César Hernández Bahena*
Sábado, 19 de noviembre de 2011
…una parte de nosotros (la parte social)
se relaciona de manera normal con la
sociedad y una con tintes diabólicos.
Juan
Francisco García Reynoso,
Delirio controlado, No. 0, pág. 18.
Respecto
del problema entre los libreros del callejón de Comonfort, se le ha querido ver
como algo trivial, y en realidad es un problema de poder que implica el
ejercicio ciego del patriarcado, de la violencia de género y de la incapacidad
de reconocer que el poder puede distorsionar y corromper hasta el ámbito
cultural. Quienes están en la cultura buscan entendimiento, conciliación y
aporte a su mundo, y el lenguaje e ideas para discutir sin pelear; para
organizarse y crear, y para designar a las experiencias con categorías que
expresen con valores universales la vida diaria, en lugar de consignarlos a la
vulgarización de una anécdota. Lo que pasa allí es el ejercicio de un liderazgo
impuesto con prácticas caciquiles por parte de quienes dicen coordinar este experimento
cultural. Pero ante voces disidentes que llaman a una toma de conciencia de la
diversidad, al derecho a pensar distinto, a la libertad para expresarse y
existir, estos supuestos coordinadores responden con agresividad, prepotencia y
sordera ante la invitación al diálogo y la petición a algunos libreros para
linchar a quienes no se sometan a su grupo. Nietzsche dijo que somos presas de
la voluntad de poder.
La violencia de género que se ha
ejercido en el callejón, pertenecer al Movimiento
por la paz, la justicia y la dignidad y fomentar allí la violencia, decirse
gente de cultura y propiciar la injusticia muestra que el callejón de Comonfort
es un fractal del país y del mundo, donde lo que se dice no se practica y se
niega con el ejemplo. El papel de los intelectuales es ubicar con exactitud la
problemática y proponer solución para los conflictos. Puntualizar el problema
de Comonfort con la teoría es sacar el conflicto de los estrechos límites del
chisme y ubicarlo en una justa dimensión: la del ejercicio patriarcal e injusto
del poder de quien cree ser líder. No queremos violencia, pero no dejaremos sin
nombre ni explicación esta realidad. Juan Francisco García Reynoso, Héctor
Cervantes, Yazmín Carmona y sus asociados no son víctimas; son personas que
cometieron errores con su realidad que hoy no quieren aceptar. En la misma
forma nos negamos a invisibilizar y naturalizar la violencia, a hacerla parte
del paisaje en lo cotidiano, pues es la base para comenzar a combatirla en
todas partes.
*Estudiante de Filosofía de la
Facultad de Humanidades UAEM.
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