sábado, 16 de febrero de 2013

El sueño

Miguel Ángel Romero Méndez*
Sábado, 29 de septiembre de 2012

La noche en la que “el tiliches” cambió de forma en el incesante devenir de la materia, Juanito Gaona decidió quitarse la vida. Pero con esta idea vinieron las preguntas de a dónde vamos, si el alma perece con el cuerpo, si acaso existe otra vida después de esta, si tenemos conciencia de estar muertos, etcétera. Por tal motivo, decidió posponer su muerte hasta estar seguro de qué sucedía al morir. El azar quiso que se encontrara con el Fedón de Platón (ese notable filósofo, amante de los barcos y los mitos) en una librería de viejo. Juanito sabía, como todos, que almas y gallos están en la lista de cosas excelentes que puede contener un libro, así que no dudó y lo compró de inmediato. Juanito lo leyó con entusiasmo y su recompensa fue encontrar la respuesta que tanto buscaba. Sí, la muerte era la solución, porque si Sócrates ofrecía el gallo a Asclepio, sin duda se debía a que éste lo libraba de la enfermedad que es la vida. Su interpretación sólo puede calificarse como poco ortodoxa y en el mejor de los casos, como muy nietzscheana, pero qué otra cosa cabía esperar si el pobre Juanito no sabía leer en filosófico. Resuelto el dilema del alma y su inmortalidad, ahora la pregunta era cómo quitarse la vida. Pensó durante mucho tiempo y desechó ideas, una tras otra; hasta que por fin quedó conforme con una: estudiaría filosofía, haría la tesis (sobre Platón por supuesto), la entregaría y se daría un tiro en la sien o tal vez en la boca**. La comunidad estudiantil hablaría de él, la gente leería su tesis, por morbo, por curiosidad y hasta por interés desinteresado. Su nombre sería recordado mucho tiempo, posiblemente sería tomado como ejemplo y quizá hasta alcanzaría cierta fama mundial. Tal vez, sólo tal vez, su nombre se volvería inmortal y la gente de tiempos futuros hablaría sobre su tesis inconclusa pero sobre todo, de la mente brillante que se habría perdido. Así cavilaba Juanito cuando lo sorprendió, como dijo un argentino, la muerte de cada noche que llamamos sueño.

*Estudiante de filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM

**En el libro Fundamentos de cirugía maxilofacial, Hector Trejo asegura que un disparo en la sien no siempre es el último acto de una persona, sino el primero de una vida miserable.

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