sábado, 3 de abril de 2010

“La tierra del nunca jamás”

Angélica Ayala Galván
angyayala@yahoo.com.mx
Sábado, 3 de Abril de 2010

Los seres humanos pertenecemos a distintas sociedades, las cuales se encuentran regidas por normas, juicios y mandatos que la misma población va adaptando de acuerdo al contexto en que se encuentra. Es importante mencionar que este conjunto de normas debería procurar y permitir una armonía entre las personas que estén regidas por éstas.
¿Pero qué sucede cuando los juicios se convierten en prejuicios o críticas despectivas, sólo porque una actitud, pensamiento o forma de actuar no se encuentra dentro de lo establecido? Por ejemplo, en disciplinas como las artes, de qué manera se puede saber si una obra es bella o grotesca; o si la comunidad homosexual pertenece o no a lo “normal” o “anormal”, o si un budista es mejor o peor que un cristiano.
Es aquí donde me surgen algunas interrogantes como: ¿hasta que punto, estos juicios benefician o perjudican la convivencia social? y ¿quién tiene el derecho para decidir estos juicios? Es verdad que en las artes existen ciertos estándares que permiten dictaminar la calidad de la obra y de acuerdo a ello se establece el valor de ésta.
Por otra parte, la comunidad homosexual adquiere entonces la categoría de “normal” por el hecho de ser aceptados por el Estado, pero si no ocurriera de esta manera, tendríamos que decir lo contrario, ¿solamente porqué son la minoría? Luego entonces, deberíamos analizar y cuestionar cómo es posible que en pleno siglo XXI la libertad, la igualdad y la tolerancia aún sean cuestiones un tanto abstractas para los grupos minoritarios.
¿Es acaso que los conceptos como la libertad o la igualad sólo son “conceptos vacíos, ideas sin más contenido histórico que el que le prestan las relaciones sociales”, como lo dice Octavio Paz en su libro el Laberinto de la soledad?
Es quizá la libertad de pensamiento o de actitud una utopía que día a día permite que la sociedad mantenga un sueño, que tal vez nunca llegue a realizarse. Es por ello que debemos convertir ese sueño en realidad, tratando de entender que los seres humanos suelen ser como los libros, mantienen una misma estructura pero con gran diversidad de contenidos, que las más de las veces, transmiten un conocimiento que debe ser descifrado y entendido de diferentes maneras.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM

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