lunes, 14 de febrero de 2011

El desencanto de la congruencia

Samantha Brito*
Sábado, 5 de febrero de 2011

En esta ocasión, a modo de inventario, aparecerán cuestionamientos a la estructura social y un par de inconformidades, por lo que quiero advertir al lector que el siguiente escrito está colmado de apasionamientos y subjetividades que pueden colmar la paciencia.
¿Sirve acaso de algo defender mis convicciones políticas, mientras que en mi refrigerador no hay ni un huevo, ni frijoles, ni mucho menos un trozo de carne que comer? ¿Sirve de algo defender la libertad de decidir, la ideología, la inspiración, los sueños, la dignidad? ¿Sirve defenderlas cuando representan, no menos que complejas abstracciones dado el clima hostil en los campos económico, social, cultural y religioso? ¿Qué poder humano puedo usar para no sentir abrírseme las carnes del coraje por vislumbrar en los periódicos el discurso político que asegura, con falta de evidencia empírica, que la crisis económica ha sido superada?
No está de más poner el dedo en la llaga cuando la realidad nos confirma todos los días que la estratificación social se recrudece y las garantías que se aseguran en la Constitución son violentadas a placer de quienes mal manejan el poder. Porque si bien, tener un sueño y creer que tengo derecho a la dignidad me permite estar tranquila con mi conciencia, ¿cómo puedo estarlo, si necesito, no hablando de opulencia material, comer, vestir, contar con una vivienda digna y estudiar? Independientemente de que sean necesidades que se construyen socialmente, no me basta comprender para subsistir.
¿Cómo decirle al Estado, a mis gobernantes, a mis superiores que me acosa un pánico permanente de dejar mis estudios por falta de dinero? Y peor aún, que hablen de la insolvencia económica, como si se tratase de una decisión personal, porque “si estás jodido es porque tú quieres” y no porque se trata de un problema complejo y estructural.
No obstante de todo esto, comenzamos el 2011, estamos a un año de las elecciones presidenciales… no tardarán todos aquellos seres de la clase política en ir a tocar mi puerta, saberme con IFE y desplegar toda su estrategia alevosa, sonreírme, intentar seducirme con una retórica que me convoca al sueño y mentirme reiteradamente que esta situación cambiará… ¿De qué sirve el cansancio por repetir que el sistema se articula en la incongruencia?
¿Puedo acaso participar con un papel activo dentro de este proceso de comunicación? ¿O me toca mirarlos y callar? ¿Para qué decirles, si mis necesidades se convertirán en elementos indispensables para construir una estrategia política y satisfacer intereses de élite? Mientras que quizá el transporte público eleve sus tarifas y me obstaculice aún más asistir a la universidad, los trabajos sean cada vez peor remunerados y con horarios que no permiten la superación individual, concluyendo así que la educación es un lujo social. ¿Requiero, entonces, de abandonar el sentido crítico para poder aceptar las inequidades de una estructura social incongruente y poder “ser feliz”?

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.
lamunequitaverde@hotmail.com.

