sábado, 29 de octubre de 2011

El fusil académico

Angélica Ayala Galván*
Sábado, 29 de octubre de 2011

En los últimos meses el tema de la violencia ha estado en boga en los medios de comunicación, los discursos políticos, incluso me atrevería a decir que en algunos casos es el tema central de conversaciones cotidianas. 
En esta ocasión no pretendo hablar de cuerpos destazados o de narcotraficantes negociando a balazos, sino simplemente poner en cuestión la capacidad que tienen algunas personas para infundir poder dentro y fuera de un salón de clases, por medio de la violencia y el miedo con forma de amenazas, mismas que reflejan el coraje, los intereses, la envidia, entre otras cosas, que son al mismo tiempo relaciones y realidades que se reflejan desde el ámbito escolar, hasta un conflicto internacional. 
Cuando entré a la Facultad de Humanidades, recuerdo que aún tenía la ligera esperanza de cambiar el mundo o al menos que mi mundo fuera distinto, conforme han ido pasando las clases poco a poco ese pensamiento se ha ido deconstruyendo, porque lo que he encontrado son múltiples realidades que desvanecen cualquier clase de teoría. 
Ahora no pretendo cambiar el mundo, es más, actualmente me cuestiono ¿para qué habría de hacerlo? Sin embargo, aún considero que cada libro y cada clase siguen forjando el aprendizaje y la postura que cada uno de los estudiantes tienen ante los sucesos que presencian a diario en sus investigaciones y por qué no, en su vida diaria. 
Esa postura que las más de las veces, vale la pena defender cuando se trata de proteger la libertad o la integridad de un grupo que lo único que pide es respeto a su mundo y su realidad. 
Evidentemente esto conlleva riesgos, pero si se guarda silencio y si se sigue actuando como si no pasara nada, lo iremos naturalizando, hasta el punto en el que posiblemente esos mundos y esas vidas desaparezcan por completo. 
Actualmente el reto no sólo es comprender la teoría, pareciera que también es preciso guardar silencio para que no se creen disturbios intelectuales, aún sabiendo que el debate y la diversidad de pensamientos es lo que enriquece aquello que se ha dado en llamar “educación”, pero que pareciera se ha convertido en un fusil activo que amenaza a las instituciones académicas. 

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Por qué prohibir la cultura tauricida?

Ángel Álvarez Franco*
Sábado, 22 de octubre de 2011 

La cultura tauricida es la mayor muestra de cobardía, arrogancia e intolerancia que la especie humana pudiera inventar, es la tradición de la vergüenza humana, fomenta el maltrato animal, el sadismo y masoquismo entre las nuevas generaciones, características evidentemente contradictorias a la racionalidad. Los tauricidas son aquellas personas que sienten placer, diversión, gusto, morbo, excitación mientras hacen o ven hacer sufrir a un toro hasta la muerte. 
Los partidarios de la cultura tauricida, los tauricidas, siempre han hecho alarde de ser poseedores de una tradición llena de honor y de gala, de belleza y de arte, de tradición y de lucha. La verdad es que el tauricismo se originó en los rastros minoicos antiguos de la edad de bronce como una práctica sádica al burlarse, someter y dominar al animal que estaba pronto a ser sacrificado, la forma antigua del tauricismo se origina debido a que el acto de matar a un animal se convirtió en una costumbre cotidiana y monótona.
Es evidente que el tauricismo fomenta conductas destructivas, violentas y sádicas que van en contra de los valores que esperamos encontrar en nuestra sociedad, ¿Qué valores podemos encontrar en el ruedo más que la exaltación de la violencia? ya existen muchas muestras de violencia en las calles como para que además se fomenten y se aplaudan formas de tortura diseñadas con rostro de espectáculo y que además sean difundidas y patrocinadas por el gobierno, tanto del estado de Morelos como el nacional, el dinero que se usa para patrocinar dichas corridas sale de nuestros impuestos, es decir, el gobierno gasta nuestros impuestos (los invierten según ellos) en algo completamente innecesario, y además en algo en lo que la mayoría de la ciudadanos estamos completamente en contra, Morelos no es un estado taurino, ahora bien, ¿En qué nos beneficia como ciudadanos que existan corridas de toros en Morelos?
El tauricismo es una de tantas muestras brutales de discriminación hacia los animales no humanos, se fomenta su maltrato por mera y simple diversión, no apoyemos estos actos irracionales. Unámonos contra la abolición. 

