sábado, 12 de febrero de 2011

Las enfermeras y el visitado

Julio Muro*
Sábado, 30 de octubre de 2010

Observar el aparato político de una escuela ha sido gratificante y desconcertante, nos vuelve a la mente la náusea de presenciar los mismos actos impunes de siempre, la repentina sensación de un deja vu que descubrimos más tarde, lugar común, decirlo hoy es mera repetición.
¿Qué hacer cuando el poder, en cualquier ámbito, es la resignación suprema del ser, la raíz de cualquier cosa en potencia? Sólo puede ser la dialéctica del vencedor y el vencido, sólo queda ver en el vencido la luz que lo nombra, cuando seamos capaces de esto, el vencedor será algo que se ha quedado en el intento de expandirse e inocularse en cada átomo de este mundo.
Esto ocurre durante el proceso electoral que se está suscitando en la Escuela de Enfermería no. 4 dependiente de la Universidad Autónoma de Guerrero. Durante la visita ocurrida en días de campaña para elegir al director de la unidad académica, el panorama fue monótono, una vez más la inequidad. Verlo y contenerse es la estrategia de nuestros días, es más, ya no existe ese espacio para la conciencia crítica en nuestra sensibilidad, perdura el hecho de llegar y mirar la corriente que nos arrastra. No cabe la denostación, apenas las mismas palabras desgastadas.
A la vez que ocurre la náusea, ocurre el alivio, desde una trinchera mucho más subyugada aparecen los disidentes, los que vislumbran desde otra perspectiva, los contrarios, esos que buscan establecer una resistencia a los que se complacen con una corriente que terminará por ahogarlos en la “dulzura” de su Idea. La resistencia… esa palabra tan vejada.
Parece que luchar contra cualquier cosa que ejerza el poder con matices de abuso en el campo político y/o económico sólo es quimera. Lo normal (no utilizo las palabras común o cotidiano porque se me hacen poco) es que las cosas funcionen a través de las relaciones de poder establecidas, concretadas con el dinero, por lo tanto, con la corrupción, desembocando en la calumnia. No se puede renunciar al significado, pero sí cuestionarlo, este proceso no podía ser otra cosa que la realización de esta frase.
En la calumnia y el chantaje no existe la sutileza, ni siquiera un modo digno de sostener las estructuras de un sistema tan corruptible, la corrupción y lo sutil no pueden suceder al mismo tiempo.
La decepción y el coraje son incontenibles, desbordantes. La piel sufre ante el escepticismo arraigado, las llagas que casi nunca vuelven a abrirse, hoy se confirman.

*Estudiante de la Facultad de Humanidades UAEM.

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