sábado, 16 de febrero de 2013

Cámara de Diputados, el mercado que más le cuesta a los mexicanos

Alexis Carballo Fuentevilla

La Cámara de Diputados en México es lo más parecido a un mercado negro: mientras unos legisladores exponen sus puntos de acuerdo o iniciativas o lo que tengan que exponer en tribuna, los demás se la pasan en el cabildeo, en las negociaciones, donde todo se reduce a “te cambio esto por aquello”, o “te vendo esto por tantos pesos”, negociando cosas que afectan o benefician al pueblo, pero siempre desde su muy personal conveniencia: que si le subimos a la gasolina, sí, pero nos jodemos a los trabajadores también, bueno, pero para que se vea que aprobamos cosas buenas vamos a apoyar a las madres solteras, después la televisión se encarga de maquillar las cosas malas.
En fin, se vende, se compra, se regatea la dignidad, la justicia, la honestidad de un pueblo noble como el nuestro; para muestra de todo esto que les comento, basta un botón, sí, el botón, literalmente, que oprimen los legisladores para consumar sus ventas o compras de conciencia, más ahora que están estrenando tablero electrónico que sólo nos costó a todos los mexicanos poco más, poco menos de 120 millones de pesos; la mayoría de ellos le entran al mercado negro, aunque también hay sus excepciones.
La vuelta del PRI al poder en este México herido ya se está haciendo sentir en este mercado legislativo, hoy está en subasta la Ley Federal del Trabajo. El primero de septiembre dio inicio la 62 Legislatura en la Cámara de Diputados, donde el partido tricolor domina la cámara baja con 202 legisladores, que equivalen al 41 por ciento del total de diputados que ocupan una curul en el recinto legislativo.
La primera gran estocada se hizo mediante la iniciativa de reforma preferente que presentó el aún presidente Calderón, que a escasos días de finalizar su sexenio, presenta esta iniciativa que reforma la Ley Federal del Trabajo, con la que deja en un verdadero estado de desamparo a la clase trabajadora mexicana.
No podía ser mejor el cierre del llamado “Presidente del empleo” pues en seis años se dedicó a debilitar a la ya de por sí agonizante sociedad mexicana, así lo demuestran los miles de muertos, el desempleo, una guerra inútil justificándola que lo hizo “por amor a todos los mexicanos”; comunidades indígenas como los rarámuris sin comida, muriendo de hambre, y concluye embistiendo a los trabajadores mexicanos.Pero ¿qué tiene que ver esto con el partido tricolor? Pues que esta reforma la anhelan desde tiempos de Salinas de Gortari, y hoy por órdenes del mismo Salinas, Felipe Calderón presenta la iniciativa y los legisladores del PRI, PAN, PVEM y Panal se encargan de consumar el acto, con simplemente alzar el dedo y oprimir un botón, así de fácil se deciden las cosas por estas tierras aztecas.
Esta reforma laboral debilita la organización de los trabajadores, pues ahora con los contratos individuales de trabajo será muy difícil defenderse ante los malos tratos de los patrones; también se aprueban los despidos por mensajes de texto en el celular en el momento en que al patrón se le dé la regalada gana; se reduce el derecho de huelga y los salarios caídos sólo se pagarán por un año; contratos a prueba y muchas vulnerabilidades más es lo que ofrece esta reforma que ya fue aprobada en la Cámara de Diputados por los partidos ya mencionados.
La pobre “izquierda” que conforman el PRD, MC y PT poco pueden hacer, una porque no hacen mayoría, y la segunda y más importante es porque ni entre ellos se llevan: hay una lucha interna que es más importante que las iniciativas y reformas. Las corrientes del PRD sirven para dos cosas, una para nada y la otra para no sabemos qué; se pelean por las comisiones, se entrometen en chismes de lavadero-mercado y así se les pasa el tiempo; con esa izquierda ¡pa’ qué quiere uno derechas!
En fin, que empezó mal todo y se va a poner peor a partir del 1 de diciembre, cuando Enrique Peña Nieto tome posesión del Poder Ejecutivo Federal; muchos ya se frotan las manos y otros estamos listos para ir contra la corriente; si ambas cámaras sólo siguen siendo mercados de intereses de unos cuantos, este país estará condenado a un peor futuro, pese a todo esto, como dice Enrique Dussel, “No hay sin embargo que eliminar la representación. Hay que darle contenido y controlarla con la organización de la participación en todos los niveles”.

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