sábado, 15 de octubre de 2011

El especismo; un reflejo de las incongruencias del activismo

Carla Silvia Campos Torres*
Sábado, 15 de octubre de 2011


Quizá la palabra especismo sea difícil de comprender en una sociedad que ha naturalizado la violencia.
Vemos en muchos medios de comunicación a luchadores sociales que abogan por la dignificación de la mujer, de los ancianos, de los gays, de los niños, de los indígenas o de algún grupo humano que la hegemonía margina.
La mayoría de las personas se horroriza con la violencia que impera en el país, los miles de descuartizados, las fosas clandestinas, los feminicidios; la violencia exacerbada. ¿Pero es que esta sociedad vive  acaso una doble moral? Manifiesta su inconformidad hacia todas estas formas de abuso pero no se detiene a pensar en las otras formas de vida no humanas. No se pone a investigar o a reflexionar la manera en la que  se obtiene la carne que consume o la piel con la que se viste o los productos químicos que usa. 
Es lamentable escuchar a feministas decir “nos tratan como animales”; escuchar a activistas que luchan contra la violencia decir “mataron a mi hijo como a un perro”; donde se legitima, se acepta el  trato cruel y abusivo que se comete contra los que el humano llama animales, no deteniéndose a pensar que nosotros también lo somos y que las diferencias son mínimas.
Este tipo de actos, la indiferencia o el anteponer los intereses de una especie, en este caso los humanos, a costa del sufrimiento de otros seres, no humanos, se denomina especismo. La discriminación por especie; como el racismo es la discriminación por raza y el sexismo la discriminación por género. No hay diferencia.
El tolerar o reivindicar la cotidianidad de la percepción acerca de lo “animal” es alimentar las relaciones de poder sea de humanos a humanos o de humanos a no humanos por lo que en mi opinión, los activistas deberían reflexionar acerca de lo que se llevan a la boca, de lo que dicen en su “lucha” que también excluye de manera discriminatoria y de sus actos en general, porque es obligación de todos pensar en nuestras acciones de manera crítica.
No deseo con este artículo ganar adeptos al movimiento de liberación animal, lo que quiero es que reflexionemos y pensemos si realmente llevamos una congruencia entre lo que hacemos y lo que decimos. Cualquier lucha que tolere formas de discriminación es una lucha incongruente y mera retórica que no transformará las estructuras en una sociedad.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.


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