sábado, 30 de noviembre de 2013

La novela histórica en el siglo XIX. El caso de Vicente Riva Palacio

Mauricio Morales*
Sábado, 30 de noviembre de 2013

La novela histórica, en la actualidad, se constituye, desde la mirada del historiador, como un objeto de estudio que esclarece ciertos aspectos de la historiografía, es decir, de lo que se escribe sobre la propia historia. El siglo XIX en México, es por antonomasia, el siglo de la historia. Esto se debe principalmente a obras tanto históricas como literarias de tintes conservadores y liberales. Obras como El zarco de Ignacio Manuel Altamirano, Los bandidos del Río Frío de Manuel Payno, Historia de Méjico de Lucas Alamán, Patria y honra de Guillermo Prieto, por mencionar algunas, fueron piezas claves en la construcción del nacionalismo literario durante el mencionado siglo.
Un ejemplo de un escritor que se valió de la novela para dar a conocer el pasado mexicano fue Vicente Riva Palacio. Sus novelas exitosas en su momento histórico-coloniales como Monja y casada, virgen y mártir (1868), Martín Garatuza (1868), Los piratas del Golfo (1868) y/o la novela que relata ingeniosamente la guerra contra el imperio de Maximiliano Calvario y tabor (1868). Estos escritos tuvieron la influencia del romanticismo que se desarrolló primero en Europa en el siglo XVIII, trasladándose después a México. La corriente literaria romántica tenía el emblema: Instruir y deleitar. A diferencia de las novelas de nuestros días como Rayuela o Cien años de soledad, estos escritos no se publicaron en su tiempo en un formato de una sola entrega, sino que se publicaban mediante un sistema de "entregas", donde el suscriptor recibía en un tiempo determinado 16 a 36 páginas con el contenido de un capítulo, dejando al lector en suspenso y con ganas de adquirir el próximo episodio para saber el final de la novela.
Las novelas rivapalatinas, así como las de otros escritores decimonónicos, sirvieron para representar el pasado y hacer que el público lector se interesara por saber sobre el pasado de su país. Algunos de los temas que estaban inscritos en aquéllas eran el amor, la guerra, la lealtad, la brujería, la Inquisición, los indígenas, los extranjeros opresores, entre otros, tópicos y tramas que en su momento sedujeron principalmente al público femenino. Por ello, extiendo al lector contemporáneo una atenta invitación para no sólo a leer las novelas históricas del XIX, sino de escritores actuales que ficcionalizan el pasado, tomando la consigna del romanticismo: instruirnos y deleitarnos a través de la ficción con el fin de conocer, imaginar y repensar nuestro pasado mexicano desde nuestro presente.

*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades UAEM.

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