viernes, 15 de julio de 2011

¿Feliz día niños?

Ricardo Molina Domínguez*
Sábado, 7 de mayo de 2011

Festejar la infancia es, sin duda, importante no sólo para los niños, también para los que no somos tan niños pero que conservamos bellos recuerdos de nuestra infancia, incluso características propias de un niño, no hablo de inmadurez, que no es sinónimo de pocos años vividos, hablo tal vez de inocencia, de capacidad de asombro frente al mundo y de otras cosas sin las cuales la vida seria monótona y gris.
Hablar de niños es hablar de alegría, esperanza, sueños; sin embargo no siempre es así, ya que hay niños cuya vida sí es monótona y gris, más que gris, sombría. Hoy pido que pensemos en aquellos niños que parece que nos son ajenos, pero que están en todos lados, que vemos siempre. Pido que pensemos en los niños que han sido o están siendo violentados.
Pensar en los niños y niñas en situación de calle, abandono, negligencia por parte de sus padres o tutores, en aquellos que son víctimas del tráfico de personas, de esclavitud, de pederastas, de redes de prostitución y pornografía; pido pensar en aquellos niños y niñas víctimas del maltrato físico, emocional y sexual.
Pensar la violencia infantil es hacer conciencia de que esto existe, es dejar de hacerse de la “vista gorda” e ir más lejos, ya que exige levantar un grito, como el que se ha escuchado en esta ciudad, un ¡YA BASTA! Es gritar por aquellos que por miedo no lo hacen o que simplemente no pueden gritar.
Pensar la violencia es no excluir a la infancia, ya que muchos niños no sólo son vulnerables a ella, sino que la viven día a día; pensar la violencia es dejar de pensar que es normal, dejar de confundir la corrección con la violencia que hace daño, que lastima el cuerpo y el espíritu; dejar de creer que la letra, la educación, la buena conducta sólo es posible con sangre.
Pensar en sangre, también es pensar en violencia, en muerte; muerte violenta de la que no está excluida la niñez; seamos conscientes de ello, exijámonos decir ¡YA BASTA! Exijamos a la sociedad gritarlo; y exijamos a nuestro gobierno, a nuestras instituciones hacer lo propio, para que esto no siga sucediendo y se creen los medios de denuncia y de castigo para aquellos que violenten y afecten la salud física y mental de cualquier niño o niña.
Festejar la infancia significa defenderla, alzar la voz cuando ésta se vulnere y no sólo indignarse; dejar esa actitud indiferente y reflexionar en las actitudes propias de violencia. Festejar la infancia es luchar por preservar esas sonrisas espontáneas que le dan luz al día.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

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