sábado, 16 de octubre de 2010

En un instante todo cambia

Angélica Ayala Galván*


Me siento cansada, de pronto todo se nubla, todo se calla, un silencio absorbe mi alma, pareciera que el tiempo se detiene, pero la vida sigue y yo sin poder hacer nada.
Hay quienes dicen que no cambiarían nada de lo vivido, sin embargo, hoy es el día en que todo falla, se sale de control y sigo sin poder hacer nada.
Hoy me gustaría cambiarlo todo, la libertad, la racionalidad, los sentimientos, esos que en algún momento sin querer se construyen y se internalizan sin mi consentimiento, en un suspiro aparecen y se desvanecen de forma instantánea al observar que un alma poco a poco se apaga, se disipa, desfallece, y yo sin poder hacer nada.
Una vez más, percibo que en un instante todo cambia, la vida es una ruleta que con el andar se transforma, pasa en un segundo a tu lado y en ese mismo instante se marcha.
De pronto, un miedo invade mi cuerpo, presiento que a mi alrededor las hojas hablan, más allá los puñales por la espalda me atacan y yo sin poder hacer nada, sólo una impotencia invade mi existencia.
Hoy todo es raro, todo es nuevo y la razón no deja expresar los sentimientos. Tal vez un día de estos encuentre el saber que me permita sentir lo que no siento.
En un instante, un destello se acerca hacia mi alma, la voz de un ser que sin saberlo ha cambiado mi mirada, me hace fuerte, me da paz y todo cambia.
Cambia en el momento preciso para recordarme que el aprendizaje, la comprensión y la razón también me permiten crearme una esperanza, una fe, en la que voy a creer que la vida en un segundo se marcha, antes que eso pase, prefiero olvidar los malos ratos que se presentan en la vida cotidiana y que no tiene caso recordarlas, porque al final todo es más agradable sin rencores, sin nada que pueda amargar mi alma.
Aun sabiendo que en algún momento mi mirada y mis sueños se desvanecían al observar que una daga se incrustaba en la raíz que daba oxígeno a ese mundo en el que nadie sabía explicar nada, sólo una luna era bastante clara y que hoy es el motivo de continuar mi vaga idea de esperanza, aunque ella camine junto al viento y yo no pueda alcanzarla.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM
angyayala@yahoo.com.mx

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