*Yayauhki_xolotl@hotmail.com
http://www.hermanosdegarras.com 

sábado, 15 de octubre de 2011

El especismo; un reflejo de las incongruencias del activismo

Carla Silvia Campos Torres*
Sábado, 15 de octubre de 2011


Quizá la palabra especismo sea difícil de comprender en una sociedad que ha naturalizado la violencia.
Vemos en muchos medios de comunicación a luchadores sociales que abogan por la dignificación de la mujer, de los ancianos, de los gays, de los niños, de los indígenas o de algún grupo humano que la hegemonía margina.
La mayoría de las personas se horroriza con la violencia que impera en el país, los miles de descuartizados, las fosas clandestinas, los feminicidios; la violencia exacerbada. ¿Pero es que esta sociedad vive  acaso una doble moral? Manifiesta su inconformidad hacia todas estas formas de abuso pero no se detiene a pensar en las otras formas de vida no humanas. No se pone a investigar o a reflexionar la manera en la que  se obtiene la carne que consume o la piel con la que se viste o los productos químicos que usa. 
Es lamentable escuchar a feministas decir “nos tratan como animales”; escuchar a activistas que luchan contra la violencia decir “mataron a mi hijo como a un perro”; donde se legitima, se acepta el  trato cruel y abusivo que se comete contra los que el humano llama animales, no deteniéndose a pensar que nosotros también lo somos y que las diferencias son mínimas.
Este tipo de actos, la indiferencia o el anteponer los intereses de una especie, en este caso los humanos, a costa del sufrimiento de otros seres, no humanos, se denomina especismo. La discriminación por especie; como el racismo es la discriminación por raza y el sexismo la discriminación por género. No hay diferencia.
El tolerar o reivindicar la cotidianidad de la percepción acerca de lo “animal” es alimentar las relaciones de poder sea de humanos a humanos o de humanos a no humanos por lo que en mi opinión, los activistas deberían reflexionar acerca de lo que se llevan a la boca, de lo que dicen en su “lucha” que también excluye de manera discriminatoria y de sus actos en general, porque es obligación de todos pensar en nuestras acciones de manera crítica.
No deseo con este artículo ganar adeptos al movimiento de liberación animal, lo que quiero es que reflexionemos y pensemos si realmente llevamos una congruencia entre lo que hacemos y lo que decimos. Cualquier lucha que tolere formas de discriminación es una lucha incongruente y mera retórica que no transformará las estructuras en una sociedad.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.


sábado, 8 de octubre de 2011

Avatares hoy en día del camino de las humanidades

César Octavio Cortés Velázquez*
Sábado, 8 de octubre de 2011

El camino que suelen caminar las humanidades está inducido a reducirse por “perspectivas simplistas”: la tecnología y la globalización, que busca homogeneizar el gobierno. Este problema ya lo estamos enfrentando quienes hemos decidido ser cómplices de las humanidades. El problema va desde la falta de oportunidades laborales hasta académicas, y nuestra reacción no es más que una eclosión de malestar.
Cada vez más carecemos de espacios para ejercer. Cuando hemos encontrado un espacio nos topamos con que por falta de experiencia no somos lo bastante calificados. En el ya infrecuente caso que se haya obtenido un empleo sucede que se nos paga una ridícula miseria de dinero. Pero lo lamentable, es saber que la mayoría de los espacios que pueden ofrecer empleo a los humanistas son las misma instituciones académicas, públicas o privadas, que nos rechazan, ¡qué poca congruencia!  
No obstante, nuestra universidad no está exenta de la problemática. Basta preguntar, qué tanta participación tiene el alumno fuera de clases. Cuántas veces un alumno es ponente o publica, pues muchas veces se escucha o lee a los profesores. Cuánta confianza tienen los profesores hacia los alumnos como para hacerlos participes de sus investigaciones. Qué tanto compromiso se da en la relación alumno-profesor, donde uno aprenda del otro. Qué tantos espacios de participación tiene el alumno dentro de la universidad, y que él haya organizado. Qué tanto los alumnos de humanidades se esfuerzan por hacer de los “espacios existentes”, en general, menos desalentadores. Qué tanto cree uno que hace y los otros creen que hacemos.
Pareciera que no sólo el gobierno, sino también los académicos se están apegando a que las humanidades están asociadas únicamente al currículo escolar y al prestigio profesional. Cabe señalar, que no asumimos la lectura y la escritura con el fin básico de “estudiar” y “pasar exámenes” para sacar la carrera, y hacer currículos que conduzcan al éxito, es decir, estar al margen de las evaluaciones escolares. No es un asunto exclusivamente instrumental y escolarizado, sino un devenir de nuestro humanismo y autonomía.