Zapata préstame tu caballo para atravesar la glorieta

Patricia Romero Ramírez*
Sábado, 29 de Enero de 2011

En los últimos meses el presidente municipal de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, se ha dedicado a “embellecer” la capital del estado de Morelos. Al iniciarse las obras de remodelación en la glorieta de la Paloma de la Paz, declaró que una de las constantes en su administración será este hecho, y que esto se realizará en las entradas y salidas de los once pueblos de la ciudad. En esta ocasión, como en muchas otras, queda claro el pésimo planeamiento en la realización de sus obras, pues entre los arreglos a la Paloma de la Paz y el distribuidor vial de la glorieta de Emiliano Zapata, puede un vehículo tardarse hasta veinte minutos en atravesar el tráfico. Si las obras se realizaran una después de la otra quizá se evitaría mucho del descontento que se origina en la ciudadanía, pues si bien se comprende que de éstas se obtendrán algunos “beneficios” no es entendible el hecho de que se hayan empezado estos trabajos sin antes haber pensado en algunas vías alternas, y de esta manera evitar el congestionamiento en estos puntos. La realización simultanea de estas actividades puso en jaque a gran parte de Cuernavaca pues, por un lado, la Paloma conecta la autopista y por el otro, la glorieta de Zapata, lleva a la carretera federal a la ciudad de México, así también en Chipitlán, donde se enlaza con la Autopista del Sol y la parte sur-poniente del estado. La inconformidad no se manifiesta solamente en los habitantes de Cuernavaca, sino también en aquellas personas que utilizan la ciudad como una ruta de paso, ya sea para trabajar o, por qué no, para volver a casa, como es el caso de algunos estudiantes que cada fin de semana viajan del DF a alguna población aledaña. Con todo esto parece confirmarse, nuevamente, que el propósito de PAN y PRI es dedicarse a hacer remodelaciones, puentes y carreteras –mal hechas– para decir que en verdad realizan algo por la comunidad. A mi parecer, era más necesario componer la avenida Emiliano Zapata que remodelar una vez más la Paloma de la Paz, pues debido a la falta de mantenimiento la carretera está repleta de baches y zanjas, y con ayuda de las coladeras mal acomodadas y los nuevos reductores de velocidad mal confeccionados, terminan por convertir la avenida en algo muy parecido a un campo minado.

*Estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Humanidades UAEM. 
andro0717@gmail.com

Olvido

Ricardo Molina Domínguez*
Sábado, 22 de enero de 2011

La Historia es un recordar, rescatar del olvido, indagar en la memoria individual y colectiva, tarea que da y dará identidad a un grupo social.
¿Quién es el que está justificado a escribir la Historia de un pueblo? Debería ser el mismo pueblo, pero tienen que ser individuos los que investiguen la historia, la escriban y den a conocer, y así hacer consciente al pueblo de su memoria, de su auto-conciencia y de su olvido, claro que deben ser individuos conscientes de la importancia y delicadeza de esta empresa. 

¿Quién escribe la historia?

Y el Estado ¿puede asumir esta tarea? Puede (aunque lo que hace es apropiarse de ella) siempre y cuando guarde distancia entre sus intereses y lo que corresponde a la verdad, teniendo cuidado de no confundir a la sociedad y de no decidir hacer olvidar detalles que no son simples “detalles”.
La historia oficial recuerda la época precolombina, y poco la colonial; épocas que sin embargo, aún dan identidad a los pueblos de México; el sistema de cargos, los carnavales, el folklore, la comida y la bebida; son sin duda frutos de estas épocas, y son parte de la llamada riqueza inmaterial de los pueblos.
Dichos festejos y carteles por el Bicentenario nos hacen pensar que Morelos, Zapata, Sor Juana y Frida; eran todos amigos y se llevaban de a cuates, en una historia dividida en malos y buenos. La historia oficial ha hecho de nuestros héroes nacionales seres casi míticos, semidioses que se han alejado de la sociedad, estatuas que deben estar en nichos y a los que se les debe venerar como a santos. Además de decidir olvidar “detalles” que la sociedad tiene muy presentes y que son parte de la Historia de México y que le dan una identidad que se ancla por asi decirlo en la memoria colectiva.
Con lo anterior, no se sabe si lo que se quiere hacer con esta historia oficial es pensar en una posibilidad de trascendencia del pueblo mexicano. Quizá se trataba de crear un pensamiento positivo ante la crisis, o sólo fue un nuevo distractor, o realmente hacer consciente a la sociedad mexicana de su historia e identidad.

