martes, 27 de octubre de 2009

De la pregunta sin respuesta aparente

Davo Valdés de la Campa*
davotanko@hotmail.com

Sábado, 24 de Octubre de 2009

El pequeño hombre preguntó: “¿Hay alguien ahí?” El eco resonó durante unos momentos chocando entre los acantilados. Una gaviota pasó volando y contestó, también lo hicieron las olas turquesa, el buque hundido, el árbol talado, los trenes que ya no volverán, la brisa de la mañana, la niebla que cubre los tobillos, la cueva y los murciélagos que duermen dentro de ella.

Respondió la mañana, el otoño, la montaña, la planta de hierbabuena, los limones sin semillas, la mujer después del orgasmo, las postales del Mar Muerto, las losas del cementerio de los Sin-Nombre, el puente sobre el Usumacinta, la laguna enterrada en la capital mexica, los gatos con sus ojos fosforescentes, el loco con sus manías, el soñador con la guitarra que cantaba de revoluciones, el amor que se perdía en las calles sin salida, en el metro, en las plazas, gritó también respondiendo al llamado la libélula, los muertos en Líbano, la fotografía de la abuela en Oaxaca, la sopa sin terminar, el gusano que no teme al tiempo.

Hablaba el Universo, lloraba la Naturaleza su olvido, decían: ¡aquí estamos! Estamos los extraterrestres, la mano invisible que nos invita a amar, la enseñanza del lejano profeta ¿cuál? Todos estaban ahí, también el filósofo y el adicto a la heroína. El caballo y el jinete caído en la rebelión de los Tártaros, Prometeo y el regalo del fuego, el bosque entero que clamaba atención, las nubes rojas, la espiga de trigo, la estrella de la mañana, la barranca convertida en tiradero de basura, la ciudad hundida, la ciudad sobre el cerro que flotaba como esperanza de un sueño ¿De quién? Mío. Yo también alzaba la voz: era el sonido del mundo viviendo, reconociendo su presencia ancestral, era música milagrosa, era la voz de la Naturaleza que hacía llorar al viento y gemir a la foca, era su llanto alegre que cubría el prado de nieve y la selva de humedad. Era todo y más sustancias, más allá del silencio, y el pequeño hombre no escuchó. Nunca oyó la respuesta del cosmos y así pereció de pronto en silencio.

http://lobowendigo.blogspot.com/

*Estudiante de la Facultad de Humanidades de la UAEM

2 comentarios:

  1. Muy poético pero muy hueco también. Me quedo con el cliché del hombre que no escucha al cosmos. Si vas a salir publicado en un periodico estatal, al menos esfuerzate mas, en fin.

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  2. Adelante anónimo, el mundo es libre para ser cliché ya se de sordos como usted prefiere o de poetas huecos como yo.

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