domingo, 17 de febrero de 2013

I love my vagina. Mi cuerpo es mío

Samantha Brito*
Sábado, 24 de noviembre de 2012

Una de las vías que se ha discutido como el camino para el empoderamiento de las mujeres es el tener control sobre su vida sexual, erótica y reproductiva, es decir, decidir por la maternidad o no y ejercer su sexualidad concibiendo al placer como un elemento necesario para su bienestar. Este proceso de empoderamiento tiene distintos niveles, implica más allá de la información que pueda obtenerse o brindarse. Nos encontramos ante obstáculos de naturaleza cultural que son el miedo y la culpa como mecanismos de control sobre el cuerpo de las mujeres aunado a un aprendizaje sistemático de su propia cosificación, es decir, las mujeres aprendemos a reducirnos a un objeto, una propiedad y una víctima.
El miedo es un elemento cultural que forma parte del imaginario social sobre el control de los cuerpos principalmente los de las mujeres, lo cual trae consigo una carga simbólica que resguarda lo permisible, lo prohibido y su respectiva represión. Cuando no nos sujetamos a ese miedo histórico y accedemos a ese placer tan satanizado como es el sexual nos provoca culpa, temor, inclusive la muerte. Por lo tanto, las mujeres no concebimos nuestro cuerpo como nuestro territorio y pertenencia. Culturalmente no se nos permite concebir más allá de este sentido existencial (masculino) que nos reprime y nos mutila sexualmente, vulnerando la salud en todos sus niveles, es decir, la violencia se nos ofrece como natural, merecida y acatada so pena de transgredir las expectativas sociales y merecer sanción. 
Por esta represión cultural es que tocarnos es malo, impuro, nuestro cuerpo es sucio al igual que las relaciones sexuales, la interrupción del embarazo es un asesinato, orillándonos a aprender que estamos predestinadas a la maternidad, a la violencia en nuestras relaciones erótica-afectivas, todo ello resguardado la monogamia, la heterosexualidad y el matrimonio que sólo miran hacia la subordinación y la dependencia. Ejemplo de ello es la masturbación como una forma de autoconocimiento erótico y un elemento clave para apropiarnos de nuestro propio placer, mirarnos, atrevernos a tocarnos, conocer nuestro cuerpo en general para una detección oportuna de algún padecimiento como es el cáncer de mama. Dentro de percibir la autonomía de nuestro cuerpo está el concebir que la maternidad voluntaria y la interrupción legal del embarazo representan derechos humanos que garantizan un bienestar integral de las mujeres. 
Es decir, podemos decidir qué hacer o no con nuestro cuerpo porque sencillamente nos pertenecemos a nosotras mismas. Y este aspecto, la apropiación del cuerpo representa el camino para lograr un proceso de autonomía, reconocerse como una sujeta de derechos y que dentro de sus derechos principales está el vivir sin violencia, el derecho al placer y a la vida. 

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.
lamunequitaverde@hotmail.com

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