sábado, 24 de septiembre de 2011

Consolar

Ricardo Molina Domínguez*
Sábado, 10 de septiembre de 2011

Alguna vez, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Javier Sicilia decía que consolar era compartir la soledad; es por ello que quiero compartir lo siguiente:
Consolar es compartir las soledades, porque se consuela cuando hay duelo, pérdida, desesperanza; cuando el dolor es tan intenso que se piensa que se está solo y sólo es posible recibir consuelo de alguien que conozca el dolor. Al compartir la soledad, no desaparece el dolor, se asimila, se acepta, se vive; es entonces cuando renace la esperanza, no en recuperar lo perdido, pero sí en recuperarse, y en recuperarse con el otro, con quien consuela, con quien también siente dolor, pero no se estaciona en él.
Compartir la soledad es también esperanza, es ya principio de acción, de cambio, de no conformarse, de luchar contra las injusticias repetidas, es esperanza de que deje de suceder la terrible repetición de lo terrible. Dejarse consolar no es negar el dolor, es liberarse de la esclavitud del sufrimiento, es darse cuenta que sólo en soledad se toca hondura y que únicamente puede haber un viraje en el curso de acción a partir de uno mismo, y desde ahí encontrar al otro y ser en el otro.
Consolar es tener ya un principio de organización social, de indignación y resistencia ante la injusticia, consolar exige ser coherente con la propia soledad y con la indignación ante lo terrible, consolar y permitir ser consolado no es permanecer pasivo, es ya principio de acción que exige encontrarse y evitar que lo terrible siga sucediendo invariablemente.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

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