sábado, 21 de agosto de 2010

Conocimiento para el alma

Angélica Ayala Galván*
Sábado, 21 de agosto de 2010

El conocimiento de una comunidad es acumulable y se siente aún más cuando convives con su gente, cuando te comparten sus saberes sin nada a cambio. Aprender de las personas es como si te abrieran la puerta a un universo desconocido, en el que sientes que lo puedes todo.
De pronto un grito de jóvenes, niños y adultos se presenta ante mí y me regresa a la realidad, el poder que había sentido unos segundos antes, comienza a desvanecerse. La pobreza me recuerda que sigue ahí, en uno de los tantos pueblos aislados y globalizados del territorio mexicano.
Me siento indefensa, impotente ante un mar de personas que me han enseñado que todo se puede, menos combatir la muerte. La muerte que causa un dolor, un sentimiento o una sensación, en la madre que ve perder a sus hijos y los hijos que recuerdan a su madre en una nube, en un ave.
Me confundo, no sé en qué momento estos sentimientos dejan de ser naturales y pasan a formar parte de lo cultural. Entonces recuerdo a aquel cantante uruguayo llamado Jorge Drexler y su canción La vida es más compleja de lo que parece.
Mientras recuerdo la canción, un miedo e impotencia invade mi cuerpo al saber que en mi país se encuentra uno de los hombres más ricos del mundo y al mismo tiempo hay personas que tienen que sobrevivir con las remesas que mandan sus familiares desde aquel país amigo o enemigo llamado Estados Unidos. Por otra parte me invade una alegría al ver que la población vive y disfruta lo que tiene, sabe que sus costumbres y tradiciones la enriquecen.
El estar en contacto con formas de vida diversas a la mía, me ha concedido percatarme que una sonrisa, un abrazo o una palabra permite comprender y entender que las necesidades de las personas no necesariamente tienen que estar en aquel concepto que el gobierno insiste en llamarlo “progreso”.
Hoy regreso con una perspectiva diferente, apreciando cada instante, cada minuto, cada frase. Hoy “quiero esta misma alma para no olvidar lo aprendido”, como dice Mariana Vega en su canción Contigo. Al final la vida sin tropiezos no es vida, el reto es saber transformar los momentos difíciles en enseñanzas únicas para el alma.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades de la UAEM.
angyayala@yahoo.com.mx

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