*Estudiante de Filosofía en la Facultad de Humanidades UAEM 
cesar_cortesv@hotmail.com

sábado, 1 de octubre de 2011

Las mujeres del 68

Edalith Alcántara Pérez*
Sábado, 1 de octubre de 2011

Si seguimos hablando lo mismo, si nos hablamos como los hombres nos han hablado, durante siglos, como nos han enseñado a hablar, nos fallaremos. Una vez… más las palabras pasarán a través de nuestras cuerpos, por arriba de nuestras cabezas, desaparecerán, nos harán desaparecer.
(Luce Irigaray)
 
El 2 de octubre no se olvida, imposible. Nuestra memoria se llena de imágenes de represión y abuso de poder: un militar que encañona a un joven y otros más que corren para resguardarse de los tanques de guerra que invaden la Plaza de las Tres Culturas.
Entonces, los nombres de Luis Gonzáles de Alba, José Revueltas, Raúl Álvarez Garín y Marcelino Perelló cobran significado, pues son las caras del Movimiento Estudiantil de 1968 que denuncian la podredumbre y decadencia del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Sin embargo, falta el otro lado de la historia en la que se encuentra las mujeres que lucharon por el mismo fin. Es necesario visibilizar y revalorar la participación de las mujeres en este movimiento social, no hacerlo significa perpetuar una mirada parcial y patriarcal de la historia de México.
La participación de las mujeres en el movimiento estudiantil es casi indetectable debido a que sus labores se restringieron al ámbito doméstico, por ejemplo, eran encargadas de la administración del dinero para auspiciar la causa y de la preparación de los alimentos. Además que para muchas de ellas esta experiencia representaba su primer acercamiento a la política. No obstante, muchas mujeres se arriesgaron a dejar su rol tradicional al salir con las brigadas a la calle para organizar mítines espontáneos en los cuales se le explicaba a las personas las demandas estudiantiles por medio de propaganda política que ellas mismas hacían. La encomienda no era fácil pues se trataba de divulgar conocimiento y generar conciencia sobre la problemática que aquejaba al país.
Existen dos nombres que pueden rescatarse del anonimato: Ana Ignacia Rodríguez, la Nacha, y Roberta Avendaño, la Tita, quienes eran estudiantes de la facultad de derecho en la UNAM y que fueron llevadas a la cárcel de Santa Martha Acatitla por su participación en el movimiento, imputándoseles 16 cargos. La opinión de Ignacia publicada en La jornada es reveladora acerca del papel de las mujeres en este movimiento estudiantil: "La discriminación de la mujer en el 68, ¡en serio!, es enorme. Nuestra participación fue determinante en el movimiento estudiantil, fuimos oradoras, sacábamos muchos pesos en las brigadas, hacíamos pintas. A pesar de todo, por el movimiento sólo hablan los compañeros”.
Como puede apreciarse las experiencias de las mujeres no han tenido cabida en el discurso hegemónico del 68 por considerárseles como meros pasajes anecdóticos. Sin embargo, es indispensable estudiar la participación y la trasformación de las mujeres en el México contemporáneo, pues para muchas resultó una revaloración de su entorno y de sí mismas.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.