Angélica Ayala Galván*
En el «Festival
de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo» se reunieron en
Oventik, Chiapas, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y 31
espejos en resistencia contra diversos megaproyectos: minas, carreteras,
gasoductos, presas. Los invitados de honor fueron los familiares y compañeros
de los 43 desaparecidos en Iguala, quienes están conscientes que no son los
únicos buscando justicia.
En esta reunión
se hizo evidente que el país está en crisis, pero lo preocupante es la omisión
del Estado mexicano. A cuatro meses de la desaparición de los estudiantes, las
investigaciones realizadas resultan insuficientes y exponen la ineficiencia de
las autoridades, la pregunta es ¿qué sigue para Ayotzinapa y para México? Por
una parte, el gobierno busca dar «carpetazo» a este tipo de hechos, denigrar a
los movimientos sociales diciendo que son violentos, posiblemente lo hacen para
reiniciar una segunda guerra sucia
como sucedió en la década de 1960 y 1970 en el estado de Guerrero.
Es innegable que
las elecciones del 2015 serán un distractor, la clase política buscará dividir
a la población, los candidatos llegarán a pedir el voto hasta los lugares más
recónditos del país. Como señaló el papá de uno de los desaparecidos, don Mario
César González «cuando nos van a pedir el voto nos dan la mano aunque la
tengamos sucia».
Es en este
contexto que los familiares de los desaparecidos claman verdad y justicia, hay
desesperación, impotencia, pero ha sido el mismo dolor el motor para
organizarse, exigir respuestas y caminar a lado de los pueblos que buscan
detener a las transnacionales para que no invadan ni saqueen sus territorios.
La propuesta del
Festival de las Resistencias es pasar de la indignación a la acción, crear la
justicia desde abajo, regresar al trabajo comunitario, impulsando los
ayuntamientos autónomos por medio de los usos y costumbres. La normal de Ayotzinapa
seguirá con la búsqueda de los estudiantes y a la par buscará ser autónoma. Es
un momento clave para México, construir y regresar a las formas de organización
autónomas o quedarse en el país donde nunca pasa nada.
* Estudiante de Antropóloga
Social de la Facultad de Humanidades, UAEM.
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