Rescatar la historia
del olvido colectivo

Pensar en el tiempo y la memoria como trascendencia es rescatar la Historia, y es por ella que podemos ver el pasado y presente y así pensar en una trascendencia como, no una Historia manejada por los poderes fácticos que han decidido olvidar detalles, sino una Historia anclada en la conciencia social, una memoria colectiva que ha olvidado, pero que desea recordar, que se ancla en su identidad y que quiere rescatar esta memoria y no condenarla al olvido.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

domingo, 13 de febrero de 2011

Comunicación rota

César Octavio Cortés Velázquez*
Sábado, 15 de enero de 2011

La gravedad de la necedad del Presidente de movilizar la policía, entiéndase también militar, está en el control de la comunicación, es decir, de nuestras actividades cotidianas: trabajo, intercambio, comodidades, entre otras. Estamos siendo violentados por la política del gobierno, al instituir por completo nuestra conducta a la violencia beligerante. Al movimiento social lo empuja la violencia, y en su trayecto arrastra corrupción, ambiciones, traiciones, intranquilidad, muerte. Padecemos la privación de la característica que dice que la policía es la que debe mantener a los individuos felices, entendiéndose como resguardando sus vidas completas, cómodas, tranquilas. Estamos, lamentablemente, presenciando cada vez más, sin duda alguna, ningún tipo de reforzamiento de la potencia social. Lo que peligrosamente sí estamos padeciendo, a través de la policía, es la instauración para que el Estado siga ejerciendo su poder y aumentando su fuerza sobre nuestras comunicaciones. Apropiémonos de la resistencia que soporta y al mismo tiempo modifica el poder del Estado, que trastoca la subjetividad. En otras palabras, la resistencia permite subvertir el orden del poder. La gran posibilidad que tenemos quienes discrepamos con esta política es que el poder se ejerce y no se posesiona de manera indeterminada. Pues la resistencia irrumpe en el contexto sociopolítico, mientras que el Estado tiende a inscribirlo -o lo pretende- dentro de este contexto. Así pues, los militares ya no representan la última reserva del orden que se mantiene fuera del juego político para sólo intervenir en última instancia. Su continua intervención -muchas veces torpe y corrupta- y su control directo sobre las acciones políticas que corresponden al problema de las drogas evidencian el agravamiento de la crisis y la falta de interés inmediata por resolverla por parte de los políticos ineptitos y/o corruptos. El militarismo está provocando el resquebrajamiento de la comunicación social que fortalece nuestras vidas, pues sólo nos preocupa la seguridad personal, pero lo lamentable es que suele ser por medio de la autocensura. Restablezcamos la comunicación a nuestra vida cotidiana desde cualquier lugar bajo cualquier forma. 

*Estudiante de Filosofía en la Facultad de Humanidades UAEM
cesar_cortesv@hotmail.com

Regalo de Dios

Everardo Martínez Paco*
Lunes, 27 de diciembre de 2010

Los espasmos en el bajo vientre se fueron acrecentando con una fuerza descomunal, el camino ya de por si fracturado hacia más y más penoso el viaje, María sentía morir, a nueve meses de embarazo sabía que en cualquier momento daría a luz; José que conducía aquel viejo Volkswagen oxidado, sentía el nerviosismo apoderarse de él con una furia incomprensible; el sudor que corría por el cuerpo de ambos se tornaba cada vez mas frío, los gritos desesperados de María ponían a José más nervioso; la velocidad fue subiendo a la par con los gritos de María, el automóvil oxidado temblaba con el acelerar de José; cada piedra que pisaban les regalaba una sacudida descomunal, la vereda que conectaba lo rural con lo urbano se hacía cada vez más cercana y más hermosa, José sintió una gran calma, un gran alivio, ya no escuchaba los gritos de María, el sudor ya no era frío, no sentía el nerviosismo, sólo sentía calma y felicidad, una calma y felicidad que se convirtió en terror al ver como su viejo, roído y oxidado Volkswagen se estrellaba con un poste de energía eléctrica. Dos campesinas que vieron lo ocurrido se acercaron con terror a ver lo que pasaba, un hombre sonriente yacía muerto frente al volante, mientras atrás una mujer estaba dando a luz, una hermosa cabeza se asomó de su entrepierna, rubia, angelical, blanca. ¡Es un niño! gritó una campesina mientras lo cubría y le cortaba el cordón, parecía que era todo. La gran calma que despedía este niño se esfumó cuando María sintió un espasmo aún más doloroso en el bajo vientre, una cabeza se asomaba de su entrepierna, una cabeza que pocos podemos decir que es humana, con unos pequeños botones asemejando unos cuernos, pelo negro, piel cobriza o rojiza y unas asquerosas patas de chivo, las campesinas corrieron aterrorizadas, mientras la madre cubría con amor a aquellos dos nuevos personajes que acababan de llegar a su vida, dos pequeñas personitas que María nunca quiso traer a este mundo y que sabía que sólo podrían crecer alejados uno de otro, se armó de valor y ahí al lado del cuerpo inerte de José decidió dejar a uno de sus hijos, mientras ella se alejaba el niño que llevaba en brazos sonreía viendo como su hermano lloraba sobre sus mejillas rosadas el desprecio de una madre abnegada.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

