domingo, 30 de junio de 2013

El mundo entre cerros

Angélica Ayala Galván*

Sábado, 16 de marzo de 2013

Dejar sentir, dejar vivir, sólo se trata de respetar los lugares sagrados que hablan cuando el viento estalla, cuando la lluvia cae y el fuego arde, cuando las nubes se mueven como si quisieran decir que todos esos paisajes son de todos aquellos que han sentido la adrenalina recorrer cada parte de su cuerpo, de aquellos que han entablado un sentimiento. El sentimiento de saber que la tierra no nos pertenece, que la tierra se defiende porque es la que nos arropa, es la dadora de vida.
Ahora por nuestros caminos vamos decidiendo nuestro destino, a cada paso se observan guerreros y doncellas caminando porque Yohualtepetl les está llamando, quiere seguir vivo, no quiere ser destruido, les dice que hay que romper las barreras y cadenas de la avaricia y apatía.
Por esta tierra en la que hemos nacido, vivido y donde queremos morir, porque es el espacio donde han quedado miles de corazones guerreros, espíritus y almas revolucionarias.
Por el mundo que tenemos es que miramos de frente, alzamos la voz y les contamos a todos aquellos que se acercan con armas y máquinas en mano, que Tepoztecatl sabrá responder a cada percance con valentía y sabiduría.
Tepoztlán es cuna del Tepozteco, guerrero que se ha enfrentado una y mil veces con adversidades. Ahora desafía una serpiente sin corazón, su piel es de concreto y va devorando todo lo que está a su alrededor, pero como en el pasado, una vez más la gente tepozteca escucha la sabiduría de sus montañas, está dispuesta a jugarse la vida por el derecho a defender algo más que el territorio, defienden la diversidad de mundos.
La gente sólo está pidiendo respeto y quien no pueda comprenderlo se topará con un pueblo que alza las voces de combate y avanza hacia adelante, luchando con garra y dignidad, porque esta vez se trata de cuidar a Tepoztlán desde una punta hasta la otra.

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades UAEM.

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