sábado, 30 de julio de 2011

Sin el honor que se merece

César A. Hernández*
Sábado, 30 de julio de 2011
No sé por qué piensas tú, 
Soldado, que te odio yo 
Nicolás Guillen

Lo conocí hace más de quince veranos. Compartimos el tiempo de juegos, de aventuras extrainfantiles, de descubrimientos excitantes, de deportes mal practicados y de vicios prematuramente adquiridos. Dentro de todo esto él era el intrépido, el aventurero, el atleta; yo, un ser fatigado de nacimiento, me quedé con los vicios, él se rehusó a entrar en ellos pues desde entonces ya tenía bien definidas sus aspiraciones.
Una tarde lluviosa llegó con una sonrisa de alegría y orgullo, esa que se dibuja cuando al fin se ha alcanzado lo que se anhela, y me lo dijo sin rodeos. Yo bien sabía que lo lograría pero algo en mí me hacia desear que fracasara en ese empeño; yo era el único mal amigo que no quería que fuera lo que él quería ser: un miembro, el más destacado, dijo que llegaría a ser, del ejército.
Recuerdo que se había ganado la admiración de muchos al defender a aquellos que sufrían los maltratos de los abusivos. Era como un héroe escolar, como un ejemplo de buen chico, era lo que, en el fondo, todos, incluido yo, deseaban ser pero nunca tuvieron el valor de decidirse a serlo. Llegué a creer que era envidia mi deseo de su fracaso, pero luego cuando dejé de verlo comprendí que era miedo de perderlo; miedo a que dejara de ser el chico que hacía cosas buenas por  puro gusto; miedo a que dejara de ser un ser libre; miedo a que, como ahora, dejara de ser.
Hoy, entre cervezas y  cigarros, un conocido me dio la noticia; fue en un enfrentamiento entre su destacamento y miembros del crimen organizado. Ocho muertos, entre ellos él. Según una nota, en la que se omitían nombres, más de trescientos disparos fueron percutidos, dieciséis de los cuales perforaron su cuerpo. 
Con el rostro desfigurado y sin el honor que se merece, yace ahora en la sala de la que fue su casa. Entre llantos y reclamos, entre oraciones y plegarias sólo esperamos que su alma descanse y que no haya en este mundo un ser humano más que muera por el afán asesino de propios y ajenos; que la vida deje de ser condicionada a la trayectoria de las balas y que los deseos de contribuir para mejorar de algunos no sean justificación para disponer de sus vidas tan valiosas como las de cualquiera.
El adquirió la responsabilidad de servir y ese fue a sus ojos un gran logro. Lástima que los que ordenaban de qué forma se tenía que servir no sirvieran para eso.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

sábado, 23 de julio de 2011

El tren de la diversidad

Angélica Ayala Galván*
Sábado, 23 de julio de 2011

En este tren van diversos pasajeros, cada uno con un pensamiento. Algunos mantienen el mismo sitio de llegada, otros aún no tiene el sitio definido. Cada viajero posee su propia historia, y durante el viaje, se entrelazará con las otras por casualidades o azares del destino. 
En este trayecto se comparten paisajes, música, libros y anécdotas de todo tipo. Algunos pasajeros sufren el recorrido, otros lo gozan, unos tienen miedo y otros tantos ni siquiera se han dado cuenta que están viajando. Varios de ellos no llegarán a la central principal, se quedarán en las estaciones precedentes, en las que al mismo tiempo habrá pasajeros que estén esperando con ansia o infortunio la llegada del tren.
A lo lejos, se escucha acercarse, poco a poco, un tren que viene en línea contraría. Al quedar en paralelo, por escasos segundos se alcanza a percibir lo que sucede en el vagón opuesto; otras historias, otros pensamientos, otros pasajeros que por un momento entrelazan miradas. Sin saberlo, en este vaivén los viajeros han compartido un pequeño instante de su vida, el cual puede, o no, ser significativo.
Cada tren, cada vagón, cada pasajero tiene un mundo dentro, en el que se comparten relaciones con otras personas, éstas pueden ser de amistad, de desprecio, consanguinidad  e incluso puede que no tenga un término para referirme a ello.  
Así, como en cada uno de los viajes del tren de la diversidad, las sociedades van y vienen, cada una con sus propias lógicas y paisajes, éstas suelen ser como los vagones a los cuales sólo se tiene acceso por un momento, y de ellos sólo observemos una parte de su esencia.
Aunque no se logre distinguir qué pasa en cada vagón del tren opuesto, es interesante tener la noción de que atrás, delante, e incluso a los lados, existen más vagones que mantienen una línea: la línea de la diversidad, que lleva a destinos nunca imaginados.
En este momento el tren se detiene y después de un breve descanso nuevamente comenzará a avanzar. Por la puerta suben varios pasajeros, entre todos ellos hay una persona que me ha hecho pensar todo esto, tal vez en este trayecto pueda conocerla, o tal vez se pierda entre la multitud, mientras tanto, agradezco este pensamiento que puede que se desvanezca con el paso del tiempo o que perdure en este viaje sin regreso.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.
angyayala@yahoo.com.mx  

viernes, 15 de julio de 2011

Ambivalente panacea

Samantha Brito*

Entonces me dijo: Vamos a hundirnos en nuestras espaldas para siempre y yo le creí. Nunca regresaríamos. Nuestros cuerpos prometían eternidad, pero nuestros actos tergiversaban la pasión en flaqueza, indiferencia y ociosidad. Aún así, lo seguí, anduve sus caminos de vidrios rotos, con una prenda en los ojos y con una soga al cuello. Gritaba su nombre cada amanecer en señal de mi génesis, de un aquelarre pendiente. A pesar del carácter voluntario de estos hechos, el dolor sucumbía, pero el deseo persistía como una mala hierba, asfixiante, similar a la soga que me lograba sangrar el cuello.
Al despunte del alba buscaba su silueta, especialmente su espalda de la cual bebía, delineada por el sol, mientras permanecía con los pies descalzos en la terraza. Su mirada era, cada vez que buscaba enamorarme, auténtica, alevosa y voraz. Todo el tiempo supe su juego, lo fugaz de su materia, lo profundo de su naturaleza y el silencio de su partida. Aquí nada se le acusa al desconocimiento sino a la necesidad de su templo, aquel lugar entre sus piernas, por mi sacralizado, donde aguardaba mis plegarias más oscuras y el centro del universo donde se fundían el caos y el orden mítico.
Arribamos a la noche. Nos envolvíamos en excesos que nos recordaban de alguna u otra manera a la irreverencia, a la magnificencia del quebranto de lo que tu cuerpo me propone como frontera. Transgresión. Éramos la orgía universal.
Escalaba desde sus pies a sus labios como un oficio de artesanía. Moldeando con mis manos, caricias que involucraran un placer que pudiésemos después compartir con los dioses como una ofrenda. Agradecer aquel instante donde renunciamos a nuestra fugacidad, a lo incierto que nos cubre. El sudor y los olores del pubis, sahumerio, flores muertas, conexión única. No quedaba lugar para los arrebatos ni para gemir.
Nunca dijo adiós, pero su ausencia era clara. Necesitaba de él una vez más. Las horas no podían contenerme, las charlas con otros eran un teatro mudo, no sabía de qué rayos me hablaban, mis ojos sólo perfilaban su nombre en los labios de extraños. No había preludios, la noche era recordarlo y simular vivir un día más. Sin consuelo. Pero nunca lo busqué, no le hablé por teléfono, ni le escribí por correspondencia. No podía cederle más docilidad.
La realidad entonces se me tornó agresiva, insufrible. Requerí la ayuda de María, siempre fugaz, preciosa. Fui a buscarla, a contarle de mis ganas por él. Al contrario de otros consuelos, no me abrazó. Se quedó mirándome con unos ojos de ternura, me tomó de las manos y me dio un beso. Entonces susurró: “una vez probando la miel de las espaldas y del sexo, imposible es no volver”. Me quedé callada con dolor en el pubis y escribí su nombre con desesperación. Te desintegraste en tu propio caos, me dolió el pecho. Entonces te consagré la muerte que te espera en aquel par de piernas abiertas. Por lo pronto, muérete.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM. 

Anuncio comercial

Patricia Romero Ramírez*


Soledad abrió la puerta de su recámara. En la mano derecha llevaba la botella de un líquido amarillo, espumoso y muy frío, en la izquierda un cuchillo de cocina. Su cara traslucía una tristeza aterradora. Encendió el televisor y una vez más transmitían aquel comercial que le repugnaba tanto. En él, con apenas unas prendas cubriéndole el cuerpo, Soledad anunciaba la marca de una bebida alcohólica. En ese instante recordó la lascivia con la que los hombres hablaban de la hermosa modelo y sintió asco, se tapó con amabs manos los ojos y lloró de impotencia. Mientras las gotas saladas rodaban por sus mejillas vinieron a su mente un montón de recuerdos…
A ella le gustaba la actuación desde muy chica, mas nunca tuvo las posibilidades económicas para estudiar teatro. Tenía una cara muy linda, era alta, de cuerpo delgado y tez clara, y su familia y amigos le decían siempre que poseía la belleza de las modelos de pasarela. Por ello, la animaban constantemente a que hiciera casting para alguna de las grandes televisoras. “Puedes ser conductora y ganar mucho dinero” –le decían ellas– pero eso no le importaba. Soledad no sentía atracción por ser artista de televisión, no buscaba ser famosa o ganar mucho dinero, solo quería actuar, gozar de lo multifacético que pueden ser los actores.
No obstante, un día sus amigas la convencieron. Televisa lanzó una convocatoria para ser modelo en un programa matutino, y Soledad se animó a participar. “Son las ganas de actuar –dijo– no la belleza de la que tanto se hace alarde. Un mes después le avisaron que el resultado era favorable, y que inmediatamente debía presentarse a las oficinas. Animada acudió al llamado, y al llegar, sin darle muchas explicaciones, le pidieron que firmara el contrato por seis meses. No tardó en descubrir que había cometido un error. Le avergonzaba el trato que le daban a cada una de las chicas, pues lo único que al productor le importaba era que mostraran su cuerpo. A ella le incomodaba el uso de diminutas ropas, el exceso de maquillaje, y aquellas formas de bailar que en nada le convencían, pero sin duda lo que más le fastidiaba era el comentario de su jefe: “el que no enseña no vende”. Quiso salir de ahí, pero le preocupaba el contrato que estaba de por medio, temía a la demanda. Un día le obligaron a filmar un comercial de la cerveza “Corona”, y se sintió degrada, por la forma en la que pedían que anunciara la bebida; los movimientos, los gestos, las posturas y actitudes que debía tomar le causaron aberración, y más aún el éxito del comercial; las frases hirientes que las personas decían al mirar la publicidad la llenaban de coraje.
De repente volvió en sí, y pensó en que ella no quería pasar más por ello pero seguramente el productor no le permitiría cancelar el contrato. Entonces colocó la botella sobre el piso y con el cuchillo cortó su cuello. Cuando los peritos llegaron al lugar buscaron alguna pista que revelara homicidio, pero en lugar de eso encontraron un televisor repitiendo una y otra vez el mismo comercial, una mujer fría y una cerveza caliente.

 * Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM

andro0717@gmail.com

Antropología ficcional

Miguel Ángel Álvarez Franco*

La siguiente crítica se centra en el método para manejar y publicar los datos de la investigación antropológica, es decir “el estilo” o forma con el cual se redacta un diario de campo y posterior edición para la publicación de los datos en él contenidos.
La Antropología se ha ido ficcionalizando a raíz de que los investigadores se han orientado a hacer más literatura que Antropología, novelando sus publicaciones ya sea por mero amor a la mano literata o por pura estrategia de mercado, algo que a simple vista parece no representar problema alguno, por otro lado podríamos pensar que esta ficcionalidad da la oportunidad al investigador de jugar con los datos, agregando o quitando, según los requerimientos de su investigación/novela.
Como es sabido los datos de una investigación pueden ser fácilmente sesgados. Desde el mismo momento de concretar su pregunta de investigación, y sin haber pisado campo, el antropólogo es capaz de realizar una previa selección de los datos que pueden ser favorables para su investigación y cuáles no, con la intención de no oponerse a lo que se busca demostrar. Desde esa posición, algunas investigaciones antropológicas se basan en una pequeña y focalizada muestra previamente seleccionada haciendo caso omiso a las periferias que pudieran ser contradictorias, dichas investigaciones pueden ser extensas y complejas, las cuales muestran su pequeñez y ficción hasta que otro investigador tiene la gran idea de corroborar los datos de investigaciones ya realizadas.
Quizá lo anterior no se dé por intención consciente del investigador, dejándole la responsabilidad a una errónea o “inocente” forma de comprender los datos de aquello que se observa y estudia. El problema en esto es precisamente que existe un sólo par de ojos para registrar y “comprender” la información observada en un tiempo y lugar de estudio preciso; la soledad con la cual trabajan algunos antropólogos es peligrosamente perfecta para crear esa ficción que aporta a nuestro registro esa peculiaridad interesante, una aventura por aquí, un Juan Matuz por allá, después de todo ¿Quién se va a enterar?

¿Por qué creer en las publicaciones antropológicas? La ficcionalidad es algo que se permite desde las aulas, desde la formación de aquel antropólogo/poeta.

* Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

La conciencia social, una vía para la exclusión

Carla Silvia Campos Torres*

Muchas veces hemos sido testigos de las diferentes formas de lucha que diferentes grupos o individuos mantienen en la sociedad, de hecho algunas veces nos sentimos  identificados con alguno de ellos pero ¿qué sucede cuando luchamos en contra de creencias o formas de expresión donde nuestros intereses se ven afectados?, tal es el caso de luchas que promueven el respeto hacia otras formas de vida no humanas.
Donde muchos vemos tortura y abuso por parte de los humanos hacia los  animales, otros ven tradiciones, creencias religiosas, preservación de cultura, supervivencia. ¿Cómo luchar contra cosmovisiones o percepciones de valores diferentes a los de nosotros?
Muchos grupos de lucha por la vida digna de seres no humanos argumentamos que en este tipo de actos se exalta la violencia y la tortura, el abuso y la dominación hacia el otro, en este caso los animales. Pero también debemos ser concientes de que cada individuo tiene creencias y el querer prohibirlas implica no llevar a cabo la tolerancia, el respeto, valores por los que luchamos. La pregunta es si es válido hablar de respeto ante situaciones que abusan de otros, respetar a los que no respetan.
El conflicto en cualquier lucha social es la diferente visión que se tiene de las cosas. Se ve a los diferentes como los contrarios, los enemigos, como los que están cegados, los inconcientes y los que no se dan cuenta de la realidad o la verdad que nosotros vemos. Ese pensamiento que algunos activistas o luchadores sociales tienen respecto a los otros es una actitud dogmática, el no autocuestionarse o el no tener una visión crítica de sus propias creencias es asumir la actitud opresora contra la que se supone luchamos.
El hablar de la conciencia social implica excluir a los otros y tomar una personalidad mesíanica, encumbrarse ante los demás como el conciente implica discriminación, pero ¿es que entonces debemos ser indiferentes ante los abusos de poder? Creo que un aspecto importante para cualquier lucha social es estudiar la problemática integralmente, conocer los antecedentes a diferentes prácticas que consideramos abusivas y aprender a escuchar y dialogar con los que las practican o promueven; sólo a través del diálogo y la reflexión podremos llegar a un punto en común sin tratar de convencer a nadie de nada, el primer paso es el entendimiento, claro es que todos hemos sido víctimas de estructuras cimentadas en la violencia y la no reflexión.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.

Las máscaras de la violencia

Edalit Alcántara Pérez* 

“Eran dos chavos, uno homosexual y el otro normal” 
Comentario de una estudiante de antropología en clase de género.

El 17 de mayo es la fecha que se ha designado para conmemorar El Día Internacional Contra la Homofobia, sin embargo, un día no es suficiente para aniquilar la ola de violencia que este grupo ha sufrido a lo largo de la historia.
Cuando se pronuncian las palabras violencia contra los homosexuales a nuestra mente vienen imágenes de hombres y mujeres golpeados o muertos debido a sus preferencias sexuales, y es cierto, pero qué hay de esa otra violencia y discriminación que no deja huella pero se materializa en el lenguaje. El mundo mantiene una relación de interdependencia con las palabras, entendiendo que éstas tienen una carga valorativa con la cual se jerarquizan las cosas, por lo tanto estos clichés del lenguaje generan estereotipos y determinan nuestra visión del mundo o en palabras de Derrida “el prejuicio no deja espacio al juicio”.
Hay que escuchar lo que las palabras callan, pues de esta manera podemos comprender que los significados no están en las cosas sino que nosotros asignamos esos significados a las cosas, en muchas ocasiones de manera arbitraria y la mayoría de las veces sin darnos cuenta.
El epígrafe elegido muestra que la estudiante de antropología ni siquiera se percató que su comentario es discriminatorio, pues nos remite a un opuesto binario: heterosexual/homosexual desprendiendo un elemento que se coloca en el centro, la heterosexualidad, dejando al otro elemento, marginado; desprendiéndose una nueva dicotomía normal/anormal y una pregunta en el aire, ya muy gastada y que pensé que ya se había superado, ¿qué es lo normal? Esta situación  me remontó a los criminólogos mexicanos del XIX que consideraban que las desviaciones sexuales eran antinaturales, antisociales y se vinculaban con la delincuencia. Todo esto situados en pleno siglo XXI y con una revolución sexual acuestas.
Pretendo enfatizar que la violencia física no es el único mal que aqueja a los homosexuales, pues por medio del lenguaje también se genera y naturaliza la violencia. Hasta la fecha me sorprende las millonarias campañas que se han emprendido contra la homofobia que no han logrado sensibilizar ni a los universitarios, pues no sólo se trata de convertirse en un merolico que repite los conceptos sino que éstos se conviertan en una herramienta que desenmascare el contenido ideológico subyacente que deja constancia de la exclusión, explotación y violencia que los grupos, mal llamados  minoritarios, sufren.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

La novela ahora con “balacera” y en horario estelar

Oscar Daniel Prado Ramírez*

En la actualidad, cosas que antes nos hubieran parecido muy lejanas o eventos al menos a distancia de la casa donde crecimos o el barrio en el que nos aventuramos por vez primera en nuestras andanzas, se han convertido en situaciones cotidianas. Hechos que se repiten con regularidad hasta convertirse en algo que si no va perdiendo relevancia por su gravedad, sí es el pan transmitido con reiteración diaria por televisión, con forma de noticiero o para regocijo del teleauditorio asiduo a las historias melodramáticas, ahora en novela de nuevo formato. Me refiero a las nuevas transmisiones con temática de violencia y narco que Televisa está presentando en horario estelar. Por supuesto la violencia en la forma en que se nos presenta se va diversificando. Eventos de terror que se suscitan en zonas urbanas o a las afueras de las ciudades como las balaceras, los decapitados, “colgados”, “levantados”, secuestrados y por supuesto muertes que vienen de todas direcciones dejando rastro anónimo con mensajes explícitos o a veces, sin ellos. Con representación clara de las intenciones o con plena ambigüedad en la autoría, pero sobre todo colmando de alarma a la población civil. Una vez que se banaliza la violencia y sus efectos, poco a poco se va convirtiendo en parte del paisaje, no digamos en algo familiar pero sí en algo que comienza a perder su impacto inicial. Una mujer de una localidad norteña me dijo “lo más curioso es que ahora la gente anda bien ‘relax’, mira como si no pasara nada hasta altas horas de la noche, es mejor andar así”. Lo más curioso es que unos días antes se habían suscitado varias balaceras en al menos cinco diferentes colonias de su ciudad. La pregunta parecería clara ¿De qué nos habla que ahora hasta nuestros muertos se clasifican en de primera, segunda y hasta tercera categoría social como extensión de lo que fueron en vida? ¿No todos nuestros muertos deberían de contar con una sepultura digna y por supuesto de ser esclarecida su muerte con tanta urgencia como la de todos? ¿Acostumbrarnos a la violencia diaria, como ocurre en algunas ciudades, qué clase de efectos guarda para nuestras vidas? ¿La banalización de lo que está pasando ahora convertido en un “show” o en un producto con oferta de identidades de consumo, qué impactos tiene? Al parecer la respuesta a estas preguntas no se haya en el programa de seguridad del gobierno de Calderón ni en las autoridades inmediatas del país.

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

¿Feliz día niños?

Ricardo Molina Domínguez*
Sábado, 7 de mayo de 2011

Festejar la infancia es, sin duda, importante no sólo para los niños, también para los que no somos tan niños pero que conservamos bellos recuerdos de nuestra infancia, incluso características propias de un niño, no hablo de inmadurez, que no es sinónimo de pocos años vividos, hablo tal vez de inocencia, de capacidad de asombro frente al mundo y de otras cosas sin las cuales la vida seria monótona y gris.
Hablar de niños es hablar de alegría, esperanza, sueños; sin embargo no siempre es así, ya que hay niños cuya vida sí es monótona y gris, más que gris, sombría. Hoy pido que pensemos en aquellos niños que parece que nos son ajenos, pero que están en todos lados, que vemos siempre. Pido que pensemos en los niños que han sido o están siendo violentados.
Pensar en los niños y niñas en situación de calle, abandono, negligencia por parte de sus padres o tutores, en aquellos que son víctimas del tráfico de personas, de esclavitud, de pederastas, de redes de prostitución y pornografía; pido pensar en aquellos niños y niñas víctimas del maltrato físico, emocional y sexual.
Pensar la violencia infantil es hacer conciencia de que esto existe, es dejar de hacerse de la “vista gorda” e ir más lejos, ya que exige levantar un grito, como el que se ha escuchado en esta ciudad, un ¡YA BASTA! Es gritar por aquellos que por miedo no lo hacen o que simplemente no pueden gritar.
Pensar la violencia es no excluir a la infancia, ya que muchos niños no sólo son vulnerables a ella, sino que la viven día a día; pensar la violencia es dejar de pensar que es normal, dejar de confundir la corrección con la violencia que hace daño, que lastima el cuerpo y el espíritu; dejar de creer que la letra, la educación, la buena conducta sólo es posible con sangre.
Pensar en sangre, también es pensar en violencia, en muerte; muerte violenta de la que no está excluida la niñez; seamos conscientes de ello, exijámonos decir ¡YA BASTA! Exijamos a la sociedad gritarlo; y exijamos a nuestro gobierno, a nuestras instituciones hacer lo propio, para que esto no siga sucediendo y se creen los medios de denuncia y de castigo para aquellos que violenten y afecten la salud física y mental de cualquier niño o niña.
Festejar la infancia significa defenderla, alzar la voz cuando ésta se vulnere y no sólo indignarse; dejar esa actitud indiferente y reflexionar en las actitudes propias de violencia. Festejar la infancia es luchar por preservar esas sonrisas espontáneas que le dan luz al día.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM.

Fugas ante la amenaza de la vida

César Octavio Cortés Velázquez*
Sábado, 30 de abril de 2011

Si es cierto que las dificultades forman el carácter fuerte de los individuos, estos tiempos violentados estúpidamente pueden ser los más adecuados para manifestarlo y reforzarlo, y fomentar una cultura de la singularidad, del perspectivismo. Pues sin vida no hay perspectiva, como no hay perspectiva sin vida.
La vida, desde su más remota anterioridad, enfrenta la amenaza; y la vida es vida, porque ha superado la amenaza. Y aquí es cuando el carácter fuerte cobra importancia, ya que por medio de éste se busca afirmar la vida ante la amenaza que siempre está presente. La construcción del carácter es parte del movimiento que hallamos en el curso de la vida. No sobrevive, pues, el más fuerte sino el que afirma la vida en su singularidad, es decir, aquél que crea una mejor unidad cultural aparejada, constantemente, con un carácter fuerte que afirman la diversidad de la vida. Esto puede considerarse como un conjunto de líneas de fuga, no de huída, ante la amenaza, como la que representa la política federal.
Entonces, si la vida resiste a la amenaza, la cultura habremos de pensarla como estimulo para seguir viviendo ejercida por un carácter fuerte que afirma la diferencia. Una sociedad es fuerte cuando en la interacción de sus integrantes nadie amenaza a nadie, es decir, que no se niegue la vida al otro. La cultura es el escenario sobre el que tiene lugar la representación de la autoproducción de la humanidad a través de las diversas formas “espirituales”. Si la cultura es un fenómeno que tiene que ver con prácticas concretas, con aconteceres históricos de sentidos, con validaciones de ópticas de la vida, la verdad nunca puede ser la certeza de un sujeto frente a un objeto. Toda política cultural es decadencia, si niega la diferencia y la variedad de posibilidades, y causa descomposición social si apuestas por una interpretación de la violencia. Toda política de la violencia es un cerco cultural, instituida para subordinar a todo individuo a la interpretación hegemónica, y una bazofia imaginativa, en tanto desestima la cultura y la diversidad. Exigimos que cese la disposición de la autoridad de interpretar la vida como una guerra (negación de vida). 

*Estudiante de Filosofía en la Facultad de Humanidades UAEM
cesar_cortesv@hotmail.com

jueves, 14 de julio de 2011

Mi destino

Everardo Martínez Paco*

La lata salió volando estrepitosamente debido al fuerte puntapié que le propiné, la mirada al suelo me conducía por el sendero de la desesperación, el sendero de la maldita tristeza, el destino que jugaba chueco. Nuevamente me había llevado por un giro de los más estrepitosos, un giro del cual dudo que me pueda reponer, después de mi gran adicción a las pastillas para dormir, después de mis tres accidentes en el mismo auto, que podría parecer extraño que sólo yo resultara lesionado, después de la muerte de mi mejor amigo, después de una larga borrachera y después de muchas desgracias más,  que poco a poco me orillan a la locura, miro hacia el cielo buscando el por qué de mis desgracias. Sólo encuentro una gota que se estrella contra mi ojo y me obliga a agachar la mirada nuevamente. Camino sin rumbo fijo, esperando que de la nada salga un maldito auto y me arrolle de una buena vez y de esta manera cure mi maldita locura, mi destino es sufrir, mi destino es sufrir, mi destino es, bueno ¡ya basta de melodramas! Mi camino se torna un poco más pesado, estoy por llegar a mi casa y ver la figura horrible de la que se autollama mi esposa, mi mujer, mi dueña, una más de mis desgracias. Me paro en la puerta de la entrada y con una calma desesperante tomo la llave y me dirijo a la cerradura, mi cuerpo empieza a tener un pequeño temblor como si presintiera algo, mis manos se tornan frías y mi garganta se seca, entro y todo está en calma,  en silencio… Voy a la cocina, tomo un vaso con agua y me dirijo al cuarto, aquel cuarto del horror. Miro con horror cómo un bulto de 200 kilos brinca estrepitosamente en la humanidad de mi esposa, mientras ella gime, no sé si de placer o de dolor.  De mi boca sale un grito que yo nunca quise articular: ¡malditos!  Mi boca calla y sólo escucho mi corazón mientras la mole de 200 kilos se dirige a mí como una locomotora, su puño se estrella en mi cara y pierdo la razón, pierdo el juicio, me caigo en un pozo sin fondo, en un sueño profundo.
-          ¿A poco así acaba la historia Jesús?
Jesús sujetó sus lentes, los acomodó sobre su nariz, se rascó la panza, eructó, miró a Pedro y le dijo – ¡no! ¿cómo crees?  si se está poniendo muy interesante esto, quiero ver si la locura no lo invade antes.
-¿No crees que ya jugaste mucho con él?
-Sí, lo sé pero esto de escribir el destino de las personas es muy divertido, ¿no lo crees?

http://tintaymierda.blogspot.com

*Estudiante de Antropología de la Facultad de Humanidades UAEM.

¿Agua pasa por mi casa?

Citlali Rossalí Salazar García*

El agua es uno de los compuestos químicos más importantes que existen, gracias a ella existimos y se pueden cultivar nuestros alimentos, limpiar y disolver elementos. Ésta conforma la mayor parte de la composición de la Tierra. Por ello y otras características es imprescindible para la vida. Fue muy respetada en el pasado y venerada por medio del dios Tláloc; todo indica que su importancia ha ido disminuyendo, porque hemos permitido su contaminación y desperdicio indiscriminado; que junto con las condiciones ambientales, políticas y culturales, ha provocado que miles de personas no tengan acceso a ella, como un Derecho Universal para la vida.
En México a pesar de que se tiene este recurso en grandes cantidades, se evidencia una fuerte contaminación y un mal uso, situación que se observó dentro del Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA), que se realizó en el auditorio del CRIM de la UNAM en Cuernavaca, donde se dieron a conocer las principales problemáticas en cuanto al Sistema Hídrico Nacional y la manera en que se ha destruido o deteriorado en diversos estados de la República. Consideramos como Sistema Hídrico a todos los cuerpos de agua que existen en México como los mares, ríos, barrancas, lagos, lagunas, etc.
Algunos casos que resultaron significativos fueron los siguientes: En Morelos presentaron el caso de la comunidad de Alpuyeca, que tiene una fuerte contaminación en el Río Colotepec, como consecuencia del basurero de Tetlama que estuvo en funcionamiento por más de 30 años. Además en el futuro tendrán  problemas con el agua, si cerca de la comunidad se abre una minera por parte de la empresa “Esperanza Resources” de donde extraerán oro, plata y otros minerales, con un proceso que utiliza cianuro, el cual si no tiene un buen confinamiento contaminará las aguas subterráneas. Otro caso fue el de la comunidad de Cuentepec, que se verá afectada con el libramiento norponiente.En este proyecto proponen construir una carretera que atraviese por la comunidad y por lugares clave como los bosques, donde hay una recarga significativa del agua, ante esto los comuneros mostraron su negativa. Como estos casos existen otros 23 en toda la República Mexicana. Este Tribunal se presentará en  Buenos Aires y en Costa Rica, el próximo año, donde se dará a conocer el estado actual del vital líquido, la evaluación del sistema hídrico mexicano y se propondrán soluciones.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM. 

El deseo por la belleza y el placer

Ana Martínez Casas*

En un artículo de Fabiola Leyton Donoso, editora de Contenidos AnimaNaturalis Internacional, se dice que cada año, millones de animales vivos son sometidos a innumerables pruebas para determinar la seguridad de productos cosméticos, de aseo personal y limpieza. Algunos de estos experimentos constan en meter espuma de afeitar a presión en el estómago de animales, hacer que inhalen fijador para cabello hasta que queden en coma, forzar a conejos y ratas a ingerir pasta de dientes, introducir rímel en los ojos de los conejos hasta la ceguera total, extender maquillaje sobre la piel rasurada de animales, exponer a conejos con la piel afeitada a rayos ultravioleta para probar bronceadores, entre otros.
Según AnimaNaturalis, grandes corporaciones como Unilever, Nestlé, Procter & Gamble, Colgate-Palmolive, Reckitt Benckiser y Johnson&Johnson están entre las principales empresas que experimentan en animales. La ley no exige pruebas en animales para este tipo de productos, por lo que las compañías que los fabrican no tienen excusas para seguir esta práctica.
Asimismo, las industrias tabacaleras realizan experimentos exponiendo a los animales a los efectos del cigarro. Dichas investigaciones podrían considerarse obsoletas, ya que las consecuencias de la nicotina en el cuerpo humano son concluyentes. Sin embargo, tales empresas, dice Gabriel E. Quijano, activista de AnimaNaturalis, cortan agujeros en las gargantas de los beagles para que los perros respiren, a través de ellos, humo de cigarro concentrado durante un año, insertan electrodos en los penes de los perros para comprobar los efectos del tabaquismo en el funcionamiento sexual, por mencionar unos cuantos ejemplos de maltrato animal.
Tú puedes evitar esta crueldad dejando de fumar y de comprar productos de las empresas anteriormente mencionadas: Pringles, Nido, La Lechera, Maggi, Nesquik, Nescafé, Ades, Knorr (alimento); Eukanuba, Dog Chow, ProPlan, Purina One, Pedigree y Whiskas (comida para mascotas); Head & Shoulders, Pantene, Palmolive, Sedal (cuidado del cabello); Ariel, Ace (limpieza); Dove, Colgate (productos de belleza y aseo). Y apoyando los productos cosméticos que no experimentan con animales: Nivea, Labello, Avon, Mac.

Para una lista completa de estos productos, visita la página web http://consumetico.org/.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades de la UAEM.

Escrituras límite

Dzoara Delgado*
Sábado, 19 de febrero de 2011

De acuerdo con una noticia publicada en la página virtual de la BBC, “la primera matanza en México con el mayor número de víctimas decapitadas en lo que va del año, desde que en el 2006 el presidente, Felipe Calderón, lanzara su ofensiva para luchar contra el narcotráfico”, fue la de los 15 cuerpos decapitados en un centro comercial del puerto de Acapulco, en enero de este año.
Así que es difícil evitar preguntarse sobre los asesinatos que el narcotráfico ha perpetrado en el estado y que parecen quedar en el olvido. Dice Roland Barthes en el prefacio a sus Ensayos críticos que: “escribir tiene que ir acompañado de un callarse; escribir es, en cierto modo, hacerse “callado como un muerto”, convertirse en el hombre a quien se niega la última palabra”.
¿Cómo se leen los efectos que cobra la violencia en el estado? Somos, los morelenses, lectores de estos cuerpos desmembrados, cuerpos en bolsas negras de basura, cuerpos colgados, mantas –las ya tan conocidas narcomantas- que aparecen en los puentes peatonales, lectores de los encabezados de los diarios que hablan de muertos sin cabeza, descabezados. Paradojas de esta guerra contra el narcotráfico. Tal parece que el cuerpo del delito no tiene rostro, dado el carácter impune con que se manejan estas situaciones. 
No sólo es asesinar, es dejar un mensaje, una obra pero, ¿qué significado tienen estas ejecuciones? Mensajes indescifrables, escrituras límite que cumplen un fin, generar terror. El mensaje es preciso, gente muerta, muertes que, a manos del narco caen en el olvido, ¿qué implicaciones políticas acarrea esto a la sociedad? Dar por sentado que la corrupción perpetúa la ola de crímenes que parece no tener fin.
Herbert Marcuse en Eros y Tanatos, afirma que “contra la rendición al tiempo, la restauración de los derechos de la memoria es un vehículo de liberación, es una de las más nobles tareas del pensamiento”. Esta cita invita a no dejar en el olvido el envilecimiento de la justicia en el estado. Finalmente, como diría Barthes, cierro la boca, o mejor dicho, abandono momentáneamente el ordenador y dejo al lector de esta columna para que juntos pensemos sobre las escrituras límite, los narcomensajes, en un texto de apenas dos mil y tantos caracteres.

*Estudiante de Letras de la Facultad de Humanidades UAEM.

La victoria es del pueblo

César Armando Hernández Bahena*


Aquél fue un pueblo que pasó y tuvo lo que se había
Granjeado, y vosotros tendréis lo que os granjeéis,
Y no se os preguntará porque lo hicieron
(azora II “Al-bakra”, aleya 128; El Corán)

Y así se comienza de nuevo, no desde cero porque llevan ya un muy largo camino recorrido que ni las revoluciones podrán borrar, pero sí partiendo de un momento clave en el que todos (jóvenes, adultos, ancianos, musulmanes, judíos, cristianos) están prestos a analizar ese largo y tortuoso pasado que los ha forjado en lo que son, para replantearse su presente y asegurarse un futuro, ese sí, resplandeciente.
La historia del pueblo egipcio es una de las más antiguas que conocemos, es tan rica en cultura, arte y ciencia, como lo es lamentablemente también en injusticias, sometimientos y desastres, de los cuales han sabido salir siempre adelante.
Después de treinta años en el poder, la expulsión de Hosni Mubarak de la presidencia de Egipto deja en claro que nada es un hombre con investidura política ante más de ochenta millones de ciudadanos, que son víctimas y justos jueces de un régimen, bajo el cual no estaban dispuestos a seguir viviendo.
Llegó la hora de la reconstrucción, la cual debe ser el resultado de esa unión que sorprendió al mundo durante los dieciocho días de protestas; de esa unión que siembra esperanzas y cosecha victorias; de esa unión que es producto de ver los rostros de nuestros iguales y reconocer en ellos nuestros dolores, carencias y pesares. 
Al ver los resultados de las movilizaciones que los últimos días han tenido algunos países árabes, queda claro que el futuro de las naciones sólo puede ser escrito por el pueblo; el pueblo que deja de ver sus diferencias como un obstáculo para traducirlas en una de sus grandes fortalezas; el pueblo que confía en sus hermanos, que se preocupa por ellos, que siente su dolor, su hambre y su cansancio. Porque un pueblo es tan grande como el espíritu de fraternidad que hay en cada uno de los que lo conforman.
Alegrémonos por el comienzo de la gran victoria en la que se encuentra el pueblo egipcio. Tomemos el ejemplo de esas grandes naciones que ahora tienen una muy grande y hermosa tarea, hermanémonos todos de una buena vez por la mejor causa que cualquiera puede tener: el futuro.

*Estudiante de Filosofía de la Facultad de Humanidades UAEM