El grillete móvil

Roberto Monroy Álvares
Sábado, 18 de diciembre de 2010

La vida entre los todavía mortales está fundada en la sospecha y sus derivados. La soledad a la que nos ha envuelto nuestro presente nos arroja a un mundo en que el “otro” (ese siempre enemigo público) acaba siendo otra vez objeto de la quema de brujas. Silencios intermitentes ante un extraño en la calle nos muestran que el concepto de comunidad cada día se va quebrando más; como pensaría Borges, seremos la colectividad imposible.
Tal parece que se naturaliza una acción tan repudiada en otros momentos históricos: el delato. El soplón hoy en día es considerado un héroe nacional, un ciudadano digno de ser salvado de las balas perdidas de cualquier soldado mexicano. Sí no eres parte de la solución, ciertamente eres parte del crimen organizado, esa masa amorfa, cáncer social, de la que podemos ser parte en cualquier momento. Qué nos diferencia del malo si no es una simple declaración en nuestra contra. Cualquiera es estigmatizado, es víctima del holocausto anti narco, y la pregunta que siempre ha aterrorizado se hace presente, ahora más real que nunca: ¿si la policía y el ejército nos vigilan, quién vigila a la policía y al ejército? ¿Serán acaso diferente su comportamiento al de las tropas americanas ubicadas en Afganistán e Irak, o diferentes a los soldados de cualquier dictador sudamericano de los setentas, o será diferente la policía a los elementos violadores de mujeres en Atenco, o a los militares hostigadores en Chiapas? ¿Cuántas veces el malo se ha vestido de verde o azul y ha portado el escudo nacional? Hay cierto patrón en las grandes narrativas nacionales: hay buenos y malos. Yo sigo sin entender dónde queda esa delgada línea, se me escapa cuando el Estado me pide una revisión de rutina que no es más que transgredir el poco espacio de libertad que tengo y coartar mi derecho a no ser el malo, a no participar en su gran ficción llamada guerra contra el narco. No sé, tal vez el Estado también se organiza y crea un pequeño circo del crimen. 

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.

