domingo, 27 de junio de 2010

Contaminación mental

Patricia Romero Ramírez
andro0717@hotmail.com
Sábado, 26 de junio de 2010

Fernando Delgadillo dice: “se puede hablar tendido y largo tiempo del daño de (la) contaminación que ensucia ambiente y medios de la comunicación, a México, a sus dirigentes y hasta su revolución”. Resulta impresionante darse cuenta de que este fenómeno no sólo afecta al medio ambiente, sino que va más allá. Hay una que se realiza desde arriba, desde aquella gente que a diario intenta movernos los hilos; existe también una contaminación mental. Como armas fundamentales: los medios de comunicación; donde se juega un tablero de discursos manejados, de manipulaciones psicológicas y piezas elementales movidas a conveniencia de lo que se necesite provocar.
Cuando no es la niña encontrada entre el colchón y la cama, es el político desaparecido, o la llegada del mundial, todo acomodado estratégicamente para mantener una sociedad entretenida, enajenada de una realidad que las más de las veces prefiere no ver.
Sorprendente es la parálisis vital que provocó la llegada del mundial. La Secretaría de Educación Pública (SEP) autorizó la suspensión de clases durante los partidos de futbol, y los noticieros se congratularon transmitiendo las imágenes de todos los niños en las aulas, gritando centenar y medio de groserías en lugar de practicar las tablas de multiplicar; ¿acaso vale más la pena tenerlos ahí dos horas mirando el futbol a estudiar literatura, o ciencias naturales?
Viene el gobierno muy patriota apoyando a su selección y a compartirlo con todo su país, ¿pero solamente se es orgullosamente mexicano a la llegada del mundial, o las celebraciones patrias?, ¿y entonces el movimiento del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) no es problemática importante en el país y por eso estorba en la plancha del zócalo capitalino para colocar la pantalla gigante?
Se gastan millones de pesos en la selección, y ¿para qué sirven?, ¿por qué no se invierten en educación? Simple, porque al gobierno no le interesa tener gente que reclame sus derechos, que maneje un discurso propio. Yo no digo que la televisión o el fútbol sean malos, sólo considero que los ciudadanos deberíamos marcar un límite, tener la libertad de elegir: ¿simple entretenimiento o la total enajenación?, ¿reciclamos lo que entra a nuestra mente o lo echamos todo revuelto dándole la misma utilidad?

sábado, 19 de junio de 2010

La contradicción de la guerra

Roberto Monroy Álvarez*
Sábado, 19 de junio de 2010

Juan Villoro ya lo dijo: “vivimos una realidad paralela”. Por un lado un discurso institucional quiere brindar “la seguridad” de toda una democracia digna, y por otro lado, en cada esquina se vislumbran hombres armados, en cada pueblo llueven balas y una guerra civil controla a la población. ¿Confusión de términos? ¿Lucha entre la oposición seguridad-violencia? Cómo saberlo. Lo seguro es que hay una superficie y un fondo: una superficie militarizada y un fondo ambiguo en la retórica oficial (pacificador o político). La inteligencia federal propone una guerra para conseguir la paz, estrategia equivalente a la que se usó en la guerra de Irak, donde se planteó el exterminio para conseguir la seguridad. Hay que aceptarlo para entenderlo: la verdad es que vivimos en el exterminio del equilibrio social. La sombra del narcotráfico cubrió los rincones más olvidados del país desde que se declaró la guerra a un enemigo que no está definido, un enemigo invisible si se quiere, un enemigo al que no se le puede tomar la bandera. Las calles se llenan de órganos humanos mutilados y el Estado pretende hacer caso omiso a la población que dice: “la guerra contra el narco la está perdiendo el gobierno”. Lo más interesante es ver, a partir de esta realidad, como la narrativa federal crea a su propio enemigo; es el Estado quien propone la ilegalidad, quien juzga, de esa masa inmensa llamada pueblo, cuál de todos es el transgresor. Podemos decir que mientras exista el discurso de la legalidad-penalización existirán enemigos a los cuales cazar, ergo: sin Estado no hay narcotráfico. Para finalizar (y retomando a Villoro en su ensayo premiado La Alfombra Roja) no pueden imaginar mi sorpresa cuando escucho a las innumerables estaciones de radio trasmitir los legendarios narcocorridos, y más aún cuando vi a la banda Ska-P tocar su canción Cannabis en tierra mexicana, ante una audiencia del Vive Latino que pregonaba la legalización con cada coro de dicha canción. No hay duda, el universo paralelo de la narcocultura trasciende entre el pueblo (en la misma gente que el Ejército protege). Prueba de ella son todas las divagaciones que escribo acerca del temido narco, con ayuda de una legal taza de café.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM

sábado, 12 de junio de 2010

Un año de pensamiento y reflexión

Salvador García
Sábado, 12 de junio de 2010

Hace un año se inició esta aventura llamada Torre de Babel: un espacio hecho por los jóvenes humanistas de Morelos, cuyas inquietudes confluyen en la Facultad de Humanidades de la UAEM. Literatos, antropólogos, filósofos e historiadores en formación han dado su punto de vista sobre diversos temas, desde la sociología hasta el arte, desde la música hasta la política, sin dejar de lado luchas, inquietudes y pasiones personales.
Igual de heterogénea es la calidad de los textos. Este aspecto, más que una deficiencia, es una riqueza de la columna, pues con ello se demuestra la multiplicidad de colaboradores de Torre de Babel que, sin dudarlo, se ha convertido en el espacio privilegiado desde donde puede conocerse el pulso de toda una generación.
Los columnistas demuestran con ello que la juventud no es ese concepto abstracto que tanto se utiliza en los discursos oficiales o con fines netamente propagandísticos. Demuestran que la juventud no es esa masa irracional que va a la Universidad sólo para obtener un título de esterilidad de pensamiento y cuyo principal objetivo es llenar los bares de la ciudad y aparecer “disfrutando” de una fiesta eterna, como lo han querido vender por años, diversas instituciones y medios del estado. Demuestran que la juventud es una comunidad que, respetando la individualidad de sus miembros, piensa la realidad, discute las anomalías de sus circunstancias y realmente pugna, desde su trinchera, por llevar a cabo un cambio en su entorno.
En Torre de Babel el logos se cuida, se defiende y es la principal arma de los jóvenes columnistas. Constituir un discurso nunca es fácil. Estos estudiantes no lo intentan, sino que lo realizan de la mejor manera posible, con los claroscuros que ello representa. Llevar a cabo un proceso de abstracción de la problemática social, con el fin de intentar respuestas desde el poder de la palabra, siempre es gratificante; que esto mismo lo realicen los universitarios, se vuelve infinitamente enriquecedor.
Simple y llano: no existe otro espacio para los humanistas en formación como éste en ningún medio, ni escrito ni electrónico, del estado. Por eso mismo es necesario agradecer a todo el equipo de La Jornada Morelos, en especial al subdirector Jaime Luis Brito, por haber tenido la visión y la sensibilidad de abrir las puertas de este diario a las voces jóvenes y pensantes de la entidad. Para Samanta Brito, Davo Valdés e Isaac Pueblita, así como para todos y cada uno de los colaboradores de Torre de Babel va mi reconocimiento, pero sobre todo una exigencia: el camino andado demanda un esfuerzo mayor en cada colaboración; sigan demostrando, como hasta ahora, que ni en sus palabras ni en su vida hay cabida para el silencio y la abulia. ¡Felicidades!

sábado, 5 de junio de 2010

Recortes visuales

Luis Andrés Hernández Rodríguez*
Sábado, 05 de junio de 2010

Recuerdo como si hubiera sido hoy por la mañana. Me adentré a una selva inhóspita fuera de lo común por aquellos rumbos del Amazonas, me llenaba de un constante miedo, una fuerza extraña me atraía más hacia el corazón de la selva. Por momentos, mi cuerpo se daba por vencido pero esa atracción a lo desconocido era más fuerte, en cuestión de segundos recobraba fuerzas, me veía obligado a seguir andante. Un día de tantos, elevé mi rostro para poder observar la belleza de la luz resplandeciente compactándose con las hojas de los árboles, mi mirada fija alcanzó a descubrir infinidad de pequeños hombrecillos, era observado hasta el más mínimo movimiento, comenzaron a emitir armoniosos cantos. Me veía envuelto y me enamoraba segundo a segundo, mi mente se alejó completamente de mis sentidos y mi corazón comenzó a descubrir sonidos nunca antes escuchados, entre susurros escuchaba: ¡Ella te espera! Aquellos hombrecillos bajaron apresuradamente, fui escoltado entre música y una enorme caravana hacia un valle lleno de frutos psicotrópicos nunca vistos, probé de todos ellos, el cielo se tornó naranja rojizo, comenzaron a invadirme esas ansias de danzar y ser parte de ellos. El anochecer se hizo presente y entre carcajadas de tranquilidad, una luz paradisíaca deslumbró el horizonte, una mujer de piel blanca y extremada belleza apareció en medio del valle. El silencio se adueñó de todo. La miré fijamente a los ojos, ella acarició la larga cabellera que caía por mis hombros y en instantes, desapareció. Comprendí que esa mujer misteriosa había sido esa fuerte atracción que me había conducido hasta ese lugar. Después de lo sucedido, todo me era extraño, solo quería regresar a ese lugar. Cuando me vi rodeado de las cuatro paredes de mi habitación, con la resaca después de una noche de ron blanco, todo fue tan complejo, las interrogantes resultaban cada vez más agresivas, tenía miedo de pensar que todo había sido una intoxicación mental, resultaba difícil imaginar que nunca volvería a vivir lo vivido en aquel valle rodeado de colores fluorescentes, de no poder volver a mirar a los ojos a aquella misteriosa mujer de la cual estaba enamorado. Me aterra pensar que sólo viviré con aquellos recortes visuales que perduran en mi mente.

*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades UAEM