domingo, 5 de agosto de 2012

Ranas y Trompetas: Las voces que transforman la realidad

Sábado, 23 de junio de 2012
Israel Galván Delgado*
Trompetas que se alzan no paren de tocar, 
muevan aquella piedra que se ha de levantar. 
¡Clamen! porque al fin hemos de llegar, 
Pues ésta guerra está a punto de terminar. 

Durante los últimos meses hemos escuchado voces con sonido de trompeta que quizá en otro periodo de nuestra historia en México no hubiera sido posible, no sólo son voces que se alzan con sonidos, sino con miradas, con letras, con imágenes, pancartas, con expresiones de necesidad y de hartazgo por la multiplicidad de problemas y situaciones (incluidas las elecciones); cuestionando promesas hechas y acciones que en vez de edificar y transformar a un pueblo que pide a gritos un vaso de agua para saciar su sed de libertad, sólo recibe vinagre que día a día reseca sus labios. Sin embargo, esas voces no paran de hablar y manifestar esa hambre de justicia y de una reforma, no sólo a las imposiciones de aquellos que sustentan el poder, sino a las mentes y corazones de una sociedad que al parecer ha perdido la cabeza y la sensibilidad ante la dignidad y pasión a la vida, pues pareciera ser que “vivir en automático” aún cuando fomente la indiferencia, evita el dolor, la angustia y la desesperación. 
Pero también hay bocas que vomitan ranas, que engañan, que manipulan y seducen de cualquier manera posible para tratar de hacernos “oídos sordos”, son ranas que lo único que buscan es controlar los intereses de unos cuantos, que buscan encantar a quienes los escuchan para después venderles lo que sea. “Las ranas son muy famosas por su molesto y constante croar” diría Aristófanes, pero han croado tanto que en ocasiones no podemos dejar de oírlos; un ejemplo son los “medios de comunicación libres”, que muchos concordarán, están muy lejos de serlo, o tal vez lo están pero sólo a aquellos capaces de pagar la construcción de una buena imagen pública. Al final, es un negocio y como todo buen negocio es rentable siempre y cuando haya un mejor postor. Pero no sólo los medios de comunicación, sino todos aquellos que utilizan el lenguaje prostituyéndolo con el único fin de encerrar a una sociedad que carece de hábitos como la lectura, la crítica y análisis, el verdadero diálogo y que precisamente no puede acceder a ellos debido a esa desigualdad de oportunidades que aún sigue latente; cuantas veces hemos escuchado esta frase: Cómo puedo pensar en leer cuando no tengo tiempo más que para trabajar y tener algo que comer.
Esta es una felicitación y un llamado a aquellas trompetas para que sigan tocando (estudiantes, amas de casa, líderes de diversos grupos, periodistas honestos, trabajadores y trabajadoras que día a día buscan una mejor calidad de vida, intelectuales que siempre están al pendiente de lo que acontece, y muchos más) para que sigan llegando a corazones duros, conciencias turbadas, pero sobre todo para opacar ese croar que se oye a diario. 

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

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