sábado, 1 de octubre de 2011

Las mujeres del 68

Edalith Alcántara Pérez*
Sábado, 1 de octubre de 2011

Si seguimos hablando lo mismo, si nos hablamos como los hombres nos han hablado, durante siglos, como nos han enseñado a hablar, nos fallaremos. Una vez… más las palabras pasarán a través de nuestras cuerpos, por arriba de nuestras cabezas, desaparecerán, nos harán desaparecer.
(Luce Irigaray)
 
El 2 de octubre no se olvida, imposible. Nuestra memoria se llena de imágenes de represión y abuso de poder: un militar que encañona a un joven y otros más que corren para resguardarse de los tanques de guerra que invaden la Plaza de las Tres Culturas.
Entonces, los nombres de Luis Gonzáles de Alba, José Revueltas, Raúl Álvarez Garín y Marcelino Perelló cobran significado, pues son las caras del Movimiento Estudiantil de 1968 que denuncian la podredumbre y decadencia del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Sin embargo, falta el otro lado de la historia en la que se encuentra las mujeres que lucharon por el mismo fin. Es necesario visibilizar y revalorar la participación de las mujeres en este movimiento social, no hacerlo significa perpetuar una mirada parcial y patriarcal de la historia de México.
La participación de las mujeres en el movimiento estudiantil es casi indetectable debido a que sus labores se restringieron al ámbito doméstico, por ejemplo, eran encargadas de la administración del dinero para auspiciar la causa y de la preparación de los alimentos. Además que para muchas de ellas esta experiencia representaba su primer acercamiento a la política. No obstante, muchas mujeres se arriesgaron a dejar su rol tradicional al salir con las brigadas a la calle para organizar mítines espontáneos en los cuales se le explicaba a las personas las demandas estudiantiles por medio de propaganda política que ellas mismas hacían. La encomienda no era fácil pues se trataba de divulgar conocimiento y generar conciencia sobre la problemática que aquejaba al país.
Existen dos nombres que pueden rescatarse del anonimato: Ana Ignacia Rodríguez, la Nacha, y Roberta Avendaño, la Tita, quienes eran estudiantes de la facultad de derecho en la UNAM y que fueron llevadas a la cárcel de Santa Martha Acatitla por su participación en el movimiento, imputándoseles 16 cargos. La opinión de Ignacia publicada en La jornada es reveladora acerca del papel de las mujeres en este movimiento estudiantil: "La discriminación de la mujer en el 68, ¡en serio!, es enorme. Nuestra participación fue determinante en el movimiento estudiantil, fuimos oradoras, sacábamos muchos pesos en las brigadas, hacíamos pintas. A pesar de todo, por el movimiento sólo hablan los compañeros”.
Como puede apreciarse las experiencias de las mujeres no han tenido cabida en el discurso hegemónico del 68 por considerárseles como meros pasajes anecdóticos. Sin embargo, es indispensable estudiar la participación y la trasformación de las mujeres en el México contemporáneo, pues para muchas resultó una revaloración de su entorno y de sí mismas.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.

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