Para nadie

Luis Andrés Hernández Rodríguez*
Sábado, 11 de diciembre de 2010

Me senté para empezar a trabajar en la obra que he esperado tanto tiempo, después de ese sueño que transformó las imágenes que merodearon mi cabeza sin razón alguna por tantos años, comprendí más adelante que eran parte de lo que tanto anhelé, la unificación de diversos sueños y sentimientos, sí, ya era el momento de transmitirlos y plasmarlos en esa vieja máquina de escribir, heredada por mi abuelo paterno de profesión reportero de un diario local de un pequeño poblado cercano a Morelia. Estuve sentado por varias horas escribiendo y escribiendo sin dejar pasar ningún segundo ya que si lo hacía, presentía que las ideas quedarían en el aire. Entré en un momento de fantasía y me dejé llevar por la satisfacción que me produce el sabor del indeleble jazz, la catarsis se presentó y se impactó con mis neuronas empapadas en el éxtasis de mi próxima creación. Las horas se fueron acumulando y yo sólo creía en mí, sólo en mí, era la única persona que habitaba este mundo, yo sólo podía describirlo con tal exactitud, la desesperación por comprender y poder narrar la cosmogonía de este mi lugar fantástico turbaba y alteraba mis sentidos de percepción de la realidad. El sueño me derrotó poco después de servirme el último aliento de la botella de whisky, no recuerdo más. Desperté, esa luz infernal que petrificaba mis ojos me hizo levantarme del suelo, miré a mí alrededor, todo seguía igual, la gotera del lavamanos caía con la misma fuerza de siempre. Me acerqué a las cuatrocientas sesenta y dos páginas que había escrito la noche anterior, me dirigí al baño y las dejé caer por el excusado, las cuatrocientas sesenta y dos páginas, una por una, hasta que mi mano temblorosa encontró la calma, sentí frustración en ese momento y más tarde llegó el arrepentimiento, no logro comprender que fue lo que me llevó a esa acción inexplicable, no sabía si fue por que no valía la pena, ¿por qué lo hice?, no lo sé…

*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades UAEM.

La criminalización de ser joven

Oscar Daniel Prado Ramírez*
Sábado, 04 de diciembre de 2010

El pasado 19 de noviembre, Joel Martínez, estudiante de la Facultad de Humanidades se dirigía a su casa. Salió de la escuela a las 11:40 de la mañana y al alejarse, aproximadamente a 200 metros de la escuela fue interceptado por una patrulla de la policía municipal, con número 2733 (la cual ya había observado a Joel una noche antes y unos minutos antes del hecho). Descendieron rápidamente dos elementos. Le dijeron en tono agresivo que lo iban a revisar, a lo cual él no se opuso. 
En seguida lo comenzaron a intimidar a través de frases como “¡te vamos a encontrar el clavo!”, “¡andas bien pasado, verda!”. Lo hicieron poner sus pertenencias (un celular LG, una grabadora de audio/mp3 para sus tareas y cincuenta pesos) dentro de la patrulla y le sacaron todo de las bolsas.
Le encontraron té de jazmín en un papel y enseguida le dijeron: “¡ya te chingaste!”, “¡te vamos a llevar al MP!”, “¡te van a poner una madriza los federales!”, “¡es ilegal traer cualquier yerba!”, “¡ahorita te vamos a coger!”.
Joel trató de explicarles que eso no era marihuana, a lo cual respondieron con empujones y esposándolo, lo cual provocó una lesión en la muñeca derecha, que se extendió hasta el dedo pulgar. Lo obligaron a bajarse los pantalones para revisarlo. Le hicieron que se quitara los zapatos para revisarle los calcetines.
Después de varias amenazas (“¡te va salir la multa como en seis mil pesos!” ,“¡no vayas a ir de puto, porque vas a valer verga¡”) le dejaron ir a cambio de sus pertenencias; las cuales se quedaron en la patrulla.
El punto nodal del asunto es la criminalización por la apariencia de algunos jóvenes que encuentran una identidad que se les estigmatiza, se les margina de la sociedad actual. Muchos de estos jóvenes son vulnerados, junto a otros grupos (adictos, mujeres, travestis, homosexuales, niños, niñas) por una desaprobación social, que provoca su subordinación frente a identidades calificadas de “correctas” por la moral en turno. El hecho de que estén vulnerados implica un agresor, alguien que ejerce una violencia ya sea verbal, psicológica o física. El agresor usa la descalificación o subordinación que se ha construido sobre ciertos estereotipos para ejercer una violencia con fines de dominio, lucro u otro abuso. Las preguntas son ¿estos delincuentes uniformados que patrullan alrededor de la UAEM son seguridad para la comunidad? ¿Existe un hostigamiento hacia la comunidad universitaria? Finalmente, el caso se turnó a la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

El deseo por la piel

Ana Martínez Casas*
Sábado, 27 de noviembre de 2010

La industria peletera es aquélla que se encarga de distribuir y vender prendas cuya materia prima es la piel de animales silvestres que son cazados en su hábitat natural o la de animales que son específicamente criados en granjas para la obtención de su piel. Aunque esta práctica se remonte hasta los principios de la humanidad no significa que su uso contemporáneo sea viable o correcto, ya que el impacto causado a la biosfera, el sufrimiento y la muerte de estos animales son innecesarios: 
140 millones de animales son aniquilados anualmente debido a la industria peletera: No sólo se asesina a 20 millones de animales para utilizar su piel en prendas de vestir, sino que, en el proceso, otros 80 millones de animales caen en las trampas destinadas para los primeros, según Equanimal, una asociación que defiende a los animales. Los animales que caen en trampas pueden tardar horas en morir, sin mencionar que los animales en granjas son electrocutados, asfixiados, envenenados o apaleados para no dañar las pieles.
De acuerdo con la organización no lucrativa en pro de los derechos de los animales, AnimaNaturalis, esta cacería indiscriminada ha producido que especies como el zorro de las Malvinas y el visón del mar desaparezcan, y que otras se encuentren en peligro de extinción, entre ellas el ocelote, el tigre, el jaguar y el koala. Una de las principales causas de extinción de especies es la caza de animales por su piel.
Por otra parte, la cantidad de recursos que consume una granja es excesiva si tomamos en cuenta que en muchos países del mundo se sufren hambrunas. Por ejemplo, un abrigo de visón puede traducirse en 3.3 toneladas de alimento, y puesto que se utilizan 30 millones de visones por año, en total se emplean 1,650,000 toneladas de alimento para animales que posteriormente serán ejecutados y despellejados, reportó AnimaNaturalis.
En la actualidad, confeccionamos nuestra vestimenta con textiles naturales y sintéticos. El vestirse con pieles es un lujo que ya no podemos darnos, ya que en esta época de contaminación, deforestación y extinción de flora y fauna no podemos dejar de ser conscientes y responsables de nuestro papel, y ése es el de no consumir un producto que conlleva tantas consecuencias para el hombre y para el medio ambiente.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM
luceln@hotmail.com 

De vez en cuando

Davo Valdés de la Campa*
Sábado, 20 de noviembre de 2010

De vez en cuando: sorpréndete y toma una calle diferente; no vayas al café de siempre; toma un camión al que nunca te has subido; usa Google para buscar una nueva banda de rock; escribe una carta sin destinatario.
De vez en cuando come una fruta desconocida, prueba una nueva posición para hacer el amor contigo mismo; llama a un número aleatorio y dile algo inesperado a la persona que conteste. 
De vez en cuando, cuando salgas de casa rumbo al trabajo, da media vuelta y regresa a tu cama. De vez en cuando entra al cine sin saber de qué trata la película. Cada determinado tiempo quema tu casa, tira todos tus calcetines a la basura, camina por el borde de tu azotea, interrumpe una boda gritando: “Yo me opongo”. 
De vez en cuando lucha por algo que valga la pena, incluso aunque nada valga la pena. Como Pedro Granados envía poemas efímeros en mensajes de texto; desaparece un día entero, busca animales abismales, escribe un cuento, cualquiera puede. 
De vez en cuando
Viaja sin ropa interior
Seduce a tu maestra
llora en público
siente el hambre
De vez en cuando no veas el final de un filme
recuerda la casa de tu infancia
recorta ojos de revistas y pégalos en tu espejo.
De vez en cuando platica con una prostituta, dile a qué le temes y deja que te abrace hasta dormir; busca el hotel más tétrico y solitario y pasa la noche; no dibujes cementerios tristes; escribe un epitafio para tu mejor amigo.
De vez en cuando paséate en un aeropuerto; fotografía tus pies, pregunta cómo llegar a una calle aunque sepas llegar; vende pasteles en una escuela y dónale las ganancias a un drogadicto.
Abre aleatoriamente la página de un poemario te dirá tu destino.
De vez en cuando toma una calle diferente a la que tomas, un día de esos tal vez cambias al mundo.

