sábado, 4 de septiembre de 2010

Paz, y la invención de la realidad

Roberto Monroy Álvarez*
Sábado, 4 de agosto de 2010

La construcción de una identidad para México está, después de 200 años de independencia, apenas formándose. Después de que el escritor uruguayo, José Enrique Rodó, sugiriera la necesidad de formar una identidad para el americano, tal parece que nuestro país se atrasó en esta tarea. Es cierto, el nacionalismo está plagado en la historia oficial del país, pero no sé qué tan real sea una identificación del ciudadano común a una tradición llena del mito glorioso. Octavio Paz, en su Laberinto de la soledad, nos dice que el mexicano está perdido en un mar de identidades y al mismo tiempo, como un ente homogéneo, no puede aferrarse y ser sujeto de una representación cultural (por otro lado, veamos que quién escribe tal ensayo es el autor que forjó una tradición enorme en la literatura mexicana, algo así como el intelectual que escribió primero el texto y luego dominó la cultura. Por algo dijo Mario Benedetti, sobre la literatura mexicana de su tiempo, “La mafia mexicana (el grupo de Paz y compañía) fue… una experiencia casi única en América Latina. Octavio Paz es su dios…”). La identidad del latinoamericano es el efecto que la literatura ha buscado alrededor de estos sus doscientos años (recordemos que el cumpleaños también abarca a naciones como Colombia y Argentina); Fernández Retamar identificó al latinoamericano con la figura del grotesco Calibán, mientras años atrás, Simón Bolívar nos define como una mezcla entre los conquistadores de Europa y los nativos originarios. Controversial hablar de nuestro yo, más aún si fuerzas discursivas quieren construir nuevas tradiciones, nuevos mitos a quién atender el origen. El propio México que este año se presenta, como quinceañera emocionada, dispuesto a festejar su independencia, está atravesado por más de un mito histórico (o literario), por ello es difícil pensar en una relación realista que identifique a la totalidad de esta herida abierta llamada México (citando al EZLN, para diversificar el ensayo). La comunidad imaginaria que se propone para consumo nacional, ¿tendrá el peso para unir a un país? ¿Acaso el nuevo discurso institucional basado en la guerra para la seguridad es nuestro nuevo mito nacional?

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM
anarco91@hotmail.com

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