viernes, 15 de julio de 2011

Las máscaras de la violencia

Edalit Alcántara Pérez* 

“Eran dos chavos, uno homosexual y el otro normal” 
Comentario de una estudiante de antropología en clase de género.

El 17 de mayo es la fecha que se ha designado para conmemorar El Día Internacional Contra la Homofobia, sin embargo, un día no es suficiente para aniquilar la ola de violencia que este grupo ha sufrido a lo largo de la historia.
Cuando se pronuncian las palabras violencia contra los homosexuales a nuestra mente vienen imágenes de hombres y mujeres golpeados o muertos debido a sus preferencias sexuales, y es cierto, pero qué hay de esa otra violencia y discriminación que no deja huella pero se materializa en el lenguaje. El mundo mantiene una relación de interdependencia con las palabras, entendiendo que éstas tienen una carga valorativa con la cual se jerarquizan las cosas, por lo tanto estos clichés del lenguaje generan estereotipos y determinan nuestra visión del mundo o en palabras de Derrida “el prejuicio no deja espacio al juicio”.
Hay que escuchar lo que las palabras callan, pues de esta manera podemos comprender que los significados no están en las cosas sino que nosotros asignamos esos significados a las cosas, en muchas ocasiones de manera arbitraria y la mayoría de las veces sin darnos cuenta.
El epígrafe elegido muestra que la estudiante de antropología ni siquiera se percató que su comentario es discriminatorio, pues nos remite a un opuesto binario: heterosexual/homosexual desprendiendo un elemento que se coloca en el centro, la heterosexualidad, dejando al otro elemento, marginado; desprendiéndose una nueva dicotomía normal/anormal y una pregunta en el aire, ya muy gastada y que pensé que ya se había superado, ¿qué es lo normal? Esta situación  me remontó a los criminólogos mexicanos del XIX que consideraban que las desviaciones sexuales eran antinaturales, antisociales y se vinculaban con la delincuencia. Todo esto situados en pleno siglo XXI y con una revolución sexual acuestas.
Pretendo enfatizar que la violencia física no es el único mal que aqueja a los homosexuales, pues por medio del lenguaje también se genera y naturaliza la violencia. Hasta la fecha me sorprende las millonarias campañas que se han emprendido contra la homofobia que no han logrado sensibilizar ni a los universitarios, pues no sólo se trata de convertirse en un merolico que repite los conceptos sino que éstos se conviertan en una herramienta que desenmascare el contenido ideológico subyacente que deja constancia de la exclusión, explotación y violencia que los grupos, mal llamados  minoritarios, sufren.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

No hay comentarios:

Publicar un comentario