*Estudiante de Letras hispánicas de la Facultad de Humanidades

sábado, 12 de febrero de 2011

Se llama sabiduría, no profecías

Abel Caballero Sánchez* 
Sábado, 13 de noviembre de 2010

Es irrebatible que si el objetivo de la humanidad fuese el engrandecimiento de cuentas o frugales deleites personales ya nos hubiésemos extinguido, los apoderados rigen nuestras vidas como tiburones sobre un cardumen, la situación no es diferente a la época de la colonia, cuando los mismos caciques salteaban a sus proletarios recién rayados. Los medios de comunicación masiva son una batuta para nuestra conducta, usurpan nuestro tiempo, atención y recursos, con tantas distracciones nos impiden explorar otras áreas de nuestro inconsciente personal y colectivo, dominar capacidades ignotas de nuestra mente y transformaciones de nuestra percepción sensorial.
Pareciese que para la mayoría de individuos no hay más en la existencia que paredes, dinero y un circulo de conocidos, a eso le atribuyen el sentido de la vida y dejan que los altos dirigentes dispongan de todo su tiempo y esfuerzo, aun así se conforman con la ilusión de haber hecho algo de provecho. De allí la importancia de rescatar nuestras tradiciones y nuestra sabiduría ancestral, de hallar fuentes de conocimiento, no podemos relegar tantos siglos de lucha y desarrollo. Ya nos hemos percatado de que tenemos entre manos una época inimaginablemente importante pero debemos dejar de pensar como individuos para pensar como humanidad, como efigie de la naturaleza.
A un lado la fantasía de juventud, nuestro punto de partida son 4 000 años de reflexión, no nos faltan experiencias pues los más grandes pensadores de la historia nos comparten las suyas de la manera más franca, nos corresponde darles continuidad a la evolución y a la madurez de la humanidad.
Se ha desdeñado el contacto con Dios a cambio de religión adulterada y tecnología, y aún más absurdo relegamos de nuestra conciencia a la naturaleza, jactándonos del cuidado del medio ambiente, el cual es nuestra extensión, una parte tan pulcra como nuestro espíritu y que conformamos un todo.
Para subir al siguiente nivel debemos honrar a la humanidad, darnos cuenta de que es una vida en sí, estudiar sus etapas, valorar los errores porque nos encausan a aciertos y determinar el siguiente paso, al igual que a nuestra vida le da aliciente la muerte, la encomienda primordial es encumbrar el proceso y glorificar el final.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de humanidades UAEM

La ironía, puesta en escena del tropo

Dzoara Delgado*
Sábado, 6 de noviembre de 2010

La atención del espectador es captada de inmediato al ver que el escenario no es lo que convencionalmente uno esperaría. La iluminación, los uniformes de los capitanes, los movimientos de Allende figuran ese lenguaje poético del que Rosalba García es autora. Estos elementos que para algunos podrían ser un factor de distracción en cuanto al discurso que maneja la obra, en otro sentido la llenan de un color y vida que pocas veces se ve en el teatro de la entidad.
El giro humorístico que los personajes desarrollan en escena es un acierto a decir de la ironía que con apego se proyecta en “La conspiración vendida”. Obra dirigida por Rosalba García Gómez, y ganadora del concurso de teatro “Los Centenarios en Morelos”, dividida en tres actos, se estrenó el 25 de septiembre en el Teatro Ocampo y ha ido presentándose en diversos lugares del estado. Como complemento de la novela “Los pasos de López”, el montaje refleja la crítica social y política que el escritor Jorge Ibargüengoitia (autor de ambas obras), inyectó a su trabajo al utilizar, entre otros recursos retóricos, la ironía.
La historia se sitúa “en varias partes del centro de México, a mediados de septiembre de 1810”. Cuando los insurgentes fraguan una conspiración en la que se prevé que México quedará libre de ser una de las tantas colonias de la Vieja España y sobre las consecuencias que acaecen una vez que ha sido descubierta esta conspiración. Piezas imprescindibles en el tablero son: la esposa del corregidor, la temeraria doña Josefa Ortiz (Catarina Mesinas), el cura Hidalgo (José García), el delator canónigo Iturriaga (Armando Ramírez) y por supuesto el traidor de la obra, el capitán Arias (Humberto Romero).
Como dispositivo crítico del arte dramático, “La conspiración vendida” muestra un trazo de las debilidades y pasiones humanas por medio de la ironía. ¿Cómo afecta a los asistentes el uso de este tropo en una puesta en escena? Con actuaciones memorables como la de Héctor Zetina en el personaje del alcalde Ochoa o la del actor Armando Ramírez, la atmósfera es la de un público que se deja conducir en una trama que deja en entredicho el valor de los próceres de la patria. Esta puesta en escena irradia sensibilidad y esfuerzo, motivos que el Instituto de Cultura de Morelos, debiera considerar en la difusión de los trabajos artísticos.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM

Las enfermeras y el visitado

Julio Muro*
Sábado, 30 de octubre de 2010

Observar el aparato político de una escuela ha sido gratificante y desconcertante, nos vuelve a la mente la náusea de presenciar los mismos actos impunes de siempre, la repentina sensación de un deja vu que descubrimos más tarde, lugar común, decirlo hoy es mera repetición.
¿Qué hacer cuando el poder, en cualquier ámbito, es la resignación suprema del ser, la raíz de cualquier cosa en potencia? Sólo puede ser la dialéctica del vencedor y el vencido, sólo queda ver en el vencido la luz que lo nombra, cuando seamos capaces de esto, el vencedor será algo que se ha quedado en el intento de expandirse e inocularse en cada átomo de este mundo.
Esto ocurre durante el proceso electoral que se está suscitando en la Escuela de Enfermería no. 4 dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero. Durante la visita ocurrida en días de campaña para elegir al director de la unidad académica, el panorama fue monótono, una vez más la inequidad. Verlo y contenerse es la estrategia de nuestros días, es más, ya no existe ese espacio para la conciencia crítica en nuestra sensibilidad, perdura el hecho de llegar y mirar la corriente que nos arrastra. No cabe la denostación, apenas las mismas palabras desgastadas.
A la vez que ocurre la náusea, ocurre el alivio, desde una trinchera mucho más subyugada aparecen los disidentes, los que vislumbran desde otra perspectiva, los contrarios, esos que buscan establecer una resistencia a los que se complacen con una corriente que terminará por ahogarlos en la “dulzura” de su Idea. La resistencia… esa palabra tan vejada.
Parece que luchar contra cualquier cosa que ejerza el poder con matices de abuso en el campo político y/o económico sólo es quimera. Lo normal (no utilizo las palabras común o cotidiano porque se me hacen poco) es que las cosas funcionen a través de las relaciones de poder establecidas, concretadas con el dinero, por lo tanto, con la corrupción, desembocando en la calumnia. No se puede renunciar al significado, pero sí cuestionarlo, este proceso no podía ser otra cosa que la realización de esta frase.
En la calumnia y el chantaje no existe la sutileza, ni siquiera un modo digno de sostener las estructuras de un sistema tan corruptible, la corrupción y lo sutil no pueden suceder al mismo tiempo.
La decepción y el coraje son incontenibles, desbordantes. La piel sufre ante el escepticismo arraigado, las llagas que casi nunca vuelven a abrirse, hoy se confirman.

*Estudiante de la Facultad de Humanidades UAEM.