jueves, 10 de septiembre de 2009

Al público talentoso

César Hernández Bahena
khampa-68@hotmail.com

Sábado, 05 de Septiembre de 2009

El director de la orquesta marcó el término de la pieza y el público se volcó en aplausos, mientras el maestro de ceremonias pedía que fueran más fuertes y de pie para reconocer el trabajo de los músicos, que al igual que el director, explotaban su talento al máximo en cada una de sus piezas. El talento de los músicos fue enérgicamente reconocido, así como el trabajo de los organizadores; hasta el entusiasmo del presentador fue reconocido, pero faltaba el merecido aplauso al público que disfrutó de aquella presentación que concentraba su atención en cada compás, porque no cualquiera aprecia el talento ajeno empleando el propio.

Comprender a fondo las obras artísticas también es un arte. El espectador se compromete con su percepción, la emplea cautelosamente para lograr comprender lo que el artista pretende comunicar en su arte. No es tarea fácil emitir un juicio sano sobre al quehacer artístico, es necesario saber lo que se quiere expresar pero es más indispensable aún ser consecuente con ese sentimiento interno que nos lleva a degustar algo.

Es en este deleite en donde se concentra el talento necesario para ser realmente un público espectador; aquel que aplaude y ovaciona cuando algo es realmente de su agrado y guarda silencio en señal de desapruebo cuando lo expresado no cumplió la expectativa del creador. No solamente se trata de escuchar y reconocer el esfuerzo de los demás, en este caso, es necesaria la sinceridad para expresar un criterio aceptable; pero también expresar disgusto por las malas formas y es imprescindible dar a conocer nuestra opinión de la manera más apropiada.

El talento artístico no es una característica de todos los que se llaman artistas (de esto hay miles de ejemplos) y del mismo modo no todo oyente es parte del público, aquel que se compromete con su papel de crear grandes artistas y desechar a los que gandallamente se colgaron ese apelativo sin tener ni siquiera una mínima noción de lo que eso significa.

Hoy en día y cada vez más, se hace necesario que todos los que leemos, escuchamos y observamos nos demos cuenta que no todo lo presentado de una forma pretendidamente artística es arte. Debemos creer y confiar en nuestra percepción y expresar la emoción que estas obras nos provoquen, reconociendo el esfuerzo y dejando la compasión por los malos artistas.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

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