domingo, 30 de agosto de 2009

¿Hacia dónde vamos?

Angélica Ayala Galván*
angyayala@yahoo.com.mx

Sábado, 29 de Agosto de 2009

Es sorprendente mirar hacia atrás y darse cuenta que a lo largo de la historia, los mexicanos hemos vivido infinidad de represiones e injusticias cometidas por la soberbia y tiranía de nuestros gobiernos.

No podemos olvidar las grandes inequidades que se vivieron en las rebeliones de la huelga de Cananea y Río Blanco en 1906 y 1907, respectivamente. De igual manera, no podemos dejar de mencionar las represiones que se llevaron a cabo en contra de los jóvenes revolucionarios en el 68 ó las más recientes, como es el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la de los maestros en el estado de Morelos, quienes se oponen a la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE).

Hoy, que hacemos un recuento de estos sucesos, nos damos cuenta que las luchas en contra de las injusticias sociales siempre han sido reprimidas por medio de la fuerza. En la actualidad, los gobiernos han transformado la forma de ejercer su tiranía y poder, para realizarlos de una manera diplomática, es decir, por medio de programas que nos hablen de progreso y desarrollo.

“Con la reforma energética ganamos todos”, por ejemplo, los cuales en realidad sólo benefician a grandes empresas e industrias, como es el caso de Petrobras o Statoil. Con base a ello, podemos decir que los beneficios, la mayoría de las veces, no llegan a los sectores más vulnerables de la población, es decir, los pueblos autóctonos que habitan en lugares recónditos de nuestro país.

Hoy en día, el objetivo del Estado es homogenizar la mentalidad de la sociedad para poder controlar y obtener de una forma tranquila y libre sus beneficios particulares y no sociales. Sin embargo, no debemos olvidar que los funcionarios son servidores públicos, más no son el poder absoluto.

Por eso, es necesario que la sociedad conozca su historia y de esta manera aprenda a analizar lo que sucede a su alrededor, especialmente cuando se trata de asuntos que lo incuben como ciudadano. Necesitamos generar una conciencia a partir de la unión ciudadana para recordarles a nuestros representantes que tienen una responsabilidad con la sociedad.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

domingo, 23 de agosto de 2009

El azul de rodillas

Samantha Brito*
lamunequitaverde@hotmail.com

Domingo, 23 de Agosto de 2009

¡Cómo olvidar este cinco de julio! Cómo olvidar que el PRI despojó al PAN del señorío capitalino en el estado, pero además el desmantelamiento del Congreso local así como algunas gubernaturas, cuando apenas los azules estaban saboreando el deleite del poder. Pero no les duró mucho.

Aspectos como el bajo porcentaje pero al final de cuentas abstencionismo que se registró durante la jornada electoral de este año y el triunfo del PRI en la capital, no fue más que la muestra del hartazgo ciudadano hacia los gobiernos, que además de supuestamente “dirigir” el rumbo hacia un “desarrollo”, presentaron patrones recurrentes de autoritarismo, prepotencia, despotismo, compadrazgo, entre otras cosas, que lograron que los brotes de inconformidad social estallaran y se inundara la ciudad de protestas por siempre ignoradas por los funcionarios panistas, particularmente, Sergio Álvarez Mata, ex secretario de Gobierno y ex candidato a la alcaldía de Cuernavaca, y Jesús Giles Sánchez, ex presidente municipal de esta misma ciudad.

Estas elecciones evidenciaron la agonía y muerte de la carrera política de Álvarez Mata, que si bien al arranque de sus campañas pidió perdón al magisterio de Morelos por los desacuerdos y su desinterés hacia la oposición de los maestros de educación básica a la tan cuestionada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), esto no fue suficiente para sanar el resentimiento, la ira y la decepción, no tan sólo de este gremio sino de una parte considerable de la ciudadanía.

