lunes, 4 de enero de 2010

Celebración necesaria

César Hernández
khampa-68@hotmail.com
Sábado, 26 de diciembre de 2009

Digamos el “requiéscat”
por el año que ha pasado a formar entre los muertos
Guillermo Aguirre y fierro.

A pocos días de concluir el año, como es costumbre cada uno de nosotros nos pondremos a hacer el recuento de lo acontecido a lo largo de los últimos 12 meses de nuestras existencias, rememorando las grandes hazañas, por insignificantes que parezcan, lamentando las pérdidas y haciendo el balance de qué tan bien, si es el caso, nos fue en el año que termina. Muchos lamentarán la pérdida de alguien cercano, otros la pérdida de su trabajo, algunos otros se lamentarán por el bienestar y la tranquilidad social que nos ha sido arrebatada. Muchos otros celebrarán sus logros alcanzados y la bienaventuranza de la que fueron partícipes durante el año 2009.

La mayoría de nosotros nos reuniremos con familiares, amigos, conocidos o simplemente buscaremos alguien con quién celebrar el término del año, ya sea por lo bien que nos fue o simplemente porque sentimos la necesidad de cerrar una etapa tan mala, cuyo fin merece necesariamente una celebración y una plegaria para que el futuro sea un poco mejor.

La celebración de fin de año es parte de la tradición de muchos hogares y personas, con una rica cena, música, baile y en algunos casos, el inevitable calor que en estos tiempos de frío nos brindan esos elixires de la destilación y el añejamiento, que nos hacen disfrutar la ocasión y despreocuparnos por un momento de todo lo mal que nos pinta el tiempo. Porque ese desenfado momentáneo que nos brinda esa celebración, es necesario para liberar las presiones y aclarar las ideas. Para después de un respiro profundo, volver a esa vida de incertidumbres y exigencias, de preocupaciones y pesares.

Liberarnos por momento de todas las presiones que nos impone esta vida en sociedad, es un derecho que nadie nos puede negar, y qué mejor ocasión que ésta para hacerlo, aunque al concluir la fiesta creamos que la cruda realidad es “invivible”, y nos dé pavor darnos cuenta de que la vida se encarece, la familia se empobrece, el futuro se oscurece.

Pero cuando llegue ese momento, nuestros ánimos renovados nos llevarán a repetir –al igual que todos los años– que si ya pasamos un año como el que terminó seguramente podremos con lo que venga más adelante.Así que hay que preocuparnos por sobrevivir sin olvidarnos de vivir esta vida que necesita de alegrías tanto como nosotros.

* Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

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