sábado, 14 de mayo de 2011

El costo de la moda

Angélica Ayala Galván*
Sábado, 12 de febrero de 2011 

Cada día los seres humanos construyen nuevas vías de comunicación, de transporte, incluso cada vez hay más posibilidades de acrecentar el periodo de vida.
La posibilidad de acceder a estos recursos tecnológicos forma parte de un sistema capitalista en el que las personas, la mayoría de las veces son el punto clave al ser considerados como consumidores no sólo de objetos sino también de ideas. Ideas que se reproducen concientemente a través de los medios de comunicación con la finalidad de poder controlar a la sociedad incluso en su pensamiento.
En la actualidad los nuevos medios tecnológicos como el Internet o los celulares se han convertido en las vías de comunicación por excelencia, incluso forman parte indispensable en la vida de algunas personas que suelen estar al último grito de la moda tecnológica.
Pero estos objetos no sólo son indispensables por sus comodidades o beneficios, sino también porque a partir de ellos se obtiene dinero que enriquece a algunas personas y a otras apenas si les permite sobrevivir. Como en el caso de las personas que habitan en África, específicamente en la región del Congo quienes tienen que pasar días o semanas entre las minas con tal de conseguir el “nuevo oro mineral” llamado Coltán que sirve para poder fabricar los microprocesadores de los celulares.
Actualmente formamos parte de un sistema consumista en el que pocas ocasiones se cuestionan qué hay detrás de cada producto, qué daños se producen ecológicamente o qué implicaciones sociales presenta.
Cada vez la tecnología va en aumento y con ello también las ganancias para las empresas que la producen, no así para las personas que consiguen los recursos para su fabricación.
En la actualidad el interés de las empresas por obtener el control económico de los recursos tecnológicos y naturales está generando la muerte de seres humanos, lo anterior permitir recordar que la explotación sigue presente. Por ello, seamos críticos al momento de decidir lo que consumimos, porque quizá esto sea lo único que nos queda en un mundo globalizado que se encuentra controlado por un ente enorme que nadie conoce pero que nos tiene vigilados. 

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.