Este ejemplo, aunque parezca local y aislado, es la forma en que el PAN se verá de aquí a tres años, cuando sean las votaciones para elegir al Presidente de la República, al resto de los gobernadores y los senadores: de rodillas. Buscando en vano el perdón para tener la caridad de los ciudadanos en las urnas del 2012. Como dirían por ahí: “dando patadas de ahogado”. Porque la jornada electoral de este año fue determinante para que por lo menos, los panistas hayan temblado por un rato. Recuperarse de la derrota –más no superarla– y pensar en qué hacer maquiavélicamente para no perder la silla presidencial y además que Morelos no regrese por completo a las manos de los dinosaurios del poder.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM.


sábado, 15 de agosto de 2009

El humano, un animal sin memoria.

Patricia Romero Ramírez*
pwa1012@hotmail.com


Sábado, 15 de Agosto de 2009


Alguna vez leí de Jesús Silva Herzog un texto que decía: “el hombre es terco en el error, asombrosa y desesperadamente terco. La experiencia sólo con sangre le entra, con la propia sangre y el propio dolor. Y a veces –lo estamos viendo ahora– ni con sangre”, y después de conocer el resultado de las elecciones pasadas saltó inmediatamente a mi memoria.
Me cuestioné en ese instante muchas cosas, entre ellas el porqué de un México desmemoriado, que de nueva cuenta ha confiado en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Las autoridades intentan borrar de la memoria del pueblo, las acciones funestas cometidas por su mano: represión de movimientos sociales, persecución de líderes políticos, entre otros crímenes, utilizados como instrumentos para evitar la protesta.
Desafortunadamente seguimos comiéndonos el discurso de los políticos, las “ideas fantásticas” que se empeñan en vendernos y nosotros, en el sueño utópico de un país mejor, lo seguimos comprando.
Escuché en la radio que la represión sufrida por el Movimiento Magisterial de Bases (MMB) fue de gran peso contra la fuerza política en el poder que actualmente representa el Partido Acción Nacional (PAN), pero de qué sirvió, si han dejado el poder en manos de un similar: lo mismo en colores diferentes. ¿Dónde está el cambio? Y no es el hecho de que quepa en mí una tendencia izquierdista, lo que me hace criticar a estos partidos, sino el recordar la situación del país siempre en manos de partidos de derecha.
Si analizamos la condiciones en las que nos encontramos, la crisis que nos apremia, el desempleo, la pobreza, la vida miserable que la gran mayoría de los ciudadanos enfrentamos, ¿por qué entonces nuevamente hacemos el típico “borrón y cuenta nueva”? ¿Cuándo nuestra memoria retomará la lucidez que tanto atesoramos y recordaremos todo el daño que los políticos se dedican a realizar durante sus mandatos? No basta con un grupo de gente que se empeñe en lograr un cambio, somos una sociedad, un colectivo, la decisión de uno afecta enteramente al grupo, ¿queremos un bien común? Démosle un lugar a la memoria.


*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM

martes, 11 de agosto de 2009

El fin de los tiempos

Isaac Pueblita Zavala*

Personalmente, el fin del mundo ha tomado otro cariz. Ya no es una visión apocalíptica de fuego y destrucción, ni una oleada de desastres naturales incontenibles, ni siquiera un paisaje de explosiones nucleares y cadáveres calcinados. No provoca miedo o desesperación; es un evento que lleva ocurriendo durante décadas y que paulatinamente se ha convertido en algo aceptado, e incluso bienvenido. La competencia entre el bien y el mal finalizó con un empate bastante bien asimilado por los espectadores, quienes ya estaban aburridos en el segundo cuarto. Los cuatro jinetes fueron el espectáculo de medio tiempo.

El mundo se cansó de esperar a los héroes y la humanidad contempló el fin con una mirada amarga y sarcástica. Después de todas las teorías y planes fallidos, repudió la idea de ser rescatada.

Por todos lados vemos revolucionarios de juguete, mártires sin nada que sacrificar; ondean estandartes y promueven movimientos de hacer conciencia, recurren a discursos gastados y se obsesionan por defender conceptos cuyo significado dejó de importar hace años. La gente mira hacia otro lado, harta de fantasías sobre justicia, valores familiares y derechos universales; implora de rodillas por una dosis más que le haga olvidar, que le llene de satisfacciones inmediatas y justifique su depravación y mediocridad.

La sensibilidad se ha vuelto un lujo; la belleza de las artes y las capacidades emocionales se convirtieron en dones exclusivos de desadaptados, los cuales, lejos de ser ensalzados, son perseguidos y discriminados por los vacíos e insensibles. Las sinfonías y oberturas fueron sustituidas por ritmos monótonos y líricas superficiales. A su vez, la escultura se traduce ahora como la venta en masa de artículos prácticamente inaccesibles; productos de necesidades manufacturadas. La literatura, que una vez incitó al hombre a descubrir la pasión y el romanticismo, lo pervierte con imágenes exhibicionistas y relatos baratos carentes de ingenio que promueven el adulterio, el desenfreno y el egoísmo.

No toleramos faltas, pero negamos las nuestras. Nos devoramos los unos a los otros envidiando y degradando a los que aprovechan más sus cualidades; royendo los huesos del prójimo más débil. Idolatramos lo absurdo y lo amoral, bailamos al ritmo de iletrados mientras la tecnología nos embrutece y la ignorancia nos abraza segura e indiscriminadamente.

Al final, cuando el abismo nos mire a la cara, sólo queda contemplar nuestros últimos momentos con una ligera sonrisa olvidando ese futuro ilusorio que nos anestesió por tanto tiempo; ver el mundo como lo haría un niño con cáncer terminal en un parque de diversiones.

*Estudiante de Historia de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

jueves, 6 de agosto de 2009

Tiempos de crisis

Abel Caballero Sánchez*
megamett_alboy@hotmail.com

Hace algunos días, la necesidad inminente de sortear la crisis económica nos orilló, a un colaborador y a mí, a hacer algo que hasta ese entonces habíamos rehuido: abordar el servicio de transporte comunal provistos con guitarras y entonar algunas melodías. Los autobuses no iban muy concurridos, probablemente por un flamante rumor que empezaba a circular alusivo a un virus advenedizo.

Arribábamos sirviéndonos de un rollo efusivo y conmovedor (no por rollo menos genuino) sobre que teníamos que costear nuestros estudios profesionales, porque queríamos dedicarnos y vivir de la música, pero que nuestra más sincera intención era animarles el día o, de menos, alegrarles el trayecto, todo dicho digna y entusiastamente. Luego nos arrojábamos con vehemencia sobre unas amenas melodías populares.

Con mi experiencia como usuario del transporte público puedo decir, sin afán de ensalzar nuestra función, que no había visto semejante exhibición de regocijo colectivo. La gente tomaba una auténtica actitud de oyente, lo que infortunadamente muchos colegas no obtienen. Algunos pasajeros incluso coreaban los consabidos versos. La técnica vocal de mi compañero no es para nada desdeñable y escoltada por el impetuoso acompañamiento de mi guitarra rendían un alborozador ambiente. Así durante tres canciones. Ocurrió una vez, cuando rematábamos el ciclo, que nos cedieron unos tímidos aplausos.

Seguía el turno del recorrido recaudador. Pocas veces he sentido tal satisfacción por tocar. Gente de dispares edades nos daba acogida con fraternal sonrisa, eso bien vale los sacrificios y montones de horas de práctica. Eso aunado a la cantidad que recolectamos y que rebasaba nuestras expectativas.

Sostengo que no hay acto más noble que profesar la música. Causa una alegría inconmensurable, como dijo Nietzsche: “Merced a la música, las pasiones gozan de sí mismas”. Me llegan noticias de que el sector socioeconómico político va de mal en peor y una sarta de problemas eternos. Pero mientras tenga a la mano una guitarra puedo hacer frente a lo que venga y llevar mi optimismo a una concurrida audiencia o a un autobús a medio llenar. Eso es, eventualmente, el espíritu de la música.

* Estudiante de Filosofía la Facultad de Humanidades de la UAEM.

Responsabilidades e imprudencias

César Armando Hernández Bahena*
khampa-68@hotmail.com

El pasado 10 de mayo apareció una nota en La Jornada Guerrero que hablaba sobre un niño de ocho años que, mientras jugaba con sus amigos, encontró un arma de fuego entre las cosas de su padre. El menor tomó el arma (un rifle calibre 22) y apuntó a su compañero. El niño estaba jugando a matar, así como matan sus héroes de la televisión, el cine o los videojuegos; jaló el gatillo y el juego terminó. Hirió a su amiguito en el estómago, lo que le produjo la muerte.

Al leer esta noticia, además de una profunda pena por el pequeño muerto, me puse a reflexionar acerca del destino del “homicida”. Me preguntaba si ese niño podía ser considerado culpable del asesinato o sobre quién caería la responsabilidad legal del lamentable deceso. Porque si bien es cierto que el niño tomó el arma y apuntó contra su compañero, no tenía el conocimiento de que el arma era real, de que estaba cargada y, mucho menos, de que con ella podía dar muerte a su compañero.

Otra nota: “Una agente de policía municipal de Aguascalientes murió de un balazo en la cara cuando su pareja sentimental y también agente preventivo, jugaba con su pistola de cargo y se le disparó accidentalmente” (La Jornada 22/03/2009). Este suceso me vino a la mente al analizar cómo se podía juzgar a un niño de ocho años por lo que podría ser llamado un asesinato imprudencial.

Comparando estos acontecimientos tenemos que tomar en cuenta que el asesinato de la mujer policía fue un accidente que no tenía por qué haber ocurrido, ya que todo agente policiaco conoce la enorme responsabilidad que representa tener una pistola en las manos. Pero creo que el hecho de que el jovencito antes referido haya tomado el arma, apuntado y disparado en contra del otro joven no lo hace más culpable. La diferencia radica en que el policía sabía que jugar con un arma es una acción realmente estúpida; mientras que el niño ignoraba las consecuencias de disparar un arma e incluso ignoraba que el arma pudiera disparar.

Realmente ignoro cómo puede actuar la justicia en casos como éstos, pero es claro que al menos a uno de los antes citados homicidas no se le puede atribuir una responsabilidad íntegra de sus actos, ya que como lo hemos dicho, él ignoraba que en un simple juego perdería un amigo y su inocencia, y lo marcaría con un irreparable estigma de asesino.

* Estudiante de Filosofìa de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

Tercer Festival de la Memoria

Angélica Ayala Galván*

Recordar es vivir, hoy recordar es actuar para vivir
El festival de la Memoria Documental Iberoamericano (FMDI) se ha venido realizando desde hace tres años. La idea de crear un festival de esta magnitud surge de estudiantes, académicos y egresados de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, con el propósito de dar a conocer su trabajo y exponer sus ideas.

Estos trabajos tratan de preservar y fomentar las tradiciones de las culturas autóctonas de cada país iberoamericano, esto es indispensable para mantener su identidad, recordemos que un país que desconoce su historia esta condenado a repetirla.

A pesar del escaso apoyo que este tipo de festivales recibe por parte de instituciones gubernamentales, los jóvenes organizadores de este proyecto han logrado abrir nuevos espacios para la proyección de cine en lugares olvidados por los circuitos cinematográficos.

La difusión que se le da a este tipo de eventos sigue siendo escasa, es una tristeza darse cuenta que los que dicen ser nuestros representantes, no escuchen las necesidades que la sociedad requiere, en este caso en el sector de la juventud.

Es importante que en la actualidad la población en general apoye estos proyectos, ya que son la voz de las injusticias sociales como la pobreza o la represión de la libre expresión que se vive en nuestro país y en Iberoamérica. Además de ser la base para las nuevas promesas cinematográficas.

Una vez más podemos observar que las voces de los jóvenes siguen presentes y ahora con mayor fuerza, a través de estos documentales podemos mirar el compromiso que los jóvenes han asumido hacia los diversos problemas sociales, ecológicos y artísticos, sin dejar de lado ese toque de rebeldía que los caracteriza.

Este año el Festival de la Memoria Documental Iberoamericano se llevó a cabo en el mes de junio del presente año en el municipio de Tepoztlàn. Con gran éxito y más afluencia de la que existiera en años anteriores. Este festival es la muestra de que podemos seguir trabajando en eventos artísticos a pesar de vivir en mundo globalizado.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM