sábado, 11 de agosto de 2012

Anormal

Everardo (Perro Rabioso) Martínez Paco*
Sábado, 11 de agosto de 2012

-¡Tu pierna me está estorbando!- le dijo mientras en su mente se repetían miles de groserías que su boca no era capaz de escupirle en la cara, se dio la media vuelta y le dio la espalda, él sostenía su mano con profundo amor, o bueno eso era lo que él creía que era el amor, ella pataleaba y le aventaba la mano que la sujetaba, pero la fuerza era mucho mayor. Todos los días era algo similar, antes de dormir se empezaban a pelear, algo raro fuera de lugar, pero que solo ellos podían frenar. 
Un día normal, como cualquier otro, decidieron ya no pelear jamás, su vida sería un poco más tranquila, llegaron al acuerdo que si alguien estaba molesto se calmaría y lo platicarían después, sin demoras y sin enojarse, no había razón para firmar un acuerdo, los dos estaban de acuerdo, todo por el bien del matrimonio. 
Los días pasaban con una simpleza sorprendente, aparentemente todo era normal, en sus cabezas ya no revoloteaban la ideas de fastidiar al otro, eso ya no pasaba, era en efecto un matrimonio normal, lo que ellos habían estado esperando y lo que querían para su vida, entonces, algo llegó a sus mentes, -¿esto es la normalidad, esto es lo que todas las personas anhelan y buscan, esto es por lo que estamos en esta vida, esto es lo que quiero para el final de mis días, esto es con lo que quiero vivir? 
Los dos buscaban una manera para cambiar esto, querían comportarse como antes, pelear, gritarse, salir de ese pinche monótona normalidad que les oprimía el cuello, pero sabían que estaban dentro de un acuerdo y que no podían romperlo tan fácilmente. Lo único que quedaba, era una vida conyugal abrumadora y fuera de lugar, no se podían comportar, igual, mejor, peor, no había un estado para describir todo este suplicio en el que se encontraban, no sabían que la normalidad era tan difícil, día con día no lo soportaban, no había manera de cambiarlo. 
Han pasado 20 años de que tomaron el acuerdo, todo parece normal, ella entra al baño, después él, ella deja la pasta de dientes abierta, él se molesta, todos esos 20 años de ira salen despavoridamente, la toma de los cabellos y estrella su cabeza en el lavamanos, cae en un gran charco de sangre, sonríe y ríe, por fin es normal. 
 
*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM

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