sábado, 17 de agosto de 2013

Entre el viento

Carla Natalia Martínez González*
Sábado, 17 de agosto de 2013

Oí “sh sh”, pensé que era el viento entre las ramas. Continué caminando, pero nuevamente escuche un sonido, pero el viento era tan fuerte que nunca imaginé que realmente alguien hablaba. Las palabras procedían de dos árboles, me escondí detrás de dos rocas para que no me vieran.

-No llores, yo tampoco quiero esto, pero los humanos piensan que no sentimos, que no vemos, que no existimos; nos han reducido a madera, a una mercancía.
-Por eso lloro, porque no concibo en qué momento los humanos dejaron de ver, cómo fue que se apreciaron como los único habitantes de este planeta. Recuerdas cuando no había ningún humano en este sitio, teníamos más de nosotros habitando aquí. Poco a poco han llegado más humanos, al principio nos trataban bien, nos respetaban, nos veían, sabían quiénes somos. ¿Cuándo perdieron la vista y el oído? ¿Cuándo se extraviaron en ellos?
-Me dijo el viento que cerca de aquí también están destruyéndonos, incluso quieren encerrar al agua y terminar con los manantiales para construir una termoeléctrica en Huexca y capturar al agua para una minera en Xochicalco. Acerca de esto último, se sabe que en Huautla estuvo una minera por 40 años y actualmente la comunidad enfrenta problemas de envenenamiento en la sangre, malformaciones genéticas y contaminación de los suelos.
-Porque los humanos que tienen el poder no sólo nos asesinan, sino que dañan a los propios humanos, incluso a los que no han nacido. ¡Son genocidas!

Escuché con atención hasta que una máquina que manejaba mi compañero arrancó las raíces de la tierra. Los gritos más atroces de dolor penetraron hasta mis tuétanos... un silencio se apoderó del lugar.

*Estudiante de Antropología Social de la Facultad de Humanidades, UAEM.
carlamargon@aol.com

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