sábado, 24 de septiembre de 2011

Después del regio ahogado quieren tapar el casino

Oscar Daniel Prado Ramírez*
Sábado, 24 de septiembre de 2011

Mientras la columna de humo que dejó el incendio provocado en el casino Royale de Monterrey se disipa a lo largo y ancho de la prensa internacional, la política seguida por el gobierno federal es la de cerrar casinos en todo el país. Existe un entrampado escenario en esto, pues los hechos ocurridos no fueron propiciados únicamente por la ilegalidad de estos establecimientos. El mecanismo del desastre ocurrió principalmente por la falta de pago del derecho de piso de una de las muchas extorsiones de un grupo delincuencial, pues ya se le pagaba a una organización contraria, que no sólo afecta a los casinos sino a un gran porcentaje de los negocios de todo tipo, en la región y en el país. Entonces ¿por qué cerrar casinos en todo el país, o se creerá que con esto las demás extorsiones cesarán? Más que preocuparle al gobierno los 52 muertos y las víctimas futuras de su guerra, lo que realmente le preocupa es el estado de operación de estas casas de juego y su posición a favor de éstas en el pasado. Pues como sabemos los responsables de otorgar licencia a éstos es la Secretaria de Gobierno. Pero más allá, está la negligencia de que aún a sabiendas de que los casinos han sido centros operativos de lavado de dinero del narcotráfico y de que supuestamente la mayoría de estos son ilegales (lo que se sabe desde hace años) no se hace nada. Otra vez ¿por qué tanta urgencia por cerrarlos ahora, cuando más tranquilamente operaban? ¿no es contradictoria la política del gobierno que cuando pudo resolverse una parte de su torpe guerra sin armas, cerrando estos negocios, no se hizo? Incluso los panistas siguen estando implicados en la operación de éstos, sólo basta ver los videos y declaraciones del hermano y del gobernador de Monterrey para dimensionar la historia de apoyo a casinos que van desde el mismo presidente hasta el antes secretario de Gobernación Santiago Creel ¿o será que su guerra sólo funciona con enfrentamientos armados lo que sí los hemos visto propiciar? La política del gobierno panista cada vez más se asemeja a la discusión de borrachos después del partido de futbol dominguero, en donde el objetivo es ganar al contrario sin amainar pasiones hasta los golpes y con un hilo conductor de todo el sexenio, un autoritarismo patriarcal basado claro está, en una moralina de doble careta. Parecería que se quiere tapar el muertito, por las implicaciones del lugar en donde murió para con el cercano 2012, más que quererle dar una sepultura digna y honrosa como ya lo hemos visto en las tragedias anteriores.


*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.   

Consolar

Ricardo Molina Domínguez*
Sábado, 10 de septiembre de 2011

Alguna vez, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Javier Sicilia decía que consolar era compartir la soledad; es por ello que quiero compartir lo siguiente:
Consolar es compartir las soledades, porque se consuela cuando hay duelo, pérdida, desesperanza; cuando el dolor es tan intenso que se piensa que se está solo y sólo es posible recibir consuelo de alguien que conozca el dolor. Al compartir la soledad, no desaparece el dolor, se asimila, se acepta, se vive; es entonces cuando renace la esperanza, no en recuperar lo perdido, pero sí en recuperarse, y en recuperarse con el otro, con quien consuela, con quien también siente dolor, pero no se estaciona en él.
Compartir la soledad es también esperanza, es ya principio de acción, de cambio, de no conformarse, de luchar contra las injusticias repetidas, es esperanza de que deje de suceder la terrible repetición de lo terrible. Dejarse consolar no es negar el dolor, es liberarse de la esclavitud del sufrimiento, es darse cuenta que sólo en soledad se toca hondura y que únicamente puede haber un viraje en el curso de acción a partir de uno mismo, y desde ahí encontrar al otro y ser en el otro.
Consolar es tener ya un principio de organización social, de indignación y resistencia ante la injusticia, consolar exige ser coherente con la propia soledad y con la indignación ante lo terrible, consolar y permitir ser consolado no es permanecer pasivo, es ya principio de acción que exige encontrarse y evitar que lo terrible siga sucediendo invariablemente.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

martes, 6 de septiembre de 2011

Se llamaba Muerte

Everardo Martínez Paco*
Sábado, 3 de septiembre de 2011

Todo el día se preguntaba lo mismo: ¿Por qué la vida era tan cruel?, ¿Por qué cada día tiene que morir alguien?, ¿Por qué lo que impera en el mundo es la violencia y la maldad?, ¿Quién se encargará de este trabajo tan nefasto? En su mente podrida revoloteaban miles de respuestas, el ciclo susceptible del destino atroz, los márgenes estructurales de una vida sin memoria o quizás sea que tienen que morir unos para otros quepan en esta vida, todas estas respuestas pasaban por su mente pero ninguna se le hacía factible. Parecía ser un imán de desgracias o alguna especie de amuleto de la mala suerte, su vida estaba inmersa en ese mundo de lo extraño, lo vil y lo vulgar. El primer encuentro que tuvo con la muerte fue a sus escasos cinco años, una larga edad para alguien inmiscuido en la desgracia, ese encuentro se originó cuando su padre, en un momento de locura la quiso asesinar clavándole un cuchillo en el tórax, no lo logró, aún se pregunta el por qué no lo logró… Su madre murió ante sus ojos, en medio de una serie de espasmos y de ataques repulsivos, desde ese momento se fueron ciñendo cientos de situaciones un poco cómicas sobre las muertes que desfilaban ante sus ojos, todo este ciclo de muertes y de situaciones extrañas la habían llevado a convertirse en alguien cruel, tétrico y solitario, por no decir que vivía en situación de calle. La mayoría de las veces hablaba sola, sola, completamente sola. Misteriosamente todas las personas que convivían con ella al tercer día morían, a estas personas se les veía el miedo en los ojos, como si adivinaran que morirían, que la muerte estaba cerca. Quizás la fama de esta lúgubre personaje los hacía temer un futuro incierto, todo era un enigma, hasta que un día ella tocó mi puerta, la miré de pies a cabeza, traté de hablar pero mis labios no se movían, no tenía miedo, al contrario sentía paz, extendí mi brazo y la hice pasar, no platicamos, nunca cruzamos palabras, ella sólo deambulaba por ahí, siempre mirando y vigilándome. He visto desfilar tantas vidas frente a sus ojos que se que la siguiente es la mía, por eso escribo estas últimas líneas, para recordar cómo fue ese, mi encuentro con la muerte.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

Cybor

Citlali Rossalí Salazar García*
Sábado, 27 de agosto de 2011
  
Desde hace meses que estoy en esta cama. Recuerdo que un día se me diagnosticó una extraña enfermedad, me dieron incapacidad pero ya no pude recuperarme. No tengo familia porque ya no pude tener descendencia, luego de la última guerra mucha gente se marchó de aquí o murió, aunque yo era la excepción al quedar en un albergue de mujeres.
El único que me cuida es Cybor. Él es un robot que me otorgó el gobierno para que me cuidara, pero creo que no hace bien su trabajo, a veces me lastima y hace cosas que yo no quiero como darme de comer cada tres horas, pero él así es, está programado y no le puedo reprochar nada.
-Cybor no, no vengas ahora con ese olor que me marea, no quiero dormir, todavía no estoy haciendo un recuento- pero Cybor no lo entiende y empieza martirizarme con ese olor que me hace dormir.
Me gusta cuando Cybor me deja pensar en un mundo paralelo, como cuando lavaba los trastes en el albergue, yo pienso y Cybor tiene la capacidad de proyectar mis recuerdos en una pared, como un cine… Qué difícil es ahora que yo lave los trastes o haga mi vida normal, con esta enfermedad tan dolorosa nada se puede.
-Cybor ¿Qué haces? No me toques de ese modo, ¿Qué no entiendes como me duele? Tu mirada me marea no me mires así- Pero Cybor se comporta muy extraño, ya no me oye.
-Cybor no me entierres esas agujas en el cuerpo ¿Por qué? ¿Qué te hice?- Casi olvido que Cybor no siente nada por mí y seguirá enterrándome esos como alfileres en todo el cuerpo hasta que duerma… Hasta que deje de hacer el recuento.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM