, putas, presas y locas, en el cual encontré la siguiente cita:

“Cosmogónicamente la mujer aparece cuando el hombre ha dado nombre a todo lo que le rodea. Es presentada como un ser secundario, dependiente de él. [...] Surge de su costilla, y le pertenece porque es parte de él”.

Mi cerebro comenzó inmediatamente a discutir con la religión y pensaba: ¿quién fue la persona que primariamente decidió escribir que la mujer fue desprendida de una costilla del hombre?, ¿quién puede asegurarme que no fue al revés y el hombre fue creado del dedo meñique del pie derecho de la mujer? Hasta donde yo tengo entendido Adán y Eva no dejaron un testimonio escrito de que lo anterior había sucedido de aquella manera (y sino son ellos –que fueron los directamente afectados en esta acción– los que lo escribieron, a nadie le creeré), entonces, ¿quién fue el cerebro tan “sabio” que dijo lo anterior?

Después de muchas vueltas, llegó a mi cabeza la idea de que La Biblia es como una novela histórica. Algo de verdad, algo de surrealismo, pero a veces tan entretenido como un libro de García Márquez. La mujer en ningún sentido puede ser inferior al hombre y mucho menos pertenecerle, quizá el perro o el carro de lujo que tanto presumen les pertenezca, pero la mujer en definitiva no.

La astucia de la mujer será siempre el soporte del hombre, pero esto no indica dependencia y mucho menos inferioridad, yo lo consideraría como mera nobleza o solidaridad.

Para concluir (y para no tener que salir corriendo por los macanasos varoniles) sé bien que existen hombres magistrales pero para nuestra mala fortuna estos son contados, y sé también que algunas mujeres suelen afectar bastante la imagen de nuestro género (Elba Esther Gordillo, por ejemplo) pero no pretendo aquí definir cuál es mejor o peor, simplemente comparto mi duda: Lo citado en un principio se encuentra en las “Sagradas Escrituras” y éstas son la palabra de Dios, entonces, ¿será que Dios era machista?

* Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Al público talentoso

César Hernández Bahena
khampa-68@hotmail.com

Sábado, 05 de Septiembre de 2009

El director de la orquesta marcó el término de la pieza y el público se volcó en aplausos, mientras el maestro de ceremonias pedía que fueran más fuertes y de pie para reconocer el trabajo de los músicos, que al igual que el director, explotaban su talento al máximo en cada una de sus piezas. El talento de los músicos fue enérgicamente reconocido, así como el trabajo de los organizadores; hasta el entusiasmo del presentador fue reconocido, pero faltaba el merecido aplauso al público que disfrutó de aquella presentación que concentraba su atención en cada compás, porque no cualquiera aprecia el talento ajeno empleando el propio.

Comprender a fondo las obras artísticas también es un arte. El espectador se compromete con su percepción, la emplea cautelosamente para lograr comprender lo que el artista pretende comunicar en su arte. No es tarea fácil emitir un juicio sano sobre al quehacer artístico, es necesario saber lo que se quiere expresar pero es más indispensable aún ser consecuente con ese sentimiento interno que nos lleva a degustar algo.

Es en este deleite en donde se concentra el talento necesario para ser realmente un público espectador; aquel que aplaude y ovaciona cuando algo es realmente de su agrado y guarda silencio en señal de desapruebo cuando lo expresado no cumplió la expectativa del creador. No solamente se trata de escuchar y reconocer el esfuerzo de los demás, en este caso, es necesaria la sinceridad para expresar un criterio aceptable; pero también expresar disgusto por las malas formas y es imprescindible dar a conocer nuestra opinión de la manera más apropiada.

El talento artístico no es una característica de todos los que se llaman artistas (de esto hay miles de ejemplos) y del mismo modo no todo oyente es parte del público, aquel que se compromete con su papel de crear grandes artistas y desechar a los que gandallamente se colgaron ese apelativo sin tener ni siquiera una mínima noción de lo que eso significa.

Hoy en día y cada vez más, se hace necesario que todos los que leemos, escuchamos y observamos nos demos cuenta que no todo lo presentado de una forma pretendidamente artística es arte. Debemos creer y confiar en nuestra percepción y expresar la emoción que estas obras nos provoquen, reconociendo el esfuerzo y dejando la compasión por los malos artistas.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la UAEM.