sábado, 16 de febrero de 2013

Del Ser a la Nada

Rodrigo Alexander Uribe Cevallos*
Sábado, 6 de octubre de 2012

(Monólogo basado en las frases encontradas en el papel de baño que el Tiliches llevaba en la bolsa izquierda de su pantalón junto con cuatro paquetes de gasas esterilizadas. El cuerpo nunca fue identificado por un familiar por lo cual no se sabe su nombre. La única información que se tiene sobre él proviene de una denuncia por violencia que el joven Juanito Gaona interpuso en su contra, nueve días antes de que reportaran el cuerpo, por la cual fue detenido y puesto en libertad tras seis días ya que el joven no regresó a identificarlo; según la versión del joven Gaona el susodicho lo agredió sin motivo alguno, presuntamente debido a una intoxicación por inhalar limpiador de PVC, por su parte, el Tiliches refirió: “ese puto güerito quería enseñarme a vivir que porque soy un pinche ignorante”. Hasta la fecha se ignora el autor o autores del homicidio pero se especula que fue por un ajuste de cuentas entre grupos delictivos que pelean por la plaza. Después de tres días los restos del Tiliches fueron depositados en la fosa común.)
Un vórtice espacial se encuentra al vértice del tiempo. Recorro infame la banqueta mientras me percibo extenso. Soy nulo en el futuro cual ambiguo en la memoria. Asimilo el Infinito cuando me percato de que omnipresente soy en la experiencia. Estando presente soy ilimitado y limitado soy ausente. Sobre mi saliva escupo hasta que en ella sea representado. Soy construcción de procesos, procesado hacia la nada. Sutil espasmo de existencia dentro de un sistema fáctico. Acomplejado por mí facultad cognoscente, voy ignorante. El indulto de lo culto hacia lo bruto sabe a mierda digerida. En un sistema binario y jerárquico, de la violencia, no hay salida. Por lo cual, en cualquier práctica social, como opción, siempre se encuentra la muerte. La inmensidad radica en que la bala no atraviese por mi frente y de la veracidad de la infinita divisibilidad del espacio depende que la puta del balcón me regale una mamada. Lo más real en esta vida fue monear y, ahora, ver mí sangre derramada. De rodillas ante la barranca me entrego al devenir de la materia. Un número que siempre fui en esencia, entre restos un tanto inidentificables, se suma para hacer más robusta la estadística. La muerte no es cuestión de mística sino de un juego en el cual se miden los poderes.

*Estudiante de Filosofía, Facultad de Humanidades